CIUDAD DEL VATICANO, 9 FEB 2007 (VIS).-Benedicto XVI recibió hoy en el Vaticano las cartas credenciales de Juan Gómez Martínez, nuevo embajador de Colombia ante la Santa Sede.
En su discurso el Papa observó que el diplomático representaba una nación "que, a lo largo de su historia, se ha distinguido por su identidad católica". Una característica que se manifestaba además "en el aprecio de los fieles hacia los obispos y sus colaboradores, tratando de mantener las tradiciones y las virtudes heredadas de los mayores".
Benedicto XVI elogió los esfuerzos de Colombia "para buscar la paz y la reconciliación, junto con el empeño por fomentar el progreso y unas instituciones democráticas más sólidas", al igual que "los objetivos alcanzados para una mayor seguridad y estabilidad social, así como en la lucha contra la pobreza". El Papa destacó también los progresos en materia de educación que han favorecido "el acceso de todos los ciudadanos a los programas escolares y universitarios, pues la educación es el cimiento de una sociedad más humana y solidaria".
No obstante estos logros, Benedicto XVI recordó que en ese país todavía persisten "otros problemas en la sociedad que atentan contra la dignidad de las personas, la unidad de las familias, un justo desarrollo económico y una conveniente calidad de vida" y animó "a todos los colombianos a continuar en sus esfuerzos para conseguir la concordia y el crecimiento armónico de la nación".
El Santo Padre manifestó su aprecio porque en su discurso el nuevo embajador había subrayado "la importante labor de la Iglesia católica para la reconciliación nacional" y mencionó "la participación directa de algunos obispos, sacerdotes y religiosos en las acciones encaminadas a construir la paz, (...) recordando cuáles son las bases insustituibles del verdadero progreso humano y de la convivencia pacífica".
A continuación, Benedicto XVI habló de su "preocupación por las leyes que conciernen a cuestiones (...) como la transmisión y defensa de la vida, la enfermedad, la identidad de la familia y el respeto del matrimonio. Sobre estos temas, (...) la Iglesia católica seguirá proclamando sin cesar la inalienable grandeza de la dignidad humana. Es necesario apelar también a la responsabilidad de los laicos presentes en los órganos legislativos (...) para que las leyes expresen siempre los principios y los valores que sean conformes con el derecho natural y que promuevan el auténtico bien común".
"Es mi ardiente deseo que en su país se ponga fin a este cruel flagelo de los secuestros, que atentan de manera tan grave a la dignidad y a los derechos de las personas -recalcó el Papa-. Acompaño con mi oración a quienes se hallan injustamente privados de la libertad y expreso mi cercanía a sus familias, confiando en su pronta liberación".
"A este respecto -concluyó-, las numerosas instituciones dedicadas a la caridad, siguiendo los proyectos pastorales de la Conferencia Episcopal y de las diócesis, están llamadas a prestar asistencia humanitaria a los más necesitados, especialmente a los desplazados, tan numerosos en Colombia, así como a las víctimas de la violencia. De este modo dan también testimonio del esfuerzo de la Iglesia que, siempre en el marco de su propia misión y en las circunstancias que vive la nación, es artífice de comunión y de esperanza".
CD/CREDENCIALES/COLOMBIA:GOMEZ VIS 20070209 (540)
En su discurso el Papa observó que el diplomático representaba una nación "que, a lo largo de su historia, se ha distinguido por su identidad católica". Una característica que se manifestaba además "en el aprecio de los fieles hacia los obispos y sus colaboradores, tratando de mantener las tradiciones y las virtudes heredadas de los mayores".
Benedicto XVI elogió los esfuerzos de Colombia "para buscar la paz y la reconciliación, junto con el empeño por fomentar el progreso y unas instituciones democráticas más sólidas", al igual que "los objetivos alcanzados para una mayor seguridad y estabilidad social, así como en la lucha contra la pobreza". El Papa destacó también los progresos en materia de educación que han favorecido "el acceso de todos los ciudadanos a los programas escolares y universitarios, pues la educación es el cimiento de una sociedad más humana y solidaria".
No obstante estos logros, Benedicto XVI recordó que en ese país todavía persisten "otros problemas en la sociedad que atentan contra la dignidad de las personas, la unidad de las familias, un justo desarrollo económico y una conveniente calidad de vida" y animó "a todos los colombianos a continuar en sus esfuerzos para conseguir la concordia y el crecimiento armónico de la nación".
El Santo Padre manifestó su aprecio porque en su discurso el nuevo embajador había subrayado "la importante labor de la Iglesia católica para la reconciliación nacional" y mencionó "la participación directa de algunos obispos, sacerdotes y religiosos en las acciones encaminadas a construir la paz, (...) recordando cuáles son las bases insustituibles del verdadero progreso humano y de la convivencia pacífica".
A continuación, Benedicto XVI habló de su "preocupación por las leyes que conciernen a cuestiones (...) como la transmisión y defensa de la vida, la enfermedad, la identidad de la familia y el respeto del matrimonio. Sobre estos temas, (...) la Iglesia católica seguirá proclamando sin cesar la inalienable grandeza de la dignidad humana. Es necesario apelar también a la responsabilidad de los laicos presentes en los órganos legislativos (...) para que las leyes expresen siempre los principios y los valores que sean conformes con el derecho natural y que promuevan el auténtico bien común".
"Es mi ardiente deseo que en su país se ponga fin a este cruel flagelo de los secuestros, que atentan de manera tan grave a la dignidad y a los derechos de las personas -recalcó el Papa-. Acompaño con mi oración a quienes se hallan injustamente privados de la libertad y expreso mi cercanía a sus familias, confiando en su pronta liberación".
"A este respecto -concluyó-, las numerosas instituciones dedicadas a la caridad, siguiendo los proyectos pastorales de la Conferencia Episcopal y de las diócesis, están llamadas a prestar asistencia humanitaria a los más necesitados, especialmente a los desplazados, tan numerosos en Colombia, así como a las víctimas de la violencia. De este modo dan también testimonio del esfuerzo de la Iglesia que, siempre en el marco de su propia misión y en las circunstancias que vive la nación, es artífice de comunión y de esperanza".
CD/CREDENCIALES/COLOMBIA:GOMEZ VIS 20070209 (540)
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