CIUDAD DEL VATICANO, 18 SEP 2004 (VIS).-La creación de una cultura de la paz, el papel de las religiones en este ámbito y el diálogo interreligioso fueron los temas centrales del discurso que Juan Pablo II dirigió a la nueva embajadora de Egipto ante la Santa Sede, Nevine Simaika Halim Abdalla, que presentó esta mañana sus cartas credenciales.
"Como la Santa Sede no deja de repetir en esta época turbulenta -dijo el Papa- las relaciones internacionales no se pacificarán de forma estable a menos que la voluntad de diálogo no prevalezca sobre la lógica del enfrentamiento. Tanto en Irak, donde el regreso a la paz civil parece tan difícil de instaurar, como en Tierra Santa, desfigurada por un conflicto interminable que se nutre de odios y de deseos recíprocos de venganza, o en otros países martirizados por el terrorismo, (...) en todos los lugares la violencia revela sus horrores y su incapacidad para resolver los conflictos. (...) Llamo de nuevo a sus responsabilidades a la comunidad internacional para que favorezca el regreso al razonamiento y a la negociación, única salida posible de los conflictos entre los seres humanos".
El Santo Padre habló después del "lugar particular en las relaciones entre las naciones" que ocupa Egipto gracias a su cultura, su tradición política y su estratégica posición geográfica. Citando el discurso de la nueva embajadora sobre las responsabilidades del Estado con sus ciudadanos, el Papa recordó que una de ellas era "garantizar la igualdad de todos ante la ley, como Usted misma ha dicho, refiriéndose al lugar de las mujeres en la sociedad egipcia, y favorecer el respeto mutuo y el buen entendimiento entre los diversos componentes de la Nación".
En la construcción de la paz, prosiguió el Papa, "las religiones juegan un papel fundamental". "Difunden -subrayó- una enseñanza que honra la vida como un don sagrado de Dios que el ser humano debe respetar y cuidar. (...) Por esta razón, están llamadas a denunciar y rechazar todo recurso a la violencia como contrario a su finalidad, que es la de reconciliar a los seres humanos entre ellos y con Dios. (...) Ya que a menudo les compete también la educación de niños y jóvenes, las religiones tienen una importante responsabilidad que asumir en los contenidos de su enseñanza para que se combata y rechace cualquier enfoque sectario y se fomente, en cambio, todo lo que permita el descubrimiento más profundo y el respeto de los otros".
Juan Pablo II recordó también que la presencia en Egipto de la Universidad Al-Azhar, "que juega un papel esencial en el mundo musulmán, es una oportunidad para el proseguimiento y la intensificación del diálogo interreligioso, sobre todo entre cristianos y musulmanes". En este sentido, el Papa afirmó que aparte de los encuentros entre los responsables religiosos era también conveniente "suscitar el respeto y el deseo de conocimiento mutuo en el ámbito personal y de las comunidades de creyentes en las ciudades y pueblos".
Por último, el Santo Padre quiso saludar en su discurso a "los pastores y fieles de diferentes ritos que componen la comunidad católica de Egipto". "Deseo que los fieles -recalcó- se preocupen siempre por desarrollar entre ellos relaciones fraternales y constructivas, poniendo en común sus riquezas específicas y rindiendo así homenaje a la unidad católica".
CD/CREDENCIALES/EGIPTO:SIMAIKA VIS 20040920 (540)"Como la Santa Sede no deja de repetir en esta época turbulenta -dijo el Papa- las relaciones internacionales no se pacificarán de forma estable a menos que la voluntad de diálogo no prevalezca sobre la lógica del enfrentamiento. Tanto en Irak, donde el regreso a la paz civil parece tan difícil de instaurar, como en Tierra Santa, desfigurada por un conflicto interminable que se nutre de odios y de deseos recíprocos de venganza, o en otros países martirizados por el terrorismo, (...) en todos los lugares la violencia revela sus horrores y su incapacidad para resolver los conflictos. (...) Llamo de nuevo a sus responsabilidades a la comunidad internacional para que favorezca el regreso al razonamiento y a la negociación, única salida posible de los conflictos entre los seres humanos".
El Santo Padre habló después del "lugar particular en las relaciones entre las naciones" que ocupa Egipto gracias a su cultura, su tradición política y su estratégica posición geográfica. Citando el discurso de la nueva embajadora sobre las responsabilidades del Estado con sus ciudadanos, el Papa recordó que una de ellas era "garantizar la igualdad de todos ante la ley, como Usted misma ha dicho, refiriéndose al lugar de las mujeres en la sociedad egipcia, y favorecer el respeto mutuo y el buen entendimiento entre los diversos componentes de la Nación".
En la construcción de la paz, prosiguió el Papa, "las religiones juegan un papel fundamental". "Difunden -subrayó- una enseñanza que honra la vida como un don sagrado de Dios que el ser humano debe respetar y cuidar. (...) Por esta razón, están llamadas a denunciar y rechazar todo recurso a la violencia como contrario a su finalidad, que es la de reconciliar a los seres humanos entre ellos y con Dios. (...) Ya que a menudo les compete también la educación de niños y jóvenes, las religiones tienen una importante responsabilidad que asumir en los contenidos de su enseñanza para que se combata y rechace cualquier enfoque sectario y se fomente, en cambio, todo lo que permita el descubrimiento más profundo y el respeto de los otros".
Juan Pablo II recordó también que la presencia en Egipto de la Universidad Al-Azhar, "que juega un papel esencial en el mundo musulmán, es una oportunidad para el proseguimiento y la intensificación del diálogo interreligioso, sobre todo entre cristianos y musulmanes". En este sentido, el Papa afirmó que aparte de los encuentros entre los responsables religiosos era también conveniente "suscitar el respeto y el deseo de conocimiento mutuo en el ámbito personal y de las comunidades de creyentes en las ciudades y pueblos".
Por último, el Santo Padre quiso saludar en su discurso a "los pastores y fieles de diferentes ritos que componen la comunidad católica de Egipto". "Deseo que los fieles -recalcó- se preocupen siempre por desarrollar entre ellos relaciones fraternales y constructivas, poniendo en común sus riquezas específicas y rindiendo así homenaje a la unidad católica".
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