CIUDAD DEL VATICANO, 22 ABR 2007 (VIS).-Después de su encuentro con el mundo de la cultura en la universidad de Pavía, Benedicto XVI se trasladó a la basílica de San Pietro in Ciel d'Oro para celebrar las vísperas. Antes de entrar en el templo, el Santo Padre se detuvo en el patio del convento de San Agustín para bendecir la primera piedra del Centro Cultural Agustino Benedicto XVI.
Una vez dentro de la basílica, el Papa incensó la urna que contiene las reliquias de San Agustín y tras saludar al obispo de Pavía, Giovanni Giudici y al prior general de la Orden Agustina, Robert Francis Prevost, pronunció una homilía..
"Quisiera recoger aquí, ante el sepulcro del "Doctor gratiae" -dijo Benedicto XVI- un mensaje significativo para el camino de la Iglesia (...) que viene del encuentro entre la Palabra de Dios y la experiencia personal del obispo de Hipona: (...) Jesucristo, Verbo encarnado (...) es la revelación del rostro de Dios Amor a cada ser humano en camino por los senderos del tiempo y la eternidad. (...) Aquí está el corazón del Evangelio, el núcleo central del cristianismo. La luz de este amor abrió los ojos de Agustín y le hizo encontrar "la belleza, siempre antigua y siempre nueva" en la que el corazón del ser humano encuentra la paz".
"Aquí (...) quisiera volver a entregar a la Iglesia y al mundo mi primera encíclica, que contiene este mensaje central del Evangelio: (...) Dios es amor" y "es acreedora del pensamiento de San Agustín, que fue un enamorado del Amor de Dios".
"Estoy convencido, siguiendo las enseñanzas del Concilio Vaticano II y de mis predecesores -recalcó el Santo Padre-, de que la humanidad contemporánea necesita este mensaje esencial. (...) Todo debe partir de él y todo tiene que llevar a él: toda acción pastoral, todo tratado teológico".
"El amor -explicó- es el alma de la vida de la Iglesia y de su acción pastoral. (...) Sólo quien vive en la experiencia personal del amor del Señor puede ejercer la tarea de guiar y acompañar a los demás en el camino que sigue a Cristo" y "servir a Cristo es antes que nada cuestión de amor".
"!Que vuestra pertenencia a la Iglesia y vuestro apostolado brillen siempre por la libertad de todo interés individual y por la adhesión sin reservas al amor de Cristo!", exclamó el Santo Padre, afirmando a continuación que sobre todo "los jóvenes necesitan recibir el anuncio de la libertad y de la alegría, cuyo secreto reside en Cristo. Él es la respuesta más verdadera a las esperanzas de sus corazones inquietos por tantas preguntas".
"Siguiendo las huellas de Agustín, sed también vosotros una Iglesia que anuncia con franqueza la "buena noticia" de Cristo. (...) La Iglesia no es una simple organización de manifestaciones colectivas ni, al contrario, la suma de individuos que viven una religiosidad privada. La Iglesia es una comunidad de personas que creen en el Dios de Jesucristo y se comprometen a vivir en el mundo el mandamiento de la caridad que nos dejó".
"Os invito -concluyó el Papa- a perseguir la "medida alta" de la vida cristiana que encuentra en la caridad el vínculo de la perfección y debe traducirse también en un estilo de vida moral inspirado en el Evangelio".
Finalizada la celebración de las Vísperas, el Papa se desplazó al estadio P. Fortunati de Pavía, desde donde partió en helicóptero para el aeropuerto de Milán y desde allí volar a Roma, donde aterrizó poco antes de las 20,30.
PV-ITALIA/VISPERAS/PAVIA VIS 20070423 (600)
Una vez dentro de la basílica, el Papa incensó la urna que contiene las reliquias de San Agustín y tras saludar al obispo de Pavía, Giovanni Giudici y al prior general de la Orden Agustina, Robert Francis Prevost, pronunció una homilía..
"Quisiera recoger aquí, ante el sepulcro del "Doctor gratiae" -dijo Benedicto XVI- un mensaje significativo para el camino de la Iglesia (...) que viene del encuentro entre la Palabra de Dios y la experiencia personal del obispo de Hipona: (...) Jesucristo, Verbo encarnado (...) es la revelación del rostro de Dios Amor a cada ser humano en camino por los senderos del tiempo y la eternidad. (...) Aquí está el corazón del Evangelio, el núcleo central del cristianismo. La luz de este amor abrió los ojos de Agustín y le hizo encontrar "la belleza, siempre antigua y siempre nueva" en la que el corazón del ser humano encuentra la paz".
"Aquí (...) quisiera volver a entregar a la Iglesia y al mundo mi primera encíclica, que contiene este mensaje central del Evangelio: (...) Dios es amor" y "es acreedora del pensamiento de San Agustín, que fue un enamorado del Amor de Dios".
"Estoy convencido, siguiendo las enseñanzas del Concilio Vaticano II y de mis predecesores -recalcó el Santo Padre-, de que la humanidad contemporánea necesita este mensaje esencial. (...) Todo debe partir de él y todo tiene que llevar a él: toda acción pastoral, todo tratado teológico".
"El amor -explicó- es el alma de la vida de la Iglesia y de su acción pastoral. (...) Sólo quien vive en la experiencia personal del amor del Señor puede ejercer la tarea de guiar y acompañar a los demás en el camino que sigue a Cristo" y "servir a Cristo es antes que nada cuestión de amor".
"!Que vuestra pertenencia a la Iglesia y vuestro apostolado brillen siempre por la libertad de todo interés individual y por la adhesión sin reservas al amor de Cristo!", exclamó el Santo Padre, afirmando a continuación que sobre todo "los jóvenes necesitan recibir el anuncio de la libertad y de la alegría, cuyo secreto reside en Cristo. Él es la respuesta más verdadera a las esperanzas de sus corazones inquietos por tantas preguntas".
"Siguiendo las huellas de Agustín, sed también vosotros una Iglesia que anuncia con franqueza la "buena noticia" de Cristo. (...) La Iglesia no es una simple organización de manifestaciones colectivas ni, al contrario, la suma de individuos que viven una religiosidad privada. La Iglesia es una comunidad de personas que creen en el Dios de Jesucristo y se comprometen a vivir en el mundo el mandamiento de la caridad que nos dejó".
"Os invito -concluyó el Papa- a perseguir la "medida alta" de la vida cristiana que encuentra en la caridad el vínculo de la perfección y debe traducirse también en un estilo de vida moral inspirado en el Evangelio".
Finalizada la celebración de las Vísperas, el Papa se desplazó al estadio P. Fortunati de Pavía, desde donde partió en helicóptero para el aeropuerto de Milán y desde allí volar a Roma, donde aterrizó poco antes de las 20,30.
PV-ITALIA/VISPERAS/PAVIA VIS 20070423 (600)
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