CIUDAD DEL VATICANO, 4 SEP 2004 (VIS).-El nuevo embajador de Irlanda ante la Santa Sede, Philip McDonagh, presentó esta mañana en Castelgandolfo sus cartas credenciales al Santo Padre.
En su discurso, en inglés, Juan Pablo II recordó "la antigua tradición irlandesa de cálida hospitalidad y ayuda generosa a los necesitados. (...) Con este espíritu Irlanda, dentro de la comunidad internacional, se ha prodigado para aliviar los sufrimientos ofreciendo ayuda económica, oportunidades educativas y orientación profesional, además de enviar fondos para las situaciones de emergencia y tropas para el mantenimiento de la paz siempre que ha sido necesario".
El Santo Padre subrayó "la historia no escrita de tantos irlandeses e irlandesas que han dedicado su vida a servir a los demás", y en este contexto habló del arzobispo Michael Courtney, "que ofreció el sacrificio supremo de su vida para llevar la paz y el bienestar a la atribulada población de Burundi", como nuncio apostólico en esa nación.
"La experiencia de generaciones de emigrantes irlandeses -continuó- ha hecho que vuestro pueblo sea consciente de las graves dificultades y las condiciones de precariedad a las que se enfrentan a menudo las personas y las familias que buscan un nuevo inicio en tierra extranjera. (...) El grito de los refugiados y de los prófugos como consecuencia de la pobreza, la guerra o la persecución asume un dramatismo particular y exige una consideración especial y generosidad. La Santa Sede espera que los pasos emprendidos durante la presidencia irlandesa de la Unión Europea a favor de las políticas de apertura a los otros pueblos siga inspirando la actitud de la comunidad hacia los emigrantes de otros continentes y culturas".
Refiriéndose después al "notable crecimiento económico" de Irlanda afirmó que "una sociedad más próspera tiene mayores posibilidades de transformase en una sociedad más abierta y justa, pero debe también hacer frente a nuevos retos, entre ellos el peligro de un cierto empobrecimiento espiritual y la indiferencia hacia dimensiones religiosas y morales de la vida más profundas. (...) La aspiración a ser una sociedad profundamente moderna debe llevar aparejado el reafirmar ante todo la incomparable dignidad y el derecho a la vida de todo ser humano".
El Papa citó después las palabras del embajador irlandés relativas a las "esperanzas de Irlanda en el proceso de paz", y afirmó que rezaba para "que se lleven a cabo todos los esfuerzos posibles para sacar ventaja de las oportunidades ofrecidas por el Acuerdo del Viernes Santo que ha dado nuevo impulso y nueva esperanza al pueblo de Irlanda del Norte. (...) ¡Que la gracia de Dios bendiga las iniciativas de todos los que buscan la paz y la reconciliación y que produzcan fruto para los hijos del futuro!".
CD/CREDENCIALES/IRLANDA VIS 20040906 (460)
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