CIUDAD DEL VATICANO, 10 FEB 2007 (VIS).-Benedicto XVI recibió las cartas credenciales del nuevo embajador de Costa Rica ante la Santa Sede, Luis París Chaverri.
Al inicio de su discurso al diplomático, el Papa puso de relieve la "fuerte impronta religiosa" de Costa Rica, que "refleja la fe de su pueblo después de más de cinco siglos del inicio de la evangelización"
El Santo Padre señaló que las diversas comunidades eclesiales "cooperan en campos tan importantes como la enseñanza, la asistencia a los más desfavorecidos, los servicios sanitarios, así como la promoción de la persona en su condición de ciudadano e hijo de Dios". Los obispos de Costa Rica están preocupados por "el creciente nivel de pobreza, la inseguridad pública y la violencia familiar, junto con una fuerte inmigración de países vecinos. Ante estas situaciones a veces conflictivas y para defender el bien común, ofrecen su colaboración con iniciativas que favorecen el entendimiento y la conciliación, y llevan a la promoción de la justicia y la solidaridad, fomentando si es preciso el diálogo nacional entre los responsables de la vida pública".
Tras recordar que "las mejoras sociales no se alcanzan aplicando sólo las medidas técnicas necesarias, sino promoviendo también reformas que tengan presente una consideración ética de la persona, de la familia y de la sociedad", el Papa afirmó que hay que "cultivar los valores morales como la honestidad, la austeridad y la responsabilidad por el bien común. De este modo se podrá evitar el egoísmo personal y colectivo, así como la corrupción en cualquier ámbito, que impiden toda forma de progreso".
Benedicto XVI elogió las iniciativas del gobierno "para promover en el mundo la paz y los derechos humanos, así como la tradicional cercanía con las posiciones mantenidas por la Santa Sede en diversos foros internacionales sobre cuestiones tan importantes como la defensa de la vida humana y la promoción del matrimonio y la familia".
"Todos los costarricenses, con las cualidades que les distinguen, han de ser protagonistas y artífices del progreso del país, cooperando a una estabilidad política que permita que todos puedan participar en la vida pública". En este sentido, recordó que "las enseñanzas morales de la Iglesia ofrecen unos valores y orientaciones que, tomados en consideración especialmente por quienes trabajan al servicio de la nación, son de gran ayuda para afrontar de manera adecuada las necesidades y aspiraciones de los ciudadanos".
El Santo Padre se refirió posteriormente al "doloroso y vasto problema de la pobreza, con sus graves consecuencias en el campo de la educación, de la salud y de la vivienda; un apremiante desafío para los gobernantes y responsables de la administración pública de cara al futuro de la nación".
Frente a este problema, "se requiere -concluyó- una toma de conciencia más profunda que permita afrontar firmemente la presente situación en todas sus dimensiones, cooperando así a un verdadero empeño por el bien de todos. Al igual que en otras partes, los pobres carecen de bienes primarios y no encuentran los medios indispensables que permiten su promoción y desarrollo integral. Estos afecta, sobre todo, a los inmigrados en busca de un mejor nivel de vida. Ante ello, la Iglesia (...) trata de impulsar y favorecer iniciativas encaminadas a superar situaciones de marginación".
CD/CREDENCIALES/COSTA RICA:PARIS VIS 20070212 (550)
Al inicio de su discurso al diplomático, el Papa puso de relieve la "fuerte impronta religiosa" de Costa Rica, que "refleja la fe de su pueblo después de más de cinco siglos del inicio de la evangelización"
El Santo Padre señaló que las diversas comunidades eclesiales "cooperan en campos tan importantes como la enseñanza, la asistencia a los más desfavorecidos, los servicios sanitarios, así como la promoción de la persona en su condición de ciudadano e hijo de Dios". Los obispos de Costa Rica están preocupados por "el creciente nivel de pobreza, la inseguridad pública y la violencia familiar, junto con una fuerte inmigración de países vecinos. Ante estas situaciones a veces conflictivas y para defender el bien común, ofrecen su colaboración con iniciativas que favorecen el entendimiento y la conciliación, y llevan a la promoción de la justicia y la solidaridad, fomentando si es preciso el diálogo nacional entre los responsables de la vida pública".
Tras recordar que "las mejoras sociales no se alcanzan aplicando sólo las medidas técnicas necesarias, sino promoviendo también reformas que tengan presente una consideración ética de la persona, de la familia y de la sociedad", el Papa afirmó que hay que "cultivar los valores morales como la honestidad, la austeridad y la responsabilidad por el bien común. De este modo se podrá evitar el egoísmo personal y colectivo, así como la corrupción en cualquier ámbito, que impiden toda forma de progreso".
Benedicto XVI elogió las iniciativas del gobierno "para promover en el mundo la paz y los derechos humanos, así como la tradicional cercanía con las posiciones mantenidas por la Santa Sede en diversos foros internacionales sobre cuestiones tan importantes como la defensa de la vida humana y la promoción del matrimonio y la familia".
"Todos los costarricenses, con las cualidades que les distinguen, han de ser protagonistas y artífices del progreso del país, cooperando a una estabilidad política que permita que todos puedan participar en la vida pública". En este sentido, recordó que "las enseñanzas morales de la Iglesia ofrecen unos valores y orientaciones que, tomados en consideración especialmente por quienes trabajan al servicio de la nación, son de gran ayuda para afrontar de manera adecuada las necesidades y aspiraciones de los ciudadanos".
El Santo Padre se refirió posteriormente al "doloroso y vasto problema de la pobreza, con sus graves consecuencias en el campo de la educación, de la salud y de la vivienda; un apremiante desafío para los gobernantes y responsables de la administración pública de cara al futuro de la nación".
Frente a este problema, "se requiere -concluyó- una toma de conciencia más profunda que permita afrontar firmemente la presente situación en todas sus dimensiones, cooperando así a un verdadero empeño por el bien de todos. Al igual que en otras partes, los pobres carecen de bienes primarios y no encuentran los medios indispensables que permiten su promoción y desarrollo integral. Estos afecta, sobre todo, a los inmigrados en busca de un mejor nivel de vida. Ante ello, la Iglesia (...) trata de impulsar y favorecer iniciativas encaminadas a superar situaciones de marginación".
CD/CREDENCIALES/COSTA RICA:PARIS VIS 20070212 (550)
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