CIUDAD DEL VATICANO, 20 MAY 2006 (VIS).-El Santo Padre recibió este mediodía a los obispos de la región Atlántica de Canadá, que acaban de realizar su visita "ad limina".
Al inicio de su discurso, el Papa constató que Canadá "sufre hoy los efectos del secularismo, que está muy difundido. (...) Uno de los síntomas más dramáticos de esta mentalidad, claramente manifiesta en vuestra propia región, es la caída del índice de natalidad".
Benedicto XVI afirmó que "en los distritos que padecen las consecuencias dolorosas del declino económico, como el desempleo y la emigración no deseada, los representantes eclesiales aportan mucho fruto cuando, en su preocupación por el bien común, apoyan con generosidad a las autoridades civiles en su tarea de promover la regeneración en la comunidad".
Comentando con los obispos las prioridades pastorales, el Papa puso de relieve que "con la edad avanzada del clero y las numerosas comunidades aisladas, los desafíos son enormes".
Tras subrayar la importancia de los programas de catequesis y de educación religiosa, exhortó a los prelados a "asegurar que la relación intrínseca entre el magisterio de la Iglesia, la fe de los individuos y el testimonio en la vida pública sea preservada y promovida. Sólo de esta manera podremos superar la ruptura entre el evangelio y la cultura".
"Vuestros catequistas -continuó- son muy importantes. (...) La enseñanza de la fe no se puede reducir a una mera transmisión de "cosas" o de palabras, o incluso de una serie de verdades abstractas. ¡La Tradición de la Iglesia está viva!". En este contexto, el Santo Padre pidió en especial a los adultos de las diferentes diócesis que afrontaran "el desafío valioso del servicio catequístico". "Su ejemplo de testimonio cristiano a los más jóvenes, fortalecerá su propia fe y traerá a otros la felicidad, que es consecuencia del sentido y del fin de la vida que el Señor revela".
Benedicto XVI afirmó que en el programa de renovación pastoral, los prelados estaban afrontando "la tarea delicada de la reorganización de las parroquias y de las diócesis", que "es esencialmente un ejercicio de renovación espiritual. Esto exige una promoción pastoral de la santidad", que se alcanza mediante "una pedagogía auténtica de la oración, un conocimiento de la vida de los santos y de las múltiples formas de espiritualidad que embellecen y estimulan la vida de la Iglesia, una participación asidua al Sacramento de la Reconciliación, y una catequesis convincente sobre el domingo como "día de la fe".
El Papa alentó a los obispos en su deber de promover "una cultura de la vocación. Vuestros informes -dijo- confirman la admiración que tenéis por vuestros sacerdotes, que trabajan con gran generosidad por la misión de la Iglesia y el bien de los que sirven. Pido para que su esfuerzo diario de conversión y de entrega -añadió-, despierte en los jóvenes el deseo de responder a la llamada de Dios al ministerio sacerdotal humilde en su Iglesia".
Refiriéndose al final a la contribución de los religiosos y religiosas a la misión eclesial y a la preocupación de los obispos ante la disminución de vocaciones religiosas en Canadá, el Santo Padre resaltó "el testimonio fundamental que ofrecen, abandonándose sin reservas en las manos de Cristo y de la Iglesia, como un anuncio fuerte y claro de la presencia de Dios y con un lenguaje comprensible para nuestros contemporáneos".
AL/.../CANADA VIS 20060522 (570)
Al inicio de su discurso, el Papa constató que Canadá "sufre hoy los efectos del secularismo, que está muy difundido. (...) Uno de los síntomas más dramáticos de esta mentalidad, claramente manifiesta en vuestra propia región, es la caída del índice de natalidad".
Benedicto XVI afirmó que "en los distritos que padecen las consecuencias dolorosas del declino económico, como el desempleo y la emigración no deseada, los representantes eclesiales aportan mucho fruto cuando, en su preocupación por el bien común, apoyan con generosidad a las autoridades civiles en su tarea de promover la regeneración en la comunidad".
Comentando con los obispos las prioridades pastorales, el Papa puso de relieve que "con la edad avanzada del clero y las numerosas comunidades aisladas, los desafíos son enormes".
Tras subrayar la importancia de los programas de catequesis y de educación religiosa, exhortó a los prelados a "asegurar que la relación intrínseca entre el magisterio de la Iglesia, la fe de los individuos y el testimonio en la vida pública sea preservada y promovida. Sólo de esta manera podremos superar la ruptura entre el evangelio y la cultura".
"Vuestros catequistas -continuó- son muy importantes. (...) La enseñanza de la fe no se puede reducir a una mera transmisión de "cosas" o de palabras, o incluso de una serie de verdades abstractas. ¡La Tradición de la Iglesia está viva!". En este contexto, el Santo Padre pidió en especial a los adultos de las diferentes diócesis que afrontaran "el desafío valioso del servicio catequístico". "Su ejemplo de testimonio cristiano a los más jóvenes, fortalecerá su propia fe y traerá a otros la felicidad, que es consecuencia del sentido y del fin de la vida que el Señor revela".
Benedicto XVI afirmó que en el programa de renovación pastoral, los prelados estaban afrontando "la tarea delicada de la reorganización de las parroquias y de las diócesis", que "es esencialmente un ejercicio de renovación espiritual. Esto exige una promoción pastoral de la santidad", que se alcanza mediante "una pedagogía auténtica de la oración, un conocimiento de la vida de los santos y de las múltiples formas de espiritualidad que embellecen y estimulan la vida de la Iglesia, una participación asidua al Sacramento de la Reconciliación, y una catequesis convincente sobre el domingo como "día de la fe".
El Papa alentó a los obispos en su deber de promover "una cultura de la vocación. Vuestros informes -dijo- confirman la admiración que tenéis por vuestros sacerdotes, que trabajan con gran generosidad por la misión de la Iglesia y el bien de los que sirven. Pido para que su esfuerzo diario de conversión y de entrega -añadió-, despierte en los jóvenes el deseo de responder a la llamada de Dios al ministerio sacerdotal humilde en su Iglesia".
Refiriéndose al final a la contribución de los religiosos y religiosas a la misión eclesial y a la preocupación de los obispos ante la disminución de vocaciones religiosas en Canadá, el Santo Padre resaltó "el testimonio fundamental que ofrecen, abandonándose sin reservas en las manos de Cristo y de la Iglesia, como un anuncio fuerte y claro de la presencia de Dios y con un lenguaje comprensible para nuestros contemporáneos".
AL/.../CANADA VIS 20060522 (570)
Entradas
No hay comentarios:
Publicar un comentario