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lunes, 18 de abril de 2011

PRIMERA EMBAJADORA DE ESPAÑA PRESENTA SUS CREDENCIALES

CIUDAD DEL VATICANO, 16 ABR 2011 (VIS).-Benedicto XVI, que hoy cumple 84 años, recibió en audiencia a María Jesús Figa López-Palop, primera mujer española que presenta sus cartas credenciales como embajadora ante la Santa Sede.

Al inicio de su discurso, el Papa recordó su visita a Santiago de Compostela y a Barcelona el pasado noviembre, donde, dijo, “percibí muchas muestras de la vivacidad de la fe católica de esas tierras, que han visto nacer tantos santos, y que están sembradas de catedrales, centros de asistencia y de cultura, inspirados por la fecunda raigambre y fidelidad de sus habitantes a sus creencias religiosas. Esto comporta también la responsabilidad de unas relaciones diplomáticas entre España y la Santa Sede que procuren fomentar siempre, con mutuo respeto y colaboración, dentro de la legítima autonomía en sus respectivos campos, todo aquello que suscite el bien de las personas y el desarrollo auténtico de sus derechos y libertades, que incluyen la expresión de su fe y de su conciencia, tanto en la esfera pública como en la privada”.

El Santo Padre puso de relieve que “la Iglesia, en el ejercicio de su propia misión, busca el bien integral de cada pueblo y sus ciudadanos, actuando en el ámbito de sus competencias y respetando plenamente la autonomía de las autoridades civiles, a las que aprecia y por las que pide a Dios que ejerzan con generosidad, honradez, acierto y justicia su servicio a la sociedad. Este marco en el que confluyen la misión de la Iglesia y la función del Estado, además, ha quedado plasmado en acuerdos bilaterales entre España y la Santa Sede”.

Refiriéndose posteriormente a la difícil situación económica mundial, con la consiguiente desocupación, “que provoca desánimo y frustración especialmente en los jóvenes y las familias menos favorecidas”, el Papa aseguró que rezaba para que Dios “ilumine a cuantos tienen responsabilidades públicas para buscar denodadamente el camino de una recuperación provechosa a toda la sociedad”. En este sentido, destacó “la benemérita actuación que las instituciones católicas están llevando a cabo para acudir con presteza en ayuda de los más menesterosos”.

“La Iglesia –continuó-, ofrece algo que le es connatural y que beneficia a las personas y las naciones: ofrece a Cristo, esperanza que alienta y fortalece, como un antídoto a la decepción de otras propuestas fugaces y a un corazón carente de valores, que termina endureciéndose hasta el punto de no saber percibir ya el genuino sentido de la vida y el porqué de las cosas. Esta esperanza da vida a la confianza y a la colaboración, cambiando así el presente sombrío en fuerza de ánimo para afrontar con ilusión el futuro, tanto de la persona como de la familia y de la sociedad”.

Benedicto XVI lamentó que “en vez de vivir y organizar la sociedad de tal manera que favorezca la apertura a la trascendencia, no faltan formas, a menudo sofisticadas, de hostilidad contra la fe. (…) El que en ciertos ambientes se tienda a considerar la religión como un factor socialmente insignificante, e incluso molesto, no justifica el tratar de marginarla, a veces mediante la denigración, la burla, la discriminación e incluso la indiferencia ante episodios de clara profanación, pues así se viola el derecho fundamental a la libertad religiosa inherente a la dignidad de la persona humana, y que “es un arma auténtica de la paz, porque puede cambiar y mejorar el mundo”.

“La Iglesia –dijo- vela por los derechos humanas fundamentales. (…) Vela por el derecho a la vida humana desde su comienzo a su término natural, porque la vida es sagrada y nadie puede disponer de ella arbitrariamente. Vela por la protección y ayuda a la familia, y aboga por medidas económicas, sociales y jurídicas para que el hombre y la mujer que contraen matrimonio y forman una familia tengan el apoyo necesario para cumplir su vocación de ser santuario del amor y de la vida. Aboga también por una educación que integre los valores morales y religiosos según las convicciones de los padres, como es su derecho, y como conviene al desarrollo integral de los jóvenes. Y, por el mismo motivo, que incluya también la enseñanza de la religión católica en todos los centros para quienes la elijan, como está preceptuado en el propio ordenamiento jurídico”.

Antes de concluir, el Papa manifestó el deseo de que la próxima Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá lugar en agosto en Madrid, “dé abundantes frutos espirituales para la juventud y para España. Me consta también la disponibilidad, cooperación y ayuda generosa que tanto el Gobierno de la Nación como las autoridades autonómicas y locales están dispensando para el mejor éxito de una iniciativa que atraerá la atención de todo el mundo y mostrará una vez más la grandeza de corazón y de espíritu de los españoles”.
CD/ VIS 20110418 (800)

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