CIUDAD DEL VATICANO, 26 MAY 2007 (VIS).-El Santo Padre recibió este mediodía a los participantes en el encuentro promovido por los Jóvenes Empresarios de Confindustria (Confederación General de la Industria Italiana).
El Papa afirmó que "toda empresa tiene que ser en primer lugar un conjunto de personas, que hay que respetar en sus derechos y en su dignidad. (...) La vida humana y sus valores deben ser siempre el principio y el fin de la economía".
Tras poner de relieve que el beneficio es "el primer indicador de la buena marcha de la empresa", recordó que "el Magisterio social de la Iglesia reconoce su importancia, subrayando al mismo tiempo la necesidad de tutelar la dignidad de las personas que trabajan en las empresas".
"Es necesario -subrayó- que la actividad laboral vuelva a ser el ámbito en el que el ser humano pueda realizar sus propias facultades, usando toda su capacidad e ingenio personales, y crear las condiciones más favorables para ello depende en gran parte de los empresarios".
Benedicto XVI expresó su convicción de que a pesar de la crisis que atraviesa el mundo del trabajo, los jóvenes empresarios harán todo lo posible "por salvaguardar el empleo, en particular de los jóvenes. Para construir el propio futuro con confianza, deben poder contar con una fuente de ingresos segura para ellos y para sus familias".
El Santo Padre señaló que a lo largo de estos años, además de reflexionar sobre el "lugar central que debe ocupar el ser humano en la economía", habían afrontado el tema de "la familia en la empresa italiana". En este contexto, aseguró que "trabajar en favor de las familias significa contribuir a la renovación del tejido de la sociedad y asegurar las bases para un auténtico desarrollo económico".
Refiriéndose finalmente al fenómeno de la globalización, el Papa afirmó que si por un lado "alimenta la esperanza de una mayor participación en el desarrollo", también presenta "varios riesgos relacionados con las nuevas dimensiones de las relaciones comerciales y financieras, que pueden producir un incremento de la diferencia entre la riqueza económica de pocos y el crecimiento de la pobreza de muchos. Como afirmó de modo incisivo mi predecesor Juan Pablo II, es un deber "asegurar una globalización en la solidaridad, una globalización sin dejar a nadie al margen"".
AC/.../JOVENES EMPRESARIOS VIS 20070528 (400)
El Papa afirmó que "toda empresa tiene que ser en primer lugar un conjunto de personas, que hay que respetar en sus derechos y en su dignidad. (...) La vida humana y sus valores deben ser siempre el principio y el fin de la economía".
Tras poner de relieve que el beneficio es "el primer indicador de la buena marcha de la empresa", recordó que "el Magisterio social de la Iglesia reconoce su importancia, subrayando al mismo tiempo la necesidad de tutelar la dignidad de las personas que trabajan en las empresas".
"Es necesario -subrayó- que la actividad laboral vuelva a ser el ámbito en el que el ser humano pueda realizar sus propias facultades, usando toda su capacidad e ingenio personales, y crear las condiciones más favorables para ello depende en gran parte de los empresarios".
Benedicto XVI expresó su convicción de que a pesar de la crisis que atraviesa el mundo del trabajo, los jóvenes empresarios harán todo lo posible "por salvaguardar el empleo, en particular de los jóvenes. Para construir el propio futuro con confianza, deben poder contar con una fuente de ingresos segura para ellos y para sus familias".
El Santo Padre señaló que a lo largo de estos años, además de reflexionar sobre el "lugar central que debe ocupar el ser humano en la economía", habían afrontado el tema de "la familia en la empresa italiana". En este contexto, aseguró que "trabajar en favor de las familias significa contribuir a la renovación del tejido de la sociedad y asegurar las bases para un auténtico desarrollo económico".
Refiriéndose finalmente al fenómeno de la globalización, el Papa afirmó que si por un lado "alimenta la esperanza de una mayor participación en el desarrollo", también presenta "varios riesgos relacionados con las nuevas dimensiones de las relaciones comerciales y financieras, que pueden producir un incremento de la diferencia entre la riqueza económica de pocos y el crecimiento de la pobreza de muchos. Como afirmó de modo incisivo mi predecesor Juan Pablo II, es un deber "asegurar una globalización en la solidaridad, una globalización sin dejar a nadie al margen"".
AC/.../JOVENES EMPRESARIOS VIS 20070528 (400)
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