CIUDAD DEL VATICANO, 10 MAY 2008 (VIS).-Benedicto XVI recibió esta mañana en el Vaticano a los prelados de la Conferencia Episcopal de Hungría al final de su visita "ad limina".
"El pueblo que os ha sido confiado está espiritualmente ante nosotros, con sus alegrías y sus proyectos, sus dolores, problemas y esperanzas", dijo el Papa a los obispos, recordando después que "el largo período del régimen comunista ha marcado profundamente a la población húngara y todavía se notan las consecuencias", como "la dificultad en confiar en los demás, típica de quienes han vivido en un clima de sospechas".
"La sensación de inseguridad -prosiguió- se acentúa por la difícil coyuntura económica que un consumismo desconsiderado no contribuye a mejorar. Las personas, católicos comprendidos, adolecen de una "debilidad" de pensamiento y de voluntad que es común en nuestros tiempos", por eso "es difícil profundizar con seriedad en la teología y en la espiritualidad ya que por una parte falta a menudo la preparación intelectual y, por otra, la referencia objetiva a la verdad de la fe".
"En este contexto, la Iglesia debe ser ciertamente maestra, pero mostrándose siempre y ante todo madre, para favorecer el crecimiento de la confianza recíproca y la promoción de la esperanza".
Después, el Santo Padre habló de las repercusiones de la secularización en el país, citando en primer lugar la crisis de la familia, cuyos síntomas son "la notable disminución del número de matrimonios y el impresionante aumento de divorcios", así como "la multiplicación de las parejas de hecho".
"Habéis criticado justamente -agregó- el reconocimiento público de las uniones homosexuales porque es contrario no solo a las enseñanzas de la Iglesia, sino a la misma constitución húngara". El Papa recordó también la "carencia de subsidios para las familias numerosas, que ha llevado a la drástica disminución de los nacimientos, que es todavía más dramática por la práctica difusa del aborto".
Benedicto XVI subrayó que la crisis de valores afecta también a los jóvenes y manifestó su vivo aprecio "por las múltiples iniciativas que la Iglesia promueve, con los medios limitados de que dispone, para animar el mundo de los jóvenes con actividades de formación (...) que estimulen su responsabilidad".
El pontífice alabó también las iniciativas de los obispos para "valorizar y actualizar tradiciones como las peregrinaciones y las manifestaciones de devoción a los santos húngaros como Santa Isabel, San Emerico y San Esteban", y afirmó que compartía con los prelados "la preocupación por la falta de sacerdotes y el consiguiente aumento de trabajo pastoral para los ministros de la Iglesia". En este ámbito, les invitó a "no perder el centro de su existencia y su ministerio y por consiguiente a saber discernir lo esencial de lo secundario, individuando cuáles son las prioridades de la actividad cotidiana".
"A pesar de la secularización, la Iglesia católica sigue siendo para muchos húngaros la comunidad religiosa de pertenencia o por lo menos, un punto de referencia significativo- señaló el Papa-. Por eso, es deseable que las relaciones con las autoridades estatales se caractericen por una colaboración respetuosa, gracias también a los acuerdos bilaterales".
Por último, el Santo Padre afirmó que para él era un motivo de "serenidad y consuelo" la "unidad" que caracteriza a los prelados húngaros en "seguir las enseñanzas de la Iglesia".
AL/.../HUNGRIA VIS 20080512 (550)
"El pueblo que os ha sido confiado está espiritualmente ante nosotros, con sus alegrías y sus proyectos, sus dolores, problemas y esperanzas", dijo el Papa a los obispos, recordando después que "el largo período del régimen comunista ha marcado profundamente a la población húngara y todavía se notan las consecuencias", como "la dificultad en confiar en los demás, típica de quienes han vivido en un clima de sospechas".
"La sensación de inseguridad -prosiguió- se acentúa por la difícil coyuntura económica que un consumismo desconsiderado no contribuye a mejorar. Las personas, católicos comprendidos, adolecen de una "debilidad" de pensamiento y de voluntad que es común en nuestros tiempos", por eso "es difícil profundizar con seriedad en la teología y en la espiritualidad ya que por una parte falta a menudo la preparación intelectual y, por otra, la referencia objetiva a la verdad de la fe".
"En este contexto, la Iglesia debe ser ciertamente maestra, pero mostrándose siempre y ante todo madre, para favorecer el crecimiento de la confianza recíproca y la promoción de la esperanza".
Después, el Santo Padre habló de las repercusiones de la secularización en el país, citando en primer lugar la crisis de la familia, cuyos síntomas son "la notable disminución del número de matrimonios y el impresionante aumento de divorcios", así como "la multiplicación de las parejas de hecho".
"Habéis criticado justamente -agregó- el reconocimiento público de las uniones homosexuales porque es contrario no solo a las enseñanzas de la Iglesia, sino a la misma constitución húngara". El Papa recordó también la "carencia de subsidios para las familias numerosas, que ha llevado a la drástica disminución de los nacimientos, que es todavía más dramática por la práctica difusa del aborto".
Benedicto XVI subrayó que la crisis de valores afecta también a los jóvenes y manifestó su vivo aprecio "por las múltiples iniciativas que la Iglesia promueve, con los medios limitados de que dispone, para animar el mundo de los jóvenes con actividades de formación (...) que estimulen su responsabilidad".
El pontífice alabó también las iniciativas de los obispos para "valorizar y actualizar tradiciones como las peregrinaciones y las manifestaciones de devoción a los santos húngaros como Santa Isabel, San Emerico y San Esteban", y afirmó que compartía con los prelados "la preocupación por la falta de sacerdotes y el consiguiente aumento de trabajo pastoral para los ministros de la Iglesia". En este ámbito, les invitó a "no perder el centro de su existencia y su ministerio y por consiguiente a saber discernir lo esencial de lo secundario, individuando cuáles son las prioridades de la actividad cotidiana".
"A pesar de la secularización, la Iglesia católica sigue siendo para muchos húngaros la comunidad religiosa de pertenencia o por lo menos, un punto de referencia significativo- señaló el Papa-. Por eso, es deseable que las relaciones con las autoridades estatales se caractericen por una colaboración respetuosa, gracias también a los acuerdos bilaterales".
Por último, el Santo Padre afirmó que para él era un motivo de "serenidad y consuelo" la "unidad" que caracteriza a los prelados húngaros en "seguir las enseñanzas de la Iglesia".
AL/.../HUNGRIA VIS 20080512 (550)
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