Ciudad
del Vaticano, 1 de noviembre 2012 (VIS).-La solemnidad de Todos los
Santos, nos hace reflexionar “sobre el doble horizonte de la
humanidad, que expresamos simbólicamente con las palabras “tierra”
y “cielo”: la tierra representa el camino histórico, el cielo la
eternidad, la plenitud de la vida en Dios”, dijo el Papa a los
fieles reunidos en la Plaza de San Pedro para rezar a mediodía el
Ángelus”.
Es
una festividad que invita a pensar en la Iglesia en su doble
dimensión. “la Iglesia en camino en el tiempo y aquella que
celebra la fiesta sin fin, la Jerusalén celestial. Estas dos
dimensiones -explicó el Santo Padre- están unidas por la realidad
de la “comunión de los santos”: una realidad que comienza aquí
abajo, en la tierra, y llega a su cumplimiento en el Cielo. En el
mundo terrenal, la Iglesia es el inicio de este misterio de comunión
que une a la humanidad; un misterio totalmente centrado en
Jesucristo: Él ha introducido en el género humano esta dinámica
nueva, un movimiento que lo conduce hacia Dios y, al mismo tiempo,
hacia la unidad, hacia la paz en sentido profundo (...)Ser
cristianos, formar parte de la Iglesia significa abrirse a esta
comunión, como una semilla que se abre en la tierra, muriendo, y
germina hacia lo alto, hacia el cielo”.
Los
santos, tanto los proclamados por la Iglesia, como aquellos y
aquellas “que sólo Dios conoce, y que también hoy celebramos,
han vivido intensamente esta dinámica. En cada uno de ellos, de
forma muy personal, se ha hecho presente Cristo, gracias a su
Espíritu que obra mediante la Palabra y los Sacramentos.
Efectivamente, estar unidos a Cristo en la Iglesia, no anula la
personalidad, sino que la abre, la transforma con la fuerza del amor,
y le otorga, ya aquí en la tierra, una dimensión eterna.
Sustancialmente significa reproducir la imagen del Hijo de Dios
realizando el proyecto de Dios que ha creado al hombre a su imagen y
semejanza. Pero este insertarse en Cristo se abre (...) también a la
comunión con todos los otros miembros de su Cuerpo místico que es
la Iglesia; una comunión que es perfecta en el “Cielo”, donde no
hay aislamiento, competencia o separación”.
En
los santos vemos “la victoria del amor sobre el egoísmo y sobre la
muerte: vemos que seguir a Cristo lleva a la vida, a la vida eterna,
y da sentido al presente(...) porque lo llena de amor y de
esperanza. Sólo la fe en la vida eterna nos hace amar verdaderamente
la historia y el presente, pero sin ataduras; con la libertad del
peregrino, que ama la tierra porque tiene el corazón en el
Cielo.!Que la Virgen María nos obtenga la gracia de creer
fuertemente en la vida eterna y de sentirnos en verdadera comunión
con nuestros queridos difuntos!”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario