CIUDAD DEL VATICANO, 29 ENE 2005 (VIS).-Como es tradicional por estas fechas, el Papa recibió hoy al decano, a los prelados auditores, oficiales, abogados del Tribunal de la Rota Romana, al inicio del Año Judiciario.
El Santo Padre ofreció este año unas reflexiones sobre la dimensión moral de la actividad de los jueces en los tribunales eclesiásticos, "sobre todo por lo que concierne al deber de adecuarse a la verdad sobre el matrimonio, tal y como es enseñada por la Iglesia".
"Los intereses individuales y colectivos pueden llevar a las partes -dijo- a recurrir a varios tipos de falsedad o incluso de corrupción para lograr una sentencia favorable. De este riesgo no son inmunes ni siquiera los procesos canónicos, en los que se trata de conocer la verdad sobre la existencia o no de un matrimonio".
Juan Pablo II señaló que hay quien "en nombre de pretendidas exigencias pastorales proponer declarar nulas las uniones que han fracasado totalmente. Para ello se sugiere mantener las apariencias sustanciales y del proceso, disimulando la inexistencia de un verdadero juicio procesal. De este modo se cae en la tentación de declarar la nulidad y probarla en contraste con los principios más elementales de la normativa y del magisterio de la Iglesia".
"Es evidente -continuó- la gravedad objetiva jurídica y moral de estos comportamientos, que no son la solución pastoral válida a los problemas planteados por las crisis matrimoniales".
El Papa recordó que en varios discursos a la Rota Romana se había referido a la "relación esencial del proceso con la búsqueda de la verdad objetiva. De esto se deben hacer cargo sobre todo los obispos, que son los jueces por derecho divino de sus comunidades". Además, tienen que "cuidar la idoneidad de los miembros de los tribunales (...) para verificar la conformidad de las sentencias con la recta doctrina".
El juez, subrayó, "debe estar convencido de que existe la verdad. (...) Es necesario resistir al miedo a la verdad", y no dejarse "condicionar ni por sentimientos de falsa compasión por las personas, ni por falsos modelos de pensamiento, a pesar de que estén difundidos en el ambiente. El sabe que las sentencias injustas nunca son una verdadera solución pastoral, y que lo que cuenta para la eternidad es el juicio de Dios sobre su actuar".
Juan Pablo II puso de relieve que el juez "debe atenerse a las leyes canónicas, rectamente interpretadas", sin separar "las leyes de la Iglesia de las enseñanzas magisteriales, como si perteneciesen a dos esferas distintas, siendo la primera la única que tendría fuerza jurídicamente vinculante, mientras la segunda tendría un valor meramente orientador o exhortativo. Un planteamiento así, en el fondo revela una mentalidad positivista".
"Un momento importante de la búsqueda de la verdad es la tramitación de la causa". En este sentido, el Papa subrayó que a pesar de que la rapidez del proceso judicial "es un derecho de las personas, sin embargo, una falsa celeridad, en detrimento de la verdad, es todavía más gravemente injusta".
AC/.../TRIBUNAL ROTA ROMANA VIS 20050129 (500)
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