CIUDAD DEL VATICANO, 26 MAR 2005 (VIS).-Esta tarde a las 20,00 en la basílica de San Pedro, el cardenal Joseph Ratzinger junto con 24 cardenales, presidió la Misa de Vigilia Pascual en nombre de Juan Pablo II. Cinco catecúmenos procedentes de Italia, Japón, República Democrática del Congo y Perú, recibieron los sacramentos del bautismo, la confirmación y la eucaristía.
La ceremonia comenzó en el atrio oscurecido de San Pedro con la bendición del fuego y el encendimiento del cirio pascual, seguidos por una procesión en la basílica, también en tinieblas, donde los participantes, uno a uno, encendieron las velas que llevaban consigo. Antes del comienzo de la Misa, el cardenal Ratzinger, decano del colegio cardenalicio, leyó un mensaje del Santo Padre. "Gracias a la televisión- escribe el Papa-puedo seguir desde mi apartamento la sugestiva vigilia pascual". Juan Pablo II saluda a los presentes, especialmente a los catecúmenos que recibirán los sacramentos.
"Es verdaderamente extraordinaria esta noche -prosigue el Santo Padre- en que la luz fulgurante de Cristo resucitado vence de forma definitiva a las potencias de las tinieblas del mal y de la muerte y vuelve a encender en los corazones de los creyentes la esperanza y la alegría. Queridos míos, guiados por la liturgia recemos al Señor Jesús para que el mundo vea y reconozca que, gracias a su pasión, muerte y resurrección, lo destruido se reconstruye, lo envejecido reverdece y todo regresa, más hermoso de antes, a su integridad original".
El cardenal Ratzinger, en su homilía, recordó que la procesión de la vigilia pascual, llevando el cirio y hacia la luz, simboliza "el sendero de la humanidad que, en las noches de la historia, busca la luz, busca el paraíso, busca la vida verdadera, la reconciliación entre las gentes, entre el cielo y la tierra, la paz universal".
"Cristo es la luz, Cristo es el camino, la verdad y la vida; siguiendo a Cristo (...) encontramos el camino justo. Seguir a Cristo significa estar atentos a su palabra (...) El ser humano no vive solo de pan, o de dinero, o de la carrera, vive de la palabra de Dios que nos corrige, nos renueva, nos enseña los valores en que se asienta el mundo y la sociedad. La palabra de Dios es el verdadero maná, el pan del cielo que nos enseña la vida, que nos enseña a ser hombres y mujeres".
"Seguir a Cristo -afirmó el cardenal- significa ser compasivos con los que sufren, preocuparse por los pobres; significa tener el valor de defender nuestra fe contra las ideologías; tener confianza en la Iglesia y en su interpretación y puesta en práctica de la palabra divina en nuestras circunstancias actuales. Seguir a Cristo significa amar a su Iglesia, su cuerpo místico. Caminando así encendemos pequeñas luces en el mundo, rompemos las tinieblas de la historia".
JPII-SEMANA SANTA/VIGILIA PASCUAL/RATZINGER VIS 20050330 (480)
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