CIUDAD DEL VATICANO, 15 DIC 2006 (VIS).-Benedicto XVI recibió hoy en el Vaticano a Su Beatitud Antonios Naguib, patriarca de Alejandría de los coptos católicos, que visita por primera vez oficialmente la Santa Sede desde su elección en marzo de este año.
En su discurso en francés, el Papa pidió al patriarca que transmitiese sus saludos a todos los obispos, sacerdotes y fieles, así como al cardenal Stéphanos II Ghattas, patriarca emérito.
"En la celebración de la Divina Liturgia -dijo el Santo Padre- es donde mejor se manifiesta la comunión en Cristo, que a todos nos hermana" y "entre todos los católicos, alrededor del Sucesor de Pedro".
Tras recordar que la sede de Alejandría fue durante los cinco primeros siglos del cristianismo "el primer patriarcado después de Roma", Benedicto XVI resaltó que esa comunidad patriarcal es "portadora de una rica tradición espiritual, litúrgica y teológica - la tradición alejandrina-, cuyos tesoros forman parte del patrimonio de la Iglesia", y aseguró al patriarca su oración y apoyo en "el particular encargo que el Concilio ecuménico Vaticano II confió a las Iglesias orientales católicas: "hacer progresar la unidad de todos los cristianos, sobre todo de los cristianos orientales".
El patriarcado de Alejandría de los coptos católicos tiene también un "papel importante en el diálogo interreligioso, para desarrollar la fraternidad y la estima entre cristianos y musulmanes". El Papa invitó también a Su Beatitud Naguib a "seguir impulsando la investigación teológica y espiritual propia de su tradición".
"En el mundo actual, su misión es de una gran importancia para sus fieles y todos los seres humanos", dijo el Santo Padre, elogiando la atención prestada por el patriarca a "la educación humana, espiritual, moral e intelectual de la juventud a través de una red escolar y catequética de calidad, que constituye un servicio a la entera sociedad".
Refiriéndose a la formación de los sacerdotes, el Papa subrayó que "la vitalidad de las comunidades cristianas en el mundo de hoy necesita pastores (...) que sean verdaderos testigos del Verbo de Dios y guías para ayudar a los fieles a enraizar cada vez más profundamente, su vida y su misión en Cristo"
"Sé muy bien el lugar que ocupa la vida consagrada en su Iglesia -concluyó el Santo Padre-. ¡Qué la pobreza, la castidad y la obediencia vividas según los consejos evangélicos sean un testimonio y un llamamiento a la santidad para el mundo de hoy!".
AC/PATRIARCADO ALEJANDRIA/ANTONIOS VIS 20061215 (420)
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