CIUDAD DEL VATICANO, 10 FEB 2007 (VIS).-Benedicto XVI recibió hoy a una delegación de la Academia de Ciencias Morales y Políticas de París (Francia), encabezada por su secretario perpetuo, Michel Albert. En el transcurso del acto el Papa recibió una medalla conmemorativa de su ingreso como miembro extranjero asociado de esa institución.
Tras agradecer la entrega de la medalla, el Santo Padre recordó que esa Academia era "una sede de intercambios y de debates que ofrece a los ciudadanos y al legislador oportunidades de reflexión para "encontrar las formas de organización políticas más favorables para el bien común y el desarrollo del individuo".
El Papa subrayó que en el mundo actual es más urgente que nunca "invitar a nuestros contemporáneos a prestar atención a estos dos elementos", y observó que "el desarrollo del subjetivismo, que lleva a que cada uno a considerarse como el único punto de referencia y a creer que lo que piensa tiene el carácter de la verdad, debe impulsarnos a formar las conciencias en los valores fundamentales, que no se pueden despreciar sin poner en peligro al ser humano y a la sociedad misma".
Benedicto XVI evocó después la figura de Andreï Sakharov, a quien sucedió en la Academia, afirmando que su ejemplo recordaba "la necesidad en la vida personal y en la vida pública de tener el coraje de decir la verdad y de seguirla, de ser libre con relación al ambiente que a menudo tiende a imponer sus modos de ver y los comportamientos que hay que adoptar".
"Uno de los desafíos para nuestros contemporáneos, y particularmente para la juventud -dijo-, consiste en aceptar no vivir simplemente de cara al exterior sino en desarrollar la vida interior, el lugar unificador del ser y del actuar, el lugar del reconocimiento de nuestra dignidad de hijos de Dios llamados a la libertad. (...) Lo que alegra e00l corazón del ser humano es saberse hijo de Dios, es una vida bella y buena, (...) es la victoria sobre el mal y la mentira".
El Papa propuso de nuevo como ejemplo a Sakharov recordando que "si bajo el régimen comunista, su libertad exterior se vio trabada, su libertad interior, que ninguno podía quitarle, lo autorizaba a tomar la palabra para defender con firmeza a sus compatriotas, en nombre del bien común. También hoy, es importante que el ser humano no se deje trabar por cadenas exteriores, como el relativismo, la búsqueda del poder y del provecho cueste lo que cueste, la droga, las relaciones afectivas desordenadas, la confusión sobre el matrimonio, el no reconocer al ser humano en todas las etapas de su existencia, desde su concepción a su fin natural, como si se pudiera pensar que hay etapas en las que el ser humano no existe verdaderamente".
"Debemos tener el coraje de recordar a nuestros contemporáneos qué son el ser humano y la humanidad", concluyó el Santo Padre, e invitó "a las autoridades civiles y a las personas que tienen una función en la transmisión de los valores, a tener siempre el coraje de afirmar la verdad sobre el ser humano".
AC/ACADEMIA CIENCIAS MORALES:POLITICAS/... VIS 20070212 (530)
Tras agradecer la entrega de la medalla, el Santo Padre recordó que esa Academia era "una sede de intercambios y de debates que ofrece a los ciudadanos y al legislador oportunidades de reflexión para "encontrar las formas de organización políticas más favorables para el bien común y el desarrollo del individuo".
El Papa subrayó que en el mundo actual es más urgente que nunca "invitar a nuestros contemporáneos a prestar atención a estos dos elementos", y observó que "el desarrollo del subjetivismo, que lleva a que cada uno a considerarse como el único punto de referencia y a creer que lo que piensa tiene el carácter de la verdad, debe impulsarnos a formar las conciencias en los valores fundamentales, que no se pueden despreciar sin poner en peligro al ser humano y a la sociedad misma".
Benedicto XVI evocó después la figura de Andreï Sakharov, a quien sucedió en la Academia, afirmando que su ejemplo recordaba "la necesidad en la vida personal y en la vida pública de tener el coraje de decir la verdad y de seguirla, de ser libre con relación al ambiente que a menudo tiende a imponer sus modos de ver y los comportamientos que hay que adoptar".
"Uno de los desafíos para nuestros contemporáneos, y particularmente para la juventud -dijo-, consiste en aceptar no vivir simplemente de cara al exterior sino en desarrollar la vida interior, el lugar unificador del ser y del actuar, el lugar del reconocimiento de nuestra dignidad de hijos de Dios llamados a la libertad. (...) Lo que alegra e00l corazón del ser humano es saberse hijo de Dios, es una vida bella y buena, (...) es la victoria sobre el mal y la mentira".
El Papa propuso de nuevo como ejemplo a Sakharov recordando que "si bajo el régimen comunista, su libertad exterior se vio trabada, su libertad interior, que ninguno podía quitarle, lo autorizaba a tomar la palabra para defender con firmeza a sus compatriotas, en nombre del bien común. También hoy, es importante que el ser humano no se deje trabar por cadenas exteriores, como el relativismo, la búsqueda del poder y del provecho cueste lo que cueste, la droga, las relaciones afectivas desordenadas, la confusión sobre el matrimonio, el no reconocer al ser humano en todas las etapas de su existencia, desde su concepción a su fin natural, como si se pudiera pensar que hay etapas en las que el ser humano no existe verdaderamente".
"Debemos tener el coraje de recordar a nuestros contemporáneos qué son el ser humano y la humanidad", concluyó el Santo Padre, e invitó "a las autoridades civiles y a las personas que tienen una función en la transmisión de los valores, a tener siempre el coraje de afirmar la verdad sobre el ser humano".
AC/ACADEMIA CIENCIAS MORALES:POLITICAS/... VIS 20070212 (530)
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