CIUDAD DEL VATICANO, 25 MAR 2007 (VIS).-Benedicto XVI visitó esta mañana la parroquia romana de Santa Felicidad e hijos mártires, en el sector norte de la diócesis de Roma, donde celebró la Santa Misa.
En la homilía, el Santo Padre afirmó que el Evangelio de hoy sobre la mujer adúltera "nos ayuda a entender que sólo el amor de Dios puede cambiar desde dentro la existencia del ser humano y por tanto, de toda la sociedad, porque sólo su amor infinito lo libera del pecado, que es la raíz de todo mal".
Dios, continuó, "es sobre todo amor: si odia el pecado es porque ama infinitamente a cada persona. Ama a cada uno de nosotros y su fidelidad es tan profunda que no se deja desanimar ni siquiera por nuestro rechazo. En particular, hoy Jesús nos incita a la conversión interior: nos explica porqué perdona y nos enseña a hacer del perdón recibido y donado a los hermanos el "pan cotidiano" de nuestra existencia".
El Papa señaló que en la escena que relata San Juan "se confrontan la miseria humana y la misericordia divina; una mujer acusada de un gran pecado y Aquel, que aun no siendo pecador, carga con los pecados del mundo entero". Jesús "no pide explicaciones ni excusas" a la mujer. "No es irónico al preguntar: "¿Ninguno te ha condenado?" Y es sorprendente con su respuesta: "Yo tampoco te condeno; vete y de ahora en adelante no peques más".
El objetivo del Señor, continuó comentando este episodio, "es salvar un alma y revelar que la salvación se halla solo en el amor de Dios. Para esto ha venido a la tierra, por eso morirá en la Cruz y el Padre le resucitará el tercer día. Jesús ha venido para decirnos que quiere que todos vayamos al cielo y que el infierno, del que se habla poco en nuestro tiempo, existe y es eterno para los que cierran el corazón a su amor".
"Aquí se pone de relieve que sólo el perdón divino y su amor recibido con un corazón abierto y sincero nos dan la fuerza para resistir al mal y "no pecar más". La actitud de Jesús se convierte de este modo en un modelo para todas las comunidades, llamadas a hacer del amor y del perdón el centro vibrante de su vida".
Benedicto XVI concluyó pidiendo al Señor, por intercesión de la madre Felicidad y sus hijos, mártires, que los fieles de esta parroquia encuentren "cada vez con mayor profundidad a Cristo y le sigan con fidelidad dócil. (...) Que el ejemplo de estos santos sea para vosotros un constante aliento para seguir el sendero del Evangelio sin vacilación y sin compromisos".
HML/.../SANTA FELICIDAD VIS 20070326 (450)
En la homilía, el Santo Padre afirmó que el Evangelio de hoy sobre la mujer adúltera "nos ayuda a entender que sólo el amor de Dios puede cambiar desde dentro la existencia del ser humano y por tanto, de toda la sociedad, porque sólo su amor infinito lo libera del pecado, que es la raíz de todo mal".
Dios, continuó, "es sobre todo amor: si odia el pecado es porque ama infinitamente a cada persona. Ama a cada uno de nosotros y su fidelidad es tan profunda que no se deja desanimar ni siquiera por nuestro rechazo. En particular, hoy Jesús nos incita a la conversión interior: nos explica porqué perdona y nos enseña a hacer del perdón recibido y donado a los hermanos el "pan cotidiano" de nuestra existencia".
El Papa señaló que en la escena que relata San Juan "se confrontan la miseria humana y la misericordia divina; una mujer acusada de un gran pecado y Aquel, que aun no siendo pecador, carga con los pecados del mundo entero". Jesús "no pide explicaciones ni excusas" a la mujer. "No es irónico al preguntar: "¿Ninguno te ha condenado?" Y es sorprendente con su respuesta: "Yo tampoco te condeno; vete y de ahora en adelante no peques más".
El objetivo del Señor, continuó comentando este episodio, "es salvar un alma y revelar que la salvación se halla solo en el amor de Dios. Para esto ha venido a la tierra, por eso morirá en la Cruz y el Padre le resucitará el tercer día. Jesús ha venido para decirnos que quiere que todos vayamos al cielo y que el infierno, del que se habla poco en nuestro tiempo, existe y es eterno para los que cierran el corazón a su amor".
"Aquí se pone de relieve que sólo el perdón divino y su amor recibido con un corazón abierto y sincero nos dan la fuerza para resistir al mal y "no pecar más". La actitud de Jesús se convierte de este modo en un modelo para todas las comunidades, llamadas a hacer del amor y del perdón el centro vibrante de su vida".
Benedicto XVI concluyó pidiendo al Señor, por intercesión de la madre Felicidad y sus hijos, mártires, que los fieles de esta parroquia encuentren "cada vez con mayor profundidad a Cristo y le sigan con fidelidad dócil. (...) Que el ejemplo de estos santos sea para vosotros un constante aliento para seguir el sendero del Evangelio sin vacilación y sin compromisos".
HML/.../SANTA FELICIDAD VIS 20070326 (450)
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