CIUDAD DEL VATICANO, 17 JUN 2007 (VIS).-El Papa llegó a las 8,30 de esta mañana a Asís, tras un viaje de una hora en helicóptero desde el Vaticano, para conmemorar el octavo centenario de la conversión de San Francisco.
Después de visitar el Santuario de Rivotorto, lugar en el que San Francisco vivió dos años con los primeros frailes, el Santo Padre se dirigió al Santuario de San Damián. A continuación se trasladó en automóvil a la Basílica de Santa Clara, donde rezó ante el Santísimo Sacramento y veneró el Crucifijo de San Damián, de quien el santo escuchó la frase programática que cambiaría su vida: "Vete, Francisco, repara mi casa".
A las 10,00, Benedicto XVI presidió una concelebración eucarística en la Plaza Inferior de San Francisco de Asís.
En la homilía, el Santo Padre resaltó la figura del santo, que durante sus primeros veinticinco años "buscaba vanos sueños de gloria vida terrena" y su conversión "le llevó a ejercitar misericordia. (...) Servir a los leprosos, hasta besarlos, no era sólo un gesto de filantropía, una conversión "social" por decir así, sino una verdadera experiencia religiosa fundada en el amor de Dios".
"Convertirnos al amor es pasar de la amargura a la "dulzura", de la tristeza a la alegría verdadera. El ser humano se realiza plenamente en la medida en que vive con Dios y de Dios, reconociéndolo y amándolo en los hermanos".
El Papa subrayó que "la vida de Francisco convertido fue un gran acto de amor", como lo revela "la elección que hizo por la pobreza y el buscar a Cristo en el rostro de los pobres".
Tras poner de relieve que Francisco "es un verdadero maestro" en la búsqueda de la paz, la salvaguardia de la naturaleza y la promoción del diálogo entre todos los hombres, el Santo Padre recordó en este contexto la iniciativa de Juan Pablo II de reunir en Asís en 1986 a los representantes de las confesiones cristianas y de las diversas religiones del mundo, para un encuentro de oración por la paz. Fue una intuición profética en un momento de gracia".
"La luz del "Poverello" sobre aquella iniciativa -continuó- era una garantía de autenticidad cristiana, ya que su vida y su mensaje se apoyan muy claramente en la decisión de seguir a Cristo; hay que rechazar a priori cualquier tentación de indiferentismo religioso, que no tiene nada que ver con el auténtico diálogo interreligioso".
Benedicto XVI señaló que "el "espíritu de Asís", que desde aquel evento se sigue difundiendo en el mundo, se opone al espíritu de violencia, al abuso de la religión como pretexto para la violencia. Asís significa que la fidelidad a las propias convicciones religiosas y la fidelidad sobre todo a Cristo crucificado y resucitado no se expresan con violencia e intolerancia, sino en el sincero respeto del otro, en el dialogo, en la libertad y en la razón y en el compromiso por la paz y la reconciliación".
"No sería evangélico, ni franciscano, no conseguir conjugar la acogida, el diálogo y el respeto por todos, con la certeza de fe que todos los cristianos, como el santo de Asís, tienen que cultivar, anunciando a Cristo como camino, verdad y vida del ser humano, único Salvador del mundo".
PV-ITALIA/MISA/ASIS VIS 20070618 (550)
Después de visitar el Santuario de Rivotorto, lugar en el que San Francisco vivió dos años con los primeros frailes, el Santo Padre se dirigió al Santuario de San Damián. A continuación se trasladó en automóvil a la Basílica de Santa Clara, donde rezó ante el Santísimo Sacramento y veneró el Crucifijo de San Damián, de quien el santo escuchó la frase programática que cambiaría su vida: "Vete, Francisco, repara mi casa".
A las 10,00, Benedicto XVI presidió una concelebración eucarística en la Plaza Inferior de San Francisco de Asís.
En la homilía, el Santo Padre resaltó la figura del santo, que durante sus primeros veinticinco años "buscaba vanos sueños de gloria vida terrena" y su conversión "le llevó a ejercitar misericordia. (...) Servir a los leprosos, hasta besarlos, no era sólo un gesto de filantropía, una conversión "social" por decir así, sino una verdadera experiencia religiosa fundada en el amor de Dios".
"Convertirnos al amor es pasar de la amargura a la "dulzura", de la tristeza a la alegría verdadera. El ser humano se realiza plenamente en la medida en que vive con Dios y de Dios, reconociéndolo y amándolo en los hermanos".
El Papa subrayó que "la vida de Francisco convertido fue un gran acto de amor", como lo revela "la elección que hizo por la pobreza y el buscar a Cristo en el rostro de los pobres".
Tras poner de relieve que Francisco "es un verdadero maestro" en la búsqueda de la paz, la salvaguardia de la naturaleza y la promoción del diálogo entre todos los hombres, el Santo Padre recordó en este contexto la iniciativa de Juan Pablo II de reunir en Asís en 1986 a los representantes de las confesiones cristianas y de las diversas religiones del mundo, para un encuentro de oración por la paz. Fue una intuición profética en un momento de gracia".
"La luz del "Poverello" sobre aquella iniciativa -continuó- era una garantía de autenticidad cristiana, ya que su vida y su mensaje se apoyan muy claramente en la decisión de seguir a Cristo; hay que rechazar a priori cualquier tentación de indiferentismo religioso, que no tiene nada que ver con el auténtico diálogo interreligioso".
Benedicto XVI señaló que "el "espíritu de Asís", que desde aquel evento se sigue difundiendo en el mundo, se opone al espíritu de violencia, al abuso de la religión como pretexto para la violencia. Asís significa que la fidelidad a las propias convicciones religiosas y la fidelidad sobre todo a Cristo crucificado y resucitado no se expresan con violencia e intolerancia, sino en el sincero respeto del otro, en el dialogo, en la libertad y en la razón y en el compromiso por la paz y la reconciliación".
"No sería evangélico, ni franciscano, no conseguir conjugar la acogida, el diálogo y el respeto por todos, con la certeza de fe que todos los cristianos, como el santo de Asís, tienen que cultivar, anunciando a Cristo como camino, verdad y vida del ser humano, único Salvador del mundo".
PV-ITALIA/MISA/ASIS VIS 20070618 (550)
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