CIUDAD DEL VATICANO, 21 OCT 2006 (VIS).-El Papa visitó esta mañana la Pontificia Universidad Lateranense con motivo de la apertura del año académico. Antes del acto, bendijo la nueva biblioteca "Beato Pío IX", la sala de lectura "Juan Pablo II" y el Aula Magna recientemente reestructurada, a la que se le ha dado el nombre de Benedicto XVI.
Tras saludar al cardenal Camillo Ruini, gran canciller del ateneo y al rector magnífico, el obispo Rino Fisichella, y a los representantes religiosos y académicos, Benedicto XVI dirigió unas palabras a los participantes en el acto.
"Un contexto como el académico -dijo el Papa- invita de forma peculiar a entrar de nuevo en el tema de la crisis de la cultura e identidad que estas décadas plantean. (...) La Universidad es uno de los lugares más significativos para intentar encontrar el camino (...) para salir de esta situación", ya que en ella "se custodia la riqueza de la tradición que permanece viva durante los siglos; se puede explicar la fecundidad de la verdad cuando es acogida en su autenticidad" y "se forman las nuevas generaciones que esperan una propuesta (...) capaz de responder a la perenne pregunta sobre el sentido de la existencia".
"El contexto contemporáneo -prosiguió- parece conceder la primacía a una inteligencia artificial cada vez más sometida a la técnica experimental, olvidando que toda ciencia debe salvaguardar al ser humano y promover su tensión hacia el bien auténtico. Supervalorar el "hacer" descuidando el "ser" no ayuda a recomponer el equilibrio fundamental que todos necesitan para dar a la propia existencia un fundamento sólido y una finalidad válida".
"Toda persona está llamada a dar un sentido a su comportamiento, sobre todo si se encuentra ante un descubrimiento científico que toca la esencia misma de la vida personal", subrayó el Santo Padre, y advirtió que "dejarse llevar por el gusto del descubrimiento sin salvaguardar el criterio que procede de una visión más profunda nos haría revivir el drama de un mito antiguo: el joven Ícaro, en pos del vuelo hacia la libertad absoluta, (...) se acerca cada vez más al sol, olvidando que sus alas son de cera. Paga con la caída y la muerte el precio de esta ilusión. (...) En la vida hay otras ilusiones en las que no podemos confiar sin que acarreen consecuencias desastrosas para la propia existencia y la de los demás".
Dirigiéndose después a los profesores, Benedicto XVI les recordó que tienen " no solo la tarea de indagar la verdad y suscitar estupor perenne, sino también la de promover su conocimiento en todos los aspectos y la de defenderla de interpretaciones reductoras y erradas. (...) Es una cuestión clave para dar una identidad profunda a la vida personal y suscitar la responsabilidad en las relaciones sociales".
"Aprender la esencia verdadera de las cosas, por mínima que sea -dijo el Santo Padre citando a Erasmo de Rotterdam- cuesta mucho trabajo. (...) Este es el trabajo que la universidad debe llevar a cabo, y que pasa a través del estudio y la investigación".
"Dios es la verdad última a la que tiende naturalmente toda razón, movida por el deseo de comprender hasta el fondo el camino designado -concluyó el Papa-. Dios no es una palabra vacía ni una hipótesis abstracta; es el fundamento sobre el cual construir la vida. (...) El creyente sabe que este Dios tiene un rostro y que una vez para siempre, con Jesucristo se ha acercado a todos los seres humanos. (...) Conocerle es conocer la verdad plena, gracias a la cual se encuentra la libertad".
BXVI-VISITA/UNIVERSIDAD LATERANENSE/... VIS 20061023 (590)
Tras saludar al cardenal Camillo Ruini, gran canciller del ateneo y al rector magnífico, el obispo Rino Fisichella, y a los representantes religiosos y académicos, Benedicto XVI dirigió unas palabras a los participantes en el acto.
"Un contexto como el académico -dijo el Papa- invita de forma peculiar a entrar de nuevo en el tema de la crisis de la cultura e identidad que estas décadas plantean. (...) La Universidad es uno de los lugares más significativos para intentar encontrar el camino (...) para salir de esta situación", ya que en ella "se custodia la riqueza de la tradición que permanece viva durante los siglos; se puede explicar la fecundidad de la verdad cuando es acogida en su autenticidad" y "se forman las nuevas generaciones que esperan una propuesta (...) capaz de responder a la perenne pregunta sobre el sentido de la existencia".
"El contexto contemporáneo -prosiguió- parece conceder la primacía a una inteligencia artificial cada vez más sometida a la técnica experimental, olvidando que toda ciencia debe salvaguardar al ser humano y promover su tensión hacia el bien auténtico. Supervalorar el "hacer" descuidando el "ser" no ayuda a recomponer el equilibrio fundamental que todos necesitan para dar a la propia existencia un fundamento sólido y una finalidad válida".
"Toda persona está llamada a dar un sentido a su comportamiento, sobre todo si se encuentra ante un descubrimiento científico que toca la esencia misma de la vida personal", subrayó el Santo Padre, y advirtió que "dejarse llevar por el gusto del descubrimiento sin salvaguardar el criterio que procede de una visión más profunda nos haría revivir el drama de un mito antiguo: el joven Ícaro, en pos del vuelo hacia la libertad absoluta, (...) se acerca cada vez más al sol, olvidando que sus alas son de cera. Paga con la caída y la muerte el precio de esta ilusión. (...) En la vida hay otras ilusiones en las que no podemos confiar sin que acarreen consecuencias desastrosas para la propia existencia y la de los demás".
Dirigiéndose después a los profesores, Benedicto XVI les recordó que tienen " no solo la tarea de indagar la verdad y suscitar estupor perenne, sino también la de promover su conocimiento en todos los aspectos y la de defenderla de interpretaciones reductoras y erradas. (...) Es una cuestión clave para dar una identidad profunda a la vida personal y suscitar la responsabilidad en las relaciones sociales".
"Aprender la esencia verdadera de las cosas, por mínima que sea -dijo el Santo Padre citando a Erasmo de Rotterdam- cuesta mucho trabajo. (...) Este es el trabajo que la universidad debe llevar a cabo, y que pasa a través del estudio y la investigación".
"Dios es la verdad última a la que tiende naturalmente toda razón, movida por el deseo de comprender hasta el fondo el camino designado -concluyó el Papa-. Dios no es una palabra vacía ni una hipótesis abstracta; es el fundamento sobre el cual construir la vida. (...) El creyente sabe que este Dios tiene un rostro y que una vez para siempre, con Jesucristo se ha acercado a todos los seres humanos. (...) Conocerle es conocer la verdad plena, gracias a la cual se encuentra la libertad".
BXVI-VISITA/UNIVERSIDAD LATERANENSE/... VIS 20061023 (590)
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