CIUDAD DEL VATICANO, 31 DIC 2007 (VIS).-El Papa presidió a las 18,00, en la basílica vaticana, las primeras vísperas de la solemnidad de Santa María Madre de Dios, y la exposición del Santísimo Sacramento, el canto del "Te Deum" de acción de gracias al concluir el año y la bendición eucarística.
Comentando la lectura breve tomada de la Carta de san Pablo a los Gálatas, en la que habla "de la liberación del hombre obrada por Dios con el misterio de la Encarnación", el Papa afirmó que "menciona de manera muy discreta a Aquella mediante la cual el Hijo de Dios entró en el mundo".
Tras poner de relieve que "María es la Madre del Salvador", subrayó que "también es madre nuestra, porque viviendo su especialísima relación materna con el Hijo, compartió la misión "por nosotros y por la salvación de todos los hombres. (...) De este modo, María constituye para la Iglesia la imagen más real: Aquella en la que la comunidad eclesial debe descubrir continuamente el sentido auténtico de su vocación y del propio misterio".
Tras hacer hincapié en que el Verbo Encarnado "se hizo como nosotros para hacernos como El: hijos en el Hijo, por tanto, hombres libres de la ley del pecado", Benedicto XVI se preguntó si este no era "un motivo fundamental para dar gracias a Dios", sobre todo "por los numerosos beneficios y su constante asistencia a lo largo de los doce meses pasados". Por eso, añadió, "cada comunidad cristiana se reúne y canta el "Te Deum", himno tradicional de alabanza y de acción de gracias a la Santísima Trinidad".
El Papa pidió al Señor que ayude "con su misericordia" a las personas y familias en cuyas vidas "pesan graves carencias y pobreza, que les impiden mirar al futuro con confianza". Además, continuó, "no pocos, sobre todo jóvenes, son atraídos por una falsa exaltación o profanación del cuerpo y por la banalización de la sexualidad".
Tras poner de relieve que son muchos los "desafíos relacionados con el consumismo y el secularismo", el Santo Padre afirmó que "también en Roma se percibe aquella "falta" de esperanza y de confianza en la vida que constituye el mal "oscuro" de la moderna sociedad occidental". Sin embargo, dijo, "no faltan las luces y los motivos de esperanza por los que implorar la especial bendición divina".
Benedicto XVI se refirió a la comunidad de la diócesis de Roma, que está comprometida en dar una respuesta a la "gran emergencia educativa", es decir, "la dificultad para transmitir a las nuevas generaciones los valores-base de la existencia y de un recto comportamiento".
"La Iglesia -dijo- intenta hacer frente a dicha emergencia sin clamores, con confianza y paciencia, en primer lugar en el ámbito de la familia". En este sentido constató que el trabajo realizado en estos años por las parroquias y asociaciones para la pastoral familiar "se sigue desarrollando y está dando sus frutos".
El Santo Padre pidió al Señor que proteja "las iniciativas misioneras del mundo juvenil, que están creciendo y en las que un importante número de jóvenes asumen en primera persona la responsabilidad y la alegría del anuncio y el testimonio del Evangelio".
El Papa concluyó subrayando que "Cristo es "nuestra esperanza fiable", y pidió a Dios que "haga de cada uno de nosotros un auténtico fermento de esperanza en los diferentes ambientes, para que se pueda construir un futuro mejor".
HML/VISPERAS:TE DEUM/... VIS 20080102 (580)
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