CIUDAD DEL VATICANO, 19 MAY 2007 (VIS).-El Santo Padre recibió este mediodía a los miembros de la Fundación "Centesimus Annus-Pro Pontifice", instituida por el Siervo de Dios Juan Pablo II en 1993, que tiene una finalidad religiosa, de culto y de beneficencia.
El Papa afirmó que durante su reunión anual habían abordado "los aspectos más actuales de la doctrina social de la Iglesia con referencia a los problemas y desafíos más urgentes en el mundo de hoy". Asimismo, agradeció la contribución de sus miembros "para responder a las numerosas peticiones de ayuda que me llegan de todo el mundo".
En estos días, dijo, "habéis reflexionado sobre las naciones de Asia caracterizadas por fuertes dinámicas de crecimiento económico, pero que no siempre comportan un desarrollo social real, y las de Africa, donde desgraciadamente el crecimiento económico y el desarrollo social encuentran muchos obstáculos y desafíos. Estos pueblos, como en general todos los del mundo, tienen necesidad de un progreso social y económico armonioso, con una dimensión realmente humana".
Tras recordar que este año se conmemora el 40 aniversario de la Encíclica del Siervo de Dios Pablo VI, "Populorum progressio", Benedicto XVI señaló que "aquel gran pontífice ya afirmaba con fuerza que "el desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico".
"La atención a las reales exigencias del ser humano, el respeto de la dignidad de cada persona, la búsqueda sincera del bien común, son principios inspiradores que hay que tener presentes cuando se proyecta el desarrollo de una nación. Lamentablemente, sin embargo, esto no siempre es así. En la sociedad globalizada actual se producen a menudo desequilibrios paradójicos y dramáticos".
El Papa subrayó que si se considera "el incremento sostenido de los índices de crecimiento económico y se analizan los problemas relacionados con el progreso moderno, sin excluir la elevada contaminación y el consumo irresponsable de los recursos naturales y ambientales, es evidente que solo un proceso de globalización atento a las exigencias de la solidaridad puede asegurar a la humanidad un futuro de auténtico bienestar y de paz estable para todos".
"Sé que vosotros, profesionales y fieles laicos comprometidos activamente en el mundo -terminó- queréis contribuir a resolver estos problemas a la luz de doctrina social de la Iglesia. Vuestro objetivo es promover la cultura de la solidaridad y favorecer un desarrollo económico atento a las expectativas reales de los individuos y de los pueblos. (...) Sólo de la unión ordenada de los tres principios irrenunciables del desarrollo -económico, social y humano- puede nacer una sociedad libre y solidaria".
AC/DESARROLLO/CENTESIMUS ANNUS VIS 20070521 (420)
El Papa afirmó que durante su reunión anual habían abordado "los aspectos más actuales de la doctrina social de la Iglesia con referencia a los problemas y desafíos más urgentes en el mundo de hoy". Asimismo, agradeció la contribución de sus miembros "para responder a las numerosas peticiones de ayuda que me llegan de todo el mundo".
En estos días, dijo, "habéis reflexionado sobre las naciones de Asia caracterizadas por fuertes dinámicas de crecimiento económico, pero que no siempre comportan un desarrollo social real, y las de Africa, donde desgraciadamente el crecimiento económico y el desarrollo social encuentran muchos obstáculos y desafíos. Estos pueblos, como en general todos los del mundo, tienen necesidad de un progreso social y económico armonioso, con una dimensión realmente humana".
Tras recordar que este año se conmemora el 40 aniversario de la Encíclica del Siervo de Dios Pablo VI, "Populorum progressio", Benedicto XVI señaló que "aquel gran pontífice ya afirmaba con fuerza que "el desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico".
"La atención a las reales exigencias del ser humano, el respeto de la dignidad de cada persona, la búsqueda sincera del bien común, son principios inspiradores que hay que tener presentes cuando se proyecta el desarrollo de una nación. Lamentablemente, sin embargo, esto no siempre es así. En la sociedad globalizada actual se producen a menudo desequilibrios paradójicos y dramáticos".
El Papa subrayó que si se considera "el incremento sostenido de los índices de crecimiento económico y se analizan los problemas relacionados con el progreso moderno, sin excluir la elevada contaminación y el consumo irresponsable de los recursos naturales y ambientales, es evidente que solo un proceso de globalización atento a las exigencias de la solidaridad puede asegurar a la humanidad un futuro de auténtico bienestar y de paz estable para todos".
"Sé que vosotros, profesionales y fieles laicos comprometidos activamente en el mundo -terminó- queréis contribuir a resolver estos problemas a la luz de doctrina social de la Iglesia. Vuestro objetivo es promover la cultura de la solidaridad y favorecer un desarrollo económico atento a las expectativas reales de los individuos y de los pueblos. (...) Sólo de la unión ordenada de los tres principios irrenunciables del desarrollo -económico, social y humano- puede nacer una sociedad libre y solidaria".
AC/DESARROLLO/CENTESIMUS ANNUS VIS 20070521 (420)
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