CIUDAD DEL VATICANO, 1 JUN 2007 (VIS).-Benedicto XVI recibió esta mañana en el Vaticano a los obispos de la Conferencia Episcopal Centroafricana al final de su visita "ad Limina".
"Debéis cumplir vuestra misión al servicio del pueblo que el Señor os ha confiado en un contexto difícil -dijo el Papa a los obispos-. Por eso, para responder a los retos a que se enfrenta la Iglesia en vuestro país, una colaboración efectiva garantiza una mayor eficacia, pero esa colaboración es ante todo una necesidad fundada sobre una viva conciencia de la dimensión colegial de vuestro ministerio.(...) Estáis llamados a ser testigos en medio de vuestro pueblo a través de una comunión siempre más fuerte, una existencia cotidiana ejemplar".
Refiriéndose después a las cuestiones urgentes para la Iglesia centroafricana, el Santo Padre citó "la paz y la concordia nacional". "Sobre todo los más pobres -subrayó- son víctimas de situaciones dramáticas que desembocan inevitablemente en divisiones profundas en la sociedad y también en la desesperanza". Y en este ámbito recordó que la segunda asamblea especial para África del Sínodo de los Obispos, en preparación, "será un tiempo fuerte de reflexión sobre el anuncio del Evangelio en un contexto caracterizado por numerosos signos de esperanza pero también de situaciones preocupantes".
"Espero vivamente que este mundo que cambia profundamente no se olvide de África -reiteró el Papa- y que la esperanza abra sus puertas a los pueblos de ese continente".
"La Iglesia tiene el deber de defender a los más débiles y de ser la voz de los que no la tienen. Por eso quiero alentar a las personas a comprometerse decididamente en la defensa de la dignidad de la persona y de sus derechos inalienables (...) La promoción de la paz, de la justicia y de la reconciliación es expresión de la fe cristiana en el amor que Dios nutre por cada ser humano".
"Mediante sus obras sociales, especialmente en los ámbitos de la salud y la educación de los jóvenes -recordó el Santo Padre-, la Iglesia también contribuye, a su modo, a la construcción de la sociedad fraternal y solidaria a que aspira vuestro pueblo".
Pero "para que la sociedad tenga acceso a un auténtico desarrollo espiritual y humano es necesario cambiar también la mentalidad", y "esta amplia labor concierne especialmente a la familia y al matrimonio". El Santo Padre recalcó que "los cristianos demuestran a todos la grandeza y la verdad del matrimonio cuando se comprometen a vivir la fidelidad conyugal y la unidad de su pareja", e insistió en que el matrimonio se basa "siempre en un "sí" pronunciado libremente y con consentimiento por el hombre y la mujer".
A continuación Benedicto XVI habló de la importancia, "que no se puede subestimar", de la formación de los candidatos al sacerdocio. "Es necesario más que nunca -dijo- ser exigentes, (...) ya que los sacerdotes están llamados a cargar con pesadas responsabilidades". Por ello, "se debe requerir que los candidatos posean un conjunto de cualidades humanas que les capaciten para conseguir una verdadera disciplina de vida sacerdotal" y "será particularmente necesario verificar el equilibrio afectivo de los seminaristas y formar su sensibilidad para asegurarse de su idoneidad para vivir las exigencias del celibato sacerdotal. Esta formación humana debe acompañarse de una sólida formación espiritual, porque es indispensable que la vida y la actividad del sacerdote estén enraizadas en una fe viva en Jesucristo".
Por último, el Papa afirmó que era esencial "la participación activa y fructuosa de los fieles en el "Sacramento del Amor", y observó que "en esta perspectiva la adaptación apropiada a los diversos contextos y culturas debe apoyarse en una concepción auténtica de la enculturación para que la Eucaristía sea verdaderamente "el criterio de valorización de todo lo que el cristianismo encuentra en las diferentes expresiones culturales".
AL/.../REPUBLICA CENTROAFRICANA VIS 20070601 (670)
"Debéis cumplir vuestra misión al servicio del pueblo que el Señor os ha confiado en un contexto difícil -dijo el Papa a los obispos-. Por eso, para responder a los retos a que se enfrenta la Iglesia en vuestro país, una colaboración efectiva garantiza una mayor eficacia, pero esa colaboración es ante todo una necesidad fundada sobre una viva conciencia de la dimensión colegial de vuestro ministerio.(...) Estáis llamados a ser testigos en medio de vuestro pueblo a través de una comunión siempre más fuerte, una existencia cotidiana ejemplar".
Refiriéndose después a las cuestiones urgentes para la Iglesia centroafricana, el Santo Padre citó "la paz y la concordia nacional". "Sobre todo los más pobres -subrayó- son víctimas de situaciones dramáticas que desembocan inevitablemente en divisiones profundas en la sociedad y también en la desesperanza". Y en este ámbito recordó que la segunda asamblea especial para África del Sínodo de los Obispos, en preparación, "será un tiempo fuerte de reflexión sobre el anuncio del Evangelio en un contexto caracterizado por numerosos signos de esperanza pero también de situaciones preocupantes".
"Espero vivamente que este mundo que cambia profundamente no se olvide de África -reiteró el Papa- y que la esperanza abra sus puertas a los pueblos de ese continente".
"La Iglesia tiene el deber de defender a los más débiles y de ser la voz de los que no la tienen. Por eso quiero alentar a las personas a comprometerse decididamente en la defensa de la dignidad de la persona y de sus derechos inalienables (...) La promoción de la paz, de la justicia y de la reconciliación es expresión de la fe cristiana en el amor que Dios nutre por cada ser humano".
"Mediante sus obras sociales, especialmente en los ámbitos de la salud y la educación de los jóvenes -recordó el Santo Padre-, la Iglesia también contribuye, a su modo, a la construcción de la sociedad fraternal y solidaria a que aspira vuestro pueblo".
Pero "para que la sociedad tenga acceso a un auténtico desarrollo espiritual y humano es necesario cambiar también la mentalidad", y "esta amplia labor concierne especialmente a la familia y al matrimonio". El Santo Padre recalcó que "los cristianos demuestran a todos la grandeza y la verdad del matrimonio cuando se comprometen a vivir la fidelidad conyugal y la unidad de su pareja", e insistió en que el matrimonio se basa "siempre en un "sí" pronunciado libremente y con consentimiento por el hombre y la mujer".
A continuación Benedicto XVI habló de la importancia, "que no se puede subestimar", de la formación de los candidatos al sacerdocio. "Es necesario más que nunca -dijo- ser exigentes, (...) ya que los sacerdotes están llamados a cargar con pesadas responsabilidades". Por ello, "se debe requerir que los candidatos posean un conjunto de cualidades humanas que les capaciten para conseguir una verdadera disciplina de vida sacerdotal" y "será particularmente necesario verificar el equilibrio afectivo de los seminaristas y formar su sensibilidad para asegurarse de su idoneidad para vivir las exigencias del celibato sacerdotal. Esta formación humana debe acompañarse de una sólida formación espiritual, porque es indispensable que la vida y la actividad del sacerdote estén enraizadas en una fe viva en Jesucristo".
Por último, el Papa afirmó que era esencial "la participación activa y fructuosa de los fieles en el "Sacramento del Amor", y observó que "en esta perspectiva la adaptación apropiada a los diversos contextos y culturas debe apoyarse en una concepción auténtica de la enculturación para que la Eucaristía sea verdaderamente "el criterio de valorización de todo lo que el cristianismo encuentra en las diferentes expresiones culturales".
AL/.../REPUBLICA CENTROAFRICANA VIS 20070601 (670)
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