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lunes, 10 de julio de 2006

EL PAPA REZA POR LAS VICTIMAS DEL ACCIDENTE DE METRO

CIUDAD DEL VATICANO, 8 JUL 2006 (VIS).-Benedicto XVI partió a las 9,30 del aeropuerto romano de Fiumicino rumbo a Valencia (España), donde llegó a las 11,30. El  objetivo de su primer viaje apostólico a España, el tercero fuera de Italia desde el inicio de su pontificado, es clausurar mañana el V Encuentro Mundial de las Familias, cuyo tema es "La transmisión de la fe en la familia".

  Nada más bajar del avión, en el aeropuerto de Manises, los Reyes de España, don Juan Carlos y doña Sofía, dieron la bienvenida al Santo Padre. Posteriormente recibió el saludo del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero y de otras autoridades civiles y eclesiásticas, entre ellos, el arzobispo de Valencia, monseñor Agustín García-Gasco.

  En su discurso, el Papa dio las gracias al arzobispo, a los obispos auxiliares, así como a toda la archidiócesis levantina por la "calurosa acogida en el marco de este Encuentro Mundial, y que estos días acompaña en el dolor a las familias que lloran por sus seres queridos, víctimas de un trágico episodio, y que se siente cercana también a los heridos".

  "Mi deseo -afirmó- es proponer el papel central, para la Iglesia y la sociedad, que tiene la familia fundada en el matrimonio. Ésta es una institución insustituible según los planes de Dios, y cuyo valor fundamental la Iglesia no puede dejar de anunciar y promover, para que sea vivido siempre con sentido de responsabilidad y alegría".

  Benedicto XVI recordó que su "venerado predecesor y gran amigo de España, el querido Juan Pablo II, convocó este Encuentro. (...) Muy unido a todos los participantes, imploraré del Señor, por intercesión de nuestra Madre Santísima y del Apóstol Santiago, abundantes gracias para las familias de España y de todo el mundo".

  Tras pronunciar el primer discurso, el Papa se trasladó en papamóvil a la estación de Jesús, donde rezó por los 42 fallecidos en el accidente de metro del pasado lunes.

  Poco después, se dirigió a la Catedral de Valencia, dedicada a la Virgen de la Asunción, donde rezó ante el Santísimo, y posteriormente, en la capilla del Santo Cáliz, firmó el Libro de Honor y una carta autógrafa dirigida a todos los miembros de la Conferencia Episcopal Española, que entregó a su presidente, monseñor Ricardo Blázquez Pérez, obispo de Bilbao.

  Según la tradición, el Santo Cáliz es la copa que usó Jesús en la Ultima Cena. Tiempo después, San Pedro se lo llevó a Roma y fue conservado por los papas hasta Sixto II que, durante la persecución del Emperador Valeriano (siglo III), ordenó, poco antes de su martirio, a su diácono Lorenzo que lo escondiera. San Lorenzo envió el cáliz a su tierra natal, Huesca, antes de su martirio. Esto ocurrió en el año 258 ó 261. Allí permaneció 450 años, hasta la invasión musulmana. En el año 712, ante el avance musulmán, el obispo de Huesca lo llevó hasta el monasterio de San Juan de la Peña. Siglos más tarde, en 1437, el Rey Alfonso V el Magnánimo lo entregó a la Catedral de Valencia. En 1982, Juan Pablo II usó el Santo Cáliz durante la celebración eucarística en la que ordenó al mayor número de sacerdotes de su pontificado.
 
  El Papa se trasladó a continuación a la Basílica de la Virgen de los Desamparados, patrona de Valencia, que fue construida entre 1652 y 1667 y que el beato Juan XXIII proclamó en 1961 patrona principal de toda la región valenciana. Allí rezó de nuevo por los fallecidos en el siniestro, acompañado en esa ocasión por los familiares de las víctimas.

  "Ante la Virgen de los Desamparados, le pedimos que sea consuelo para todas las familias que han sufrido las consecuencias del accidente, que ha sumido en el dolor y el luto a sus hijos en esta ciudad. Con el corazón puesto en la misericordia divina, recemos todos juntos un Padrenuestro en sufragio de quienes están ahora en la presencia de Dios".

  Terminada la breve ceremonia, el Papa salió de la basílica y antes de rezar el Angelus en la Plaza de la Virgen, dirigió unas palabras a los seminaristas, acompañados por sus familiares.

  "El amor, la entrega y la fidelidad de los padres, así como la concordia en la familia, es el ambiente propicio para que se escuche la llamada divina y se acoja el don de la vocación. Vivid intensamente los años de preparación en el seminario, con la ayuda y el discernimiento de los formadores, y con la docilidad y confianza total de los Apóstoles, que siguieron a Jesús prontamente. Aprended de la Virgen María cómo se acoge sin reservas esta llamada, con alegría y generosidad".

  Antes de terminar, el Santo Padre se dirigió en valenciano a la Virgen de los Desamparados: "Davant de la Cheperudeta vullc dirli: "Ampareumos nit i dia en totes les necessitats, puix que sou, Verge María, Mare dels Desamparats" (Ante la Jorobadita quiero decirle: "Ampáranos noche y día en todas las necesidades, ya que sois, Virgen María, Madre de los Desamparados").

  Benedicto XVI se trasladó entonces al Palacio Arzobispal, su residencia oficial en los dos días de su visita.
PV-ESPAÑA/LLEGADA:CATEDRAL:BASILICA/VALENCIA    VIS 20060710 (870)


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