Ciudad
del Vaticano, 17 noviembre 2012
(VIS).-Benedicto XVI ha recibido esta mañana a los participantes en
la conferencia del Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios
(Pastoral de la Salud) cuyo tema es : “El hospital, lugar de
evangelización; misión humana y espiritual” y les ha recordado
que la Iglesia “se dirige siempre con el mismo espíritu de
fraterna división a los que viven la experiencia del dolor, animada
por el Espíritu de Aquel que, con la potencia del amor, ha vuelto a
dar sentido y dignidad al misterio del sufrimiento”.
“Con
el mismo énfasis en la esperanza -ha proseguido- la Iglesia
interpela también a los profesionales y voluntarios de la sanidad.
La vuestra es una vocación que requiere estudio, sensibilidad y
experiencia. No obstante, los que deciden trabajar en el mundo del
sufrimiento, viviendo su actividad como una “misión humana y
espiritual”, necesitan una competencia posterior que va más allá
de los títulos académicos. Se trata de la “ciencia cristiana del
sufrimiento”, que el Concilio ha indicado explícitamente como “la
única verdad capaz de responder al misterio del sufrimiento” (...)
Cristo no ha suprimido el sufrimiento; ni siquiera ha querido
desvelar por completo su misterio: ha cargado con él, y esto basta
para que comprendamos todo su valor”.
“Sed
expertos calificados de esta “ciencia cristiana del sufrimiento”.
Vuestro ser católicos, sin temor, os da una responsabilidad mayor en
el ámbito de la sociedad y de la Iglesia (...) Este es un compromiso
de nueva evangelización también en tiempos de una crisis económica
que sustrae recursos a la tutela de la salud. Precisamente, en ese
contexto, los hospitales y las estructuras de asistencia deben
replantearse su papel para evitar que la salud, en lugar de un bien
universal que se debe garantizar y defender, se transforme en una
simple “mercancía”, sometida a las leyes de mercado, es decir,
en un bien reservado a pocos. Nunca se puede olvidar la atención
particular que merece la dignidad de la persona que sufre, aplicando,
también en el ámbito de las políticas sanitarias, el principio de
subsidiaridad y el de solidaridad”.
“Es
deseable -ha subrayado el pontífice- que el lenguaje de la “ciencia
cristiana del sufrimiento”, al que pertenecen la compasión, la
solidaridad, la división, la abnegación, la gratuidad, la entrega
de sí, se convierta en el léxico universal de cuantos trabajan en
el ámbito de la asistencia sanitaria (...) En esta perspectiva, los
hospitales son considerados como lugares privilegiados de
evangelización, porque allí donde la Iglesia se hace “vehículo
de la presencia de Dios”, se hace, al mismo tiempo, “instrumento
de una verdadera humanización del ser humano y del mundo (...)
Solamente teniendo muy claro que el centro de la actividad médica y
de asistencia es el bienestar del ser humano en su condición más
frágil e indefensa, del ser humano que busca el sentido ante el
misterio insondable del dolor, se puede concebir el hospital como
“lugar en que la relación de cura no es un oficio, sino una
misión”.
El
Santo Padre ha concluido su discurso dirigiéndose a los enfermos.
“Vuestro testimonio silencioso es un signo y un instrumento eficaz
de evangelización para las personas que os atienden y para vuestras
familias, con la certeza de que “ninguna lágrima, ni de quien
sufre, ni de quien está cerca de ellos, se pierde ante Dios”.
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