CIUDAD DEL VATICANO, 24 MAY 2007 (VIS).-El Santo Padre se encontró este mediodía en el Aula del Sínodo, en el Vaticano, con los participantes en la 57 Asamblea General de la Conferencia Episcopal Italiana, que se celebra esta semana.
El Papa dijo que los encuentros que había mantenido con los obispos durante la visita "ad limina" realizada en los meses pasados, le habían confirmado "la certeza de que "en Italia la fe es viva y está profundamente enraizada y que la Iglesia es una realidad de pueblo, muy cercana a las personas y a las familias. (...) La fe católica y la presencia de la Iglesia siguen siendo el gran factor unificador de esta amada Nación y una preciosa reserva de energías morales para su futuro".
Además de las realidades positivas, existen dificultades e insidias "que pueden crecer con el paso del tiempo y de las generaciones", dijo. En este contexto subrayó el "peso de una cultura marcada por el relativismo moral, pobre de certezas y rica de reivindicaciones a menudo injustificadas. También advertimos -continuó- la necesidad de un robustecimiento de la formación cristiana mediante una catequesis más sustanciosa, para la que el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica puede hacer un gran servicio".
Benedicto XVI señaló que "también es necesario el compromiso constante por poner a Dios cada vez más en el centro de la vida y de nuestras comunidades, de modo que ocupe el primer lugar la oración, la amistad personal con Jesús, y por tanto, la llamada a la santidad. En particular, hay que cuidar mucho las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada".
Tras recordar el tema de la asamblea general: "Jesucristo, único Salvador del mundo: la Iglesia en misión, ad gentes y entre nosotros", el Papa afirmó que estaba relacionado con los objetivos del Congreso Eclesial de Verona, que tuvo lugar en octubre de 2006.
"Se trata -aseguró el Santo Padre- de anunciar y testimoniar al mismo Jesucristo, tanto a los pueblos que se están abriendo a la fe por primera vez, como a los hijos de aquellos pueblos que ahora vienen a vivir y a trabajar en Italia, y a nuestra gente, que a veces se ha alejado de la fe y está sometida a la presión de aquellas tendencias secularizadoras que quieren dominar la sociedad y la cultura en este país".
"También hoy, como ha reafirmado la declaración "Dominus Iesus", debemos ser plenamente conscientes de que del misterio de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, vivo y presente en la Iglesia, brotan la unicidad y la universalidad salvadoras de la revelación cristiana y por tanto el deber irrenunciable de anunciar a todos (...) a Jesucristo mismo".
"La estima y el respeto hacia las otras religiones y culturas, con las semillas de verdad y bondad que contienen (...) son especialmente necesarias en nuestra época", dijo el Santo Padre. "Sin embargo, no puede disminuir la conciencia de la originalidad, la plenitud y la unicidad de la revelación del verdadero Dios que se nos ha dado definitivamente en Cristo y tampoco puede atenuarse o debilitarse la vocación misionera de la Iglesia".
Refiriéndose posteriormente a la "precisa responsabilidad" de los obispos, no solo con las iglesias que se les han confiado, sino con toda la nación, Benedicto XVI afirmó que "con pleno y cordial respeto de la distinción entre Iglesia y política, entre lo que es de César y lo que es de Dios, no podemos dejar de preocuparnos por aquello que es bueno para el ser humano", y "en concreto del bien común de Italia". En este sentido, el Papa citó "la Nota aprobada por el Consejo Episcopal Permanente sobre la familia fundada en el matrimonio y sobre las iniciativas legislativas acerca de las uniones de hecho, moviéndoos -dijo- en plena consonancia con la enseñanza de la Sede Apostólica".
La reciente manifestación organizada en Roma en favor de la familia "por iniciativa del laicado católico, pero compartida también por muchos no católicos", observó el Santo Padre, "ha contribuido a hacer que todos vean el significado y el papel de la familia en la sociedad (...) frente a una cultura que se engaña pensando que favorece la felicidad de las personas insistiendo unilateralmente en la libertad del individuo".
Hablando del "servicio diario a las muchas pobrezas, antiguas y nuevas, visibles o escondidas", el Papa elogió la labor de Caritas y de las organizaciones de voluntariado e invitó a los obispos a "promover este servicio para que (...) todos puedan ver que no hay separación alguna entre la Iglesia que custodia la ley moral y la Iglesia que alienta a los fieles a hacerse buenos samaritanos, reconociendo en cada persona que sufre a su prójimo".
Por último, Benedicto XVI recordó las iniciativas pastorales encaminadas a preparar la próxima Jornada Mundial de la Juventud en Sydney 2008. "Sabemos muy bien -dijo- que la formación cristiana de las nuevas generaciones es quizá la tarea más difícil, pero sumamente importante, a la que se enfrenta la Iglesia".
AC/ASAMBLEA GENERAL/CEI VIS 20070524 (830)
El Papa dijo que los encuentros que había mantenido con los obispos durante la visita "ad limina" realizada en los meses pasados, le habían confirmado "la certeza de que "en Italia la fe es viva y está profundamente enraizada y que la Iglesia es una realidad de pueblo, muy cercana a las personas y a las familias. (...) La fe católica y la presencia de la Iglesia siguen siendo el gran factor unificador de esta amada Nación y una preciosa reserva de energías morales para su futuro".
Además de las realidades positivas, existen dificultades e insidias "que pueden crecer con el paso del tiempo y de las generaciones", dijo. En este contexto subrayó el "peso de una cultura marcada por el relativismo moral, pobre de certezas y rica de reivindicaciones a menudo injustificadas. También advertimos -continuó- la necesidad de un robustecimiento de la formación cristiana mediante una catequesis más sustanciosa, para la que el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica puede hacer un gran servicio".
Benedicto XVI señaló que "también es necesario el compromiso constante por poner a Dios cada vez más en el centro de la vida y de nuestras comunidades, de modo que ocupe el primer lugar la oración, la amistad personal con Jesús, y por tanto, la llamada a la santidad. En particular, hay que cuidar mucho las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada".
Tras recordar el tema de la asamblea general: "Jesucristo, único Salvador del mundo: la Iglesia en misión, ad gentes y entre nosotros", el Papa afirmó que estaba relacionado con los objetivos del Congreso Eclesial de Verona, que tuvo lugar en octubre de 2006.
"Se trata -aseguró el Santo Padre- de anunciar y testimoniar al mismo Jesucristo, tanto a los pueblos que se están abriendo a la fe por primera vez, como a los hijos de aquellos pueblos que ahora vienen a vivir y a trabajar en Italia, y a nuestra gente, que a veces se ha alejado de la fe y está sometida a la presión de aquellas tendencias secularizadoras que quieren dominar la sociedad y la cultura en este país".
"También hoy, como ha reafirmado la declaración "Dominus Iesus", debemos ser plenamente conscientes de que del misterio de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, vivo y presente en la Iglesia, brotan la unicidad y la universalidad salvadoras de la revelación cristiana y por tanto el deber irrenunciable de anunciar a todos (...) a Jesucristo mismo".
"La estima y el respeto hacia las otras religiones y culturas, con las semillas de verdad y bondad que contienen (...) son especialmente necesarias en nuestra época", dijo el Santo Padre. "Sin embargo, no puede disminuir la conciencia de la originalidad, la plenitud y la unicidad de la revelación del verdadero Dios que se nos ha dado definitivamente en Cristo y tampoco puede atenuarse o debilitarse la vocación misionera de la Iglesia".
Refiriéndose posteriormente a la "precisa responsabilidad" de los obispos, no solo con las iglesias que se les han confiado, sino con toda la nación, Benedicto XVI afirmó que "con pleno y cordial respeto de la distinción entre Iglesia y política, entre lo que es de César y lo que es de Dios, no podemos dejar de preocuparnos por aquello que es bueno para el ser humano", y "en concreto del bien común de Italia". En este sentido, el Papa citó "la Nota aprobada por el Consejo Episcopal Permanente sobre la familia fundada en el matrimonio y sobre las iniciativas legislativas acerca de las uniones de hecho, moviéndoos -dijo- en plena consonancia con la enseñanza de la Sede Apostólica".
La reciente manifestación organizada en Roma en favor de la familia "por iniciativa del laicado católico, pero compartida también por muchos no católicos", observó el Santo Padre, "ha contribuido a hacer que todos vean el significado y el papel de la familia en la sociedad (...) frente a una cultura que se engaña pensando que favorece la felicidad de las personas insistiendo unilateralmente en la libertad del individuo".
Hablando del "servicio diario a las muchas pobrezas, antiguas y nuevas, visibles o escondidas", el Papa elogió la labor de Caritas y de las organizaciones de voluntariado e invitó a los obispos a "promover este servicio para que (...) todos puedan ver que no hay separación alguna entre la Iglesia que custodia la ley moral y la Iglesia que alienta a los fieles a hacerse buenos samaritanos, reconociendo en cada persona que sufre a su prójimo".
Por último, Benedicto XVI recordó las iniciativas pastorales encaminadas a preparar la próxima Jornada Mundial de la Juventud en Sydney 2008. "Sabemos muy bien -dijo- que la formación cristiana de las nuevas generaciones es quizá la tarea más difícil, pero sumamente importante, a la que se enfrenta la Iglesia".
AC/ASAMBLEA GENERAL/CEI VIS 20070524 (830)
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