CIUDAD DEL VATICANO, 18 OCT 2010 (VIS).-César Mauricio Velásquez Ossa, nuevo embajador de Colombia ante la Santa Sede, presentó esta mañana sus cartas credenciales al Santo Padre.
El Papa recordó que el nuevo embajador comienza su misión ante la Santa Sede “en un momento de particular trascendencia para Colombia: La conmemoración del Bicentenario del inicio del proceso que llevó a la Independencia y a la constitución de la República”, y afirmó: “No sólo durante estos dos siglos, sino también desde los albores de la llegada de los españoles a América, la Iglesia católica ha estado presente en cada una de las etapas del devenir histórico de vuestro país, desempeñando siempre un papel primordial y decisivo”. Ese “abnegado trabajo (...) ha dejado huellas imborrables en los más variados ámbitos del acontecer de vuestra patria, tales como la cultura, el arte, la salud, la convivencia social y la construcción de la paz.”.
“En esta apasionante tarea, la Iglesia en Colombia no exige privilegio alguno”, subrayó el Santo Padre. “Sólo anhela poder servir a los fieles y a todos aquellos que le abran las puertas de su corazón, (...) siempre dispuesta a fortalecer todo lo que promueva la educación de las nuevas generaciones, el cuidado de los enfermos y ancianos, el respeto a los pueblos indígenas y sus legítimas tradiciones, la erradicación de la pobreza, el narcotráfico y la corrupción, la atención a los presos, desplazados, emigrantes y trabajadores, así como la asistencia a las familias necesitadas. Se trata, en definitiva, de continuar prestando una leal colaboración para el crecimiento integral de las comunidades en las que los pastores, religiosos y fieles ejercen su servicio, movidos únicamente por las exigencias que brotan de su ordenación sacerdotal, de su consagración religiosa o de su vocación cristiana”.
“En este marco de mutua cooperación y cordiales relaciones entre la Santa Sede y la República de Colombia (...) deseo manifestar nuevamente el interés que la Iglesia tiene por tutelar y fomentar la inviolable dignidad de la persona humana, para lo cual es esencial que el ordenamiento jurídico respete la ley natural en áreas tan esenciales como la salvaguarda de la vida humana, desde su concepción hasta su término natural; el derecho a nacer y a vivir en una familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer o el derecho de los padres a que sus hijos reciban una educación acorde con sus propios criterios morales o creencias. Todos ellos son pilares insustituibles en la edificación de una sociedad verdaderamente digna del hombre y de los valores que le son consustanciales”.
“En este solemne encuentro -concluyó el pontífice- quiero manifestar igualmente mi cercanía espiritual y asegurar mis oraciones por quienes en Colombia han sido injusta y cruelmente privados de libertad. Rezo también por sus familiares y, en general, por las víctimas de la violencia en todas sus formas, suplicando a Dios que se ponga de una vez fin a tanto sufrimiento, y que todos los colombianos puedan vivir reconciliados y en paz en esa bendita tierra, tan colmada de recursos naturales, (...) que es preciso preservar como magnífico don del Creador”.
CD/ VIS 20101018 (530)
El Papa recordó que el nuevo embajador comienza su misión ante la Santa Sede “en un momento de particular trascendencia para Colombia: La conmemoración del Bicentenario del inicio del proceso que llevó a la Independencia y a la constitución de la República”, y afirmó: “No sólo durante estos dos siglos, sino también desde los albores de la llegada de los españoles a América, la Iglesia católica ha estado presente en cada una de las etapas del devenir histórico de vuestro país, desempeñando siempre un papel primordial y decisivo”. Ese “abnegado trabajo (...) ha dejado huellas imborrables en los más variados ámbitos del acontecer de vuestra patria, tales como la cultura, el arte, la salud, la convivencia social y la construcción de la paz.”.
“En esta apasionante tarea, la Iglesia en Colombia no exige privilegio alguno”, subrayó el Santo Padre. “Sólo anhela poder servir a los fieles y a todos aquellos que le abran las puertas de su corazón, (...) siempre dispuesta a fortalecer todo lo que promueva la educación de las nuevas generaciones, el cuidado de los enfermos y ancianos, el respeto a los pueblos indígenas y sus legítimas tradiciones, la erradicación de la pobreza, el narcotráfico y la corrupción, la atención a los presos, desplazados, emigrantes y trabajadores, así como la asistencia a las familias necesitadas. Se trata, en definitiva, de continuar prestando una leal colaboración para el crecimiento integral de las comunidades en las que los pastores, religiosos y fieles ejercen su servicio, movidos únicamente por las exigencias que brotan de su ordenación sacerdotal, de su consagración religiosa o de su vocación cristiana”.
“En este marco de mutua cooperación y cordiales relaciones entre la Santa Sede y la República de Colombia (...) deseo manifestar nuevamente el interés que la Iglesia tiene por tutelar y fomentar la inviolable dignidad de la persona humana, para lo cual es esencial que el ordenamiento jurídico respete la ley natural en áreas tan esenciales como la salvaguarda de la vida humana, desde su concepción hasta su término natural; el derecho a nacer y a vivir en una familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer o el derecho de los padres a que sus hijos reciban una educación acorde con sus propios criterios morales o creencias. Todos ellos son pilares insustituibles en la edificación de una sociedad verdaderamente digna del hombre y de los valores que le son consustanciales”.
“En este solemne encuentro -concluyó el pontífice- quiero manifestar igualmente mi cercanía espiritual y asegurar mis oraciones por quienes en Colombia han sido injusta y cruelmente privados de libertad. Rezo también por sus familiares y, en general, por las víctimas de la violencia en todas sus formas, suplicando a Dios que se ponga de una vez fin a tanto sufrimiento, y que todos los colombianos puedan vivir reconciliados y en paz en esa bendita tierra, tan colmada de recursos naturales, (...) que es preciso preservar como magnífico don del Creador”.
CD/ VIS 20101018 (530)
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