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miércoles, 30 de marzo de 2005

VIERNES SANTO: PASION DEL SEÑOR, VIA CRUCIS EN EL COLISEO


CIUDAD DEL VATICANO, 25 MAR 2005 (VIS).-El cardenal James F. Stafford, penitenciario mayor, presidió en nombre de Juan Pablo II los oficios del Viernes Santo en la basílica de San Pedro. Como de costumbre, el predicador de la Casa Pontificia, padre Raniero Cantalamessa, O.F.M.Cap., pronunció la homilía. Posteriormente tuvo lugar la oración universal, la adoración de la Santa Cruz y la Sagrada Comunión.

El padre Cantalamessa subrayó que "la Eucaristía es el modo inventado por Dios para ser para siempre el 'Emmanuel', Dios-con-nosotros. Esta presencia no es una garantía y una protección sólo para la Iglesia, sino para todo el mundo". La expresión "¡Dios está con nosotros!", dijo, está lejos de exclusivismos, pues "con la venida de Cristo todo se ha hecho universal. 'Dios ha reconciliado al mundo consigo en Cristo'".

La Eucaristía, continuó, prolonga en la historia la presencia del Jesús "dulce y piadoso", pero "la mansedumbre de Cristo no justifica, sino más bien hace aún más extraña y odiosa la violencia que se registra hoy frente a su persona".

"Tal vez -continuó- debemos imitar a nuestro Maestro y decir sencillamente: 'Padre, perdónales porque no saben lo que hacen'. Perdónales a ellos y a nosotros, porque ciertamente también a causa de nuestros pecados, presentes y pasados, el nombre de Cristo es vilipendiado entre las gentes".

Tras manifestar al Papa el agradecimiento por "el don del año eucarístico" y el deseo de una pronta recuperación, el padre Cantalamessa terminó: "¡Vuelva pronto, Santo Padre; la Pascua es mucho menos 'Pascua' sin usted!".

A las 21,15, tuvo lugar el Via Crucis en el Coliseo. El Papa, por primera vez en su pontificado, no pudo presidir el rito, pero lo siguió por televisión. En las imágenes ofrecidas por el Centro Televisivo Vaticano aparecía el Santo Padre de espaldas, mirando hacia el altar, ante el que se había colocado una pantalla de televisión para que siguiera el acto.

El cardenal Camillo Ruini, vicario general para la diócesis de Roma, llevó la cruz en la dos primeras y en la última estación. También llevaron la cruz dos frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa, una religiosa de la diócesis de Dibrugarh (India), una laica de la diócesis de Chonju (Corea del Sur), una familia de Roma, una laica de la archidiócesis de Colombo (Sri Lanka), una familia albanesa inmigrante en Italia, y un joven de la archidiócesis de Jartum (Sudán).

En un breve mensaje leído por el cardenal Ruini antes de comenzar el Via Crucis, Juan Pablo II escribía: "Me uno a vosotros en esa invocación tan densa de significado: 'Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi, quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum'. Sí, adoramos y bendecimos el misterio de la cruz del Hijo de Dios, pues precisamente de aquella muerte ha surgido una nueva esperanza para la humanidad.

"La adoración de la Cruz -continúa- nos invita a un compromiso del que no podemos sustraernos: la misión que san Pablo expresaba con las palabras 'completo en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo en beneficio de su Cuerpo, que es la Iglesia'. Yo también ofrezco mis sufrimientos para que el diseño de Dios se realice y su palabra camine entre las gentes. También estoy cerca de cuantos, en este momento, están sufriendo. Rezo por cada uno de ellos"

"En este día memorial de Cristo crucificado contemplo y adoro con vosotros la Cruz y repito las palabras de la liturgia: 'O crux, ave spes unica!'. ¡Salve, Cruz, esperanza única, danos paciencia y valentía y alcanza la paz para el mundo!".

El tema central de este Vía Crucis, escrito por el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, es lo que Jesús dijo el Domingo de Ramos, inmediatamente después de su ingreso en Jerusalén, respondiendo a la solicitud de algunos griegos que deseaban verle: 'Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, dará mucho fruto' (Jn 12, 24). El Señor interpreta todo su itinerario terrenal como el proceso del grano de trigo, que solamente mediante la muerte llega a producir fruto. Interpreta su vida terrenal, su muerte y resurrección, en la perspectiva de la Santísima Eucaristía, en la cual se sintetiza todo su misterio.
JPII-SEMANA SANTA/VIERNES SANTO/... VIS 20050330 (740)

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