Ciudad
del Vaticano, 20 de octubre 2013 (VIS).-A mediodía el Papa se ha
asomado a la ventana de su estudio para rezar el Ángelus con los
fieles reunidos en la Plaza de San Pedro y, antes de la oración
mariana, ha comentado el Evangelio de hoy en que Jesús cuenta una
parábola sobre la necesidad de rezar siempre, sin cansarse. La
protagonista es una viuda que, a fuerza de suplicar a un juez
deshonesto, logra justicia. Y Jesús concluye: Si la viuda consiguió
convencer a aquel juez, ¿pensáis que Dios no nos escucha, si le
rezamos con insistencia'? La frase de Jesús es muy fuerte: “¿No
hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y
noche?”.
“¡Clamar
día y noche” a Dios! Nos sorprende esta imagen de la oración.
Pero preguntémonos: ¿Por qué Dios lo quiere? ¿No conoce ya
nuestras necesidades? ¿Qué sentido tiene “insistir” con Dios”,
ha observado el pontífice.
Esa
pregunta “nos hace profundizar en un aspecto muy importante de la
fe: Dios nos invita a rezar con insistencia, no porque no sepa que
nos hace falta, o porque no nos escuche. Al contrario, nos escucha
siempre y sabe todo de nosotros, con amor. En nuestro camino
cotidiano, especialmente en las dificultades, en la lucha contra el
mal, fuera y dentro de nosotros, el Señor, está a nuestro lado;
luchamos junto a Él, y nuestra arma es precisamente la oración, que
nos hace sentir su presencia, su misericordia, su ayuda. Pero la
lucha contra el mal es dura y larga, requiere paciencia y
resistencia... Es una lucha que prosigue cada día; Dios es nuestro
aliado; la fe en Él es nuestra fuerza, y la oración es la expresión
de esta fe. Por eso Jesús nos asegura la victoria, pero al final se
pregunta: “Cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe
sobre la tierra?”. Si se apaga la fe, se apaga la oración, y
nosotros caminamos en la oscuridad, nos perdemos en el camino de la
vida”.
“Aprendamos,
por tanto, de la viuda del Evangelio a rezar siempre, sin cansarnos.
¡Era buena esta viuda!, Sabía luchar por sus hijos! Pienso en
tantas mujeres que luchan por su familia, que rezan, que no se
cansan jamás! Un recuerdo hoy, de todos nosotros, a estas mujeres
que con su actitud nos dan un verdadero testimonio de fe, de coraje,
un modelo de oración... Rezar siempre, ¡pero no para convencer al
Señor a fuerza de palabras! ¡Él sabe mejor que nosotros de qué
cosa tenemos necesidad! Más bien la oración perseverante es
expresión de la fe en un Dios que nos llama a combatir con Él, cada
día, cada momento, para vencer el mal con el bien”.
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