Ciudad
del Vaticano, 23 de diciembre 2012 (VIS).-En este cuarto domingo de
Adviento, ya muy cerca de Navidad, el Evangelio narra la visita de
María a su prima Isabel. “Este episodio -ha dicho el Papa a los
fieles reunidos en la Plaza de San Pedro para rezar el Ángelus- no
representa un simple gesto de cortesía, sino que describe con gran
sencillez el encuentro del Antiguo Testamento con el Nuevo. Las dos
mujeres, ambas embarazadas, encarnan, de hecho, a la espera y al
Esperado. La anciana Isabel simboliza a Israel que espera al Mesías,
mientras la joven María lleva en sí el cumplimiento de esa espera,
que beneficia a toda la humanidad”.
“Isabel,
acogiendo a María -ha proseguido- reconoce que se está realizando
la promesa de Dios a la humanidad y exclama: “¡ Bendita tu eres
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!” (...)
También el brinco de alegría de Juan recuerda la danza del rey
David cuando acompañó la entrada del Arca de la Alianza en
Jerusalén (...) Juan, que está por nacer, exulta de alegría ante
María, Arca de la nueva Alianza, que lleva en su vientre a Jesús,
el Hijo de Dios hecho hombre”.
“La
escena de la Visitación expresa también la belleza de la acogida:
donde hay acogida recíproca, escucha, donde se da espacio al otro,
allí está Dios y la alegría que de él procede. Imitemos a María
en el tiempo de Navidad, visitando a cuantos viven en dificultad, en
particular los enfermos, los presos, los ancianos y los niños. E
imitemos también a Isabel que acoge al huésped como a Dios mismo:
si no deseamos al Señor nunca lo conoceremos; si no lo esperamos,
no lo hallaremos; si no lo buscamos no lo encontraremos. Con la misma
alegría de María que corre hacia Isabel, vayamos también nosotros
al encuentro del Señor que viene. Oremos para que todos los hombres
busquen a Dios, descubriendo que es Dios mismo quien primero nos
viene a visitar”, ha concluido el Santo Padre”.
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