CIUDAD DEL VATICANO, 17 JUN 2007 (VIS).-A las 16,30, Benedicto XVI se dirigió a la Catedral de Asís, dedicada al patrono San Rufino, para encontrarse con los sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas y alumnos del Pontificio Seminario de Umbría.
En su discurso, el Santo Padre subrayó que "no basta" con que los millones de fieles que pasan por Asís admiren a San Francisco, sino que es necesario "que al sentirse atraídos por su carisma perciban el núcleo esencial de la vida cristiana y su "medida más alta", la santidad".
"Los cristianos de nuestro tiempo -dijo el Papa en su discurso- tienen que afrontar cada vez más a menudo la tendencia a aceptar un Cristo disminuido, admirado en su extraordinaria humanidad, pero rechazado en el misterio profundo de su divinidad. El mismo San Francisco sufre esa especie de mutilación cuando se le presenta como testigo de valores importantes, apreciados por la cultura actual, pero se olvida que su elección profunda, el centro de su vida, es la elección de Cristo".
Tras poner de relieve que "el nombre de Francisco, acompañado por el de Clara, exige de la ciudad de Asís se distinga por un particular impulso misionero", Benedicto XVI afirmó que por este motivo, "también es necesario que esta Iglesia viva de una intensa experiencia de comunión".
En este contexto recordó el Motu Proprio "Totius Orbis", con el que estableció hace dos años que "las dos grandes basílicas papales de San Francisco y de Santa María de los Angeles, aun gozando de una atención especial de la Santa Sede a través del Legado Pontificio -el cardenal Attilio Nicora-, desde el punto de vista pastoral pasasen bajo la jurisdicción del obispo de esta ciudad", monseñor Domenico Sorrentino. "Estoy muy contento -añadió- de saber que el nuevo camino ha iniciado bajo el signo de una gran disponibilidad y colaboración y estoy seguro que producirá muchos frutos".
"La oportunidad de este Motu Proprio -continuó-, responde también a la necesidad de una acción pastoral más coordinada y eficaz. (...) Si las comunidades de vida consagrada tienen derecho a ser acogidas y respetadas por su propio carisma, sin embargo, deben evitar vivir como "islas", e integrarse con convicción y generosidad en el servicio y en el plan pastoral adoptado por el obispo para toda la comunidad diocesana".
Dirigiéndose en concreto a los sacerdotes y diáconos, el Santo Padre aseguró que su "entusiasmo, comunión, vida de oración y ministerio generoso, son indispensables". Frente al cansancio y el "miedo ante las nuevas exigencias y las nuevas dificultades, tenemos que tener confianza en el Señor, que nos dará la fuerza necesaria para realizar lo que nos pida. No dejará de enviar vocaciones si las imploramos con la oración y nos preocupamos de buscarlas y custodiarlas con una pastoral juvenil y vocacional rica de ardor y de inventiva, capaz de mostrar la belleza del ministerio sacerdotal".
Benedicto XVI concluyó dirigiéndose a las personas consagradas, que "para la Iglesia -dijo- constituís una riqueza grande, tanto en el ámbito de la pastoral parroquial como para tantos peregrinos, que a menudo vienen a pediros hospitalidad, y se esperan también un testimonio espiritual". A las religiosas de clausura, el Papa les pidió "mantener alta la llama de la contemplación. (...) Sed signos del amor de Cristo, al que puedan fijar su mirada todos los demás hermanos y hermanas expuestos a las fatigas de la vida apostólica y del compromiso laical en el mundo".
PV-ITALIA/SACERDOTES:RELIGIOSOS/ASIS VIS 20070618 (580)
En su discurso, el Santo Padre subrayó que "no basta" con que los millones de fieles que pasan por Asís admiren a San Francisco, sino que es necesario "que al sentirse atraídos por su carisma perciban el núcleo esencial de la vida cristiana y su "medida más alta", la santidad".
"Los cristianos de nuestro tiempo -dijo el Papa en su discurso- tienen que afrontar cada vez más a menudo la tendencia a aceptar un Cristo disminuido, admirado en su extraordinaria humanidad, pero rechazado en el misterio profundo de su divinidad. El mismo San Francisco sufre esa especie de mutilación cuando se le presenta como testigo de valores importantes, apreciados por la cultura actual, pero se olvida que su elección profunda, el centro de su vida, es la elección de Cristo".
Tras poner de relieve que "el nombre de Francisco, acompañado por el de Clara, exige de la ciudad de Asís se distinga por un particular impulso misionero", Benedicto XVI afirmó que por este motivo, "también es necesario que esta Iglesia viva de una intensa experiencia de comunión".
En este contexto recordó el Motu Proprio "Totius Orbis", con el que estableció hace dos años que "las dos grandes basílicas papales de San Francisco y de Santa María de los Angeles, aun gozando de una atención especial de la Santa Sede a través del Legado Pontificio -el cardenal Attilio Nicora-, desde el punto de vista pastoral pasasen bajo la jurisdicción del obispo de esta ciudad", monseñor Domenico Sorrentino. "Estoy muy contento -añadió- de saber que el nuevo camino ha iniciado bajo el signo de una gran disponibilidad y colaboración y estoy seguro que producirá muchos frutos".
"La oportunidad de este Motu Proprio -continuó-, responde también a la necesidad de una acción pastoral más coordinada y eficaz. (...) Si las comunidades de vida consagrada tienen derecho a ser acogidas y respetadas por su propio carisma, sin embargo, deben evitar vivir como "islas", e integrarse con convicción y generosidad en el servicio y en el plan pastoral adoptado por el obispo para toda la comunidad diocesana".
Dirigiéndose en concreto a los sacerdotes y diáconos, el Santo Padre aseguró que su "entusiasmo, comunión, vida de oración y ministerio generoso, son indispensables". Frente al cansancio y el "miedo ante las nuevas exigencias y las nuevas dificultades, tenemos que tener confianza en el Señor, que nos dará la fuerza necesaria para realizar lo que nos pida. No dejará de enviar vocaciones si las imploramos con la oración y nos preocupamos de buscarlas y custodiarlas con una pastoral juvenil y vocacional rica de ardor y de inventiva, capaz de mostrar la belleza del ministerio sacerdotal".
Benedicto XVI concluyó dirigiéndose a las personas consagradas, que "para la Iglesia -dijo- constituís una riqueza grande, tanto en el ámbito de la pastoral parroquial como para tantos peregrinos, que a menudo vienen a pediros hospitalidad, y se esperan también un testimonio espiritual". A las religiosas de clausura, el Papa les pidió "mantener alta la llama de la contemplación. (...) Sed signos del amor de Cristo, al que puedan fijar su mirada todos los demás hermanos y hermanas expuestos a las fatigas de la vida apostólica y del compromiso laical en el mundo".
PV-ITALIA/SACERDOTES:RELIGIOSOS/ASIS VIS 20070618 (580)
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