CIUDAD DEL VATICANO, 15 DIC 2003 (VIS).-El Santo Padre recibió esta mañana las cartas credenciales del nuevo embajador de la República Dominicana, Carlos Rafael Conrado Marión-Landais Castillo, a quien manifestó su alegría por las "buenas relaciones entre la Iglesia y el Estado" y expresó el deseo de que "sigan incrementándose en el futuro".
"Es justo reconocer -afirmó- la acción llevada a cabo en su país a través de las diócesis, las parroquias, las comunidades religiosas y los movimientos de apostolado". En este sentido, mencionó "la acción eclesial en favor de los discapacitados, los enfermos de sida, las minorías étnicas, los emigrantes y refugiados", así como "la presencia de la Iglesia en el campo educativo".
Juan Pablo II recordó que aunque la Iglesia no propone "soluciones de orden político y técnico, sin embargo debe y quiere señalar las motivaciones y orientaciones que provienen del Evangelio para iluminar la búsqueda de respuestas y soluciones". Por eso, continuó, su misión es "recordar, defender y consolidar los genuinos valores éticos, espirituales y transcendentes, particularmente en el momento actual, en el que causas internas y externas han producido en su país un grave deterioro y un cierto descenso de la calidad de vida de los dominicanos. En la solución de esos problemas no debe olvidarse que el bien común es el objetivo a conseguir, para lo cual, la Iglesia, sin pretender competencias ajenas a su misión, presta su colaboración al gobierno y a la sociedad".
"En el mundo de hoy -continuó- no basta limitarse a la ley del mercado y su globalización; hay que fomentar la solidaridad, evitando los males que se derivan de un capitalismo que pone el lucro por encima de la persona y la hace víctima de tantas
injusticias. Un modelo de desarrollo que no tuviera presente y no afrontara con decisión esas desigualdades no podría prosperar de ningún modo".
Tras hacer hincapié en que "los que más sufren en las crisis son siempre los pobres", el Papa señaló que "deben ser el objetivo especial de los desvelos y atención del Estado. (…) Es importante incidir en la importancia de la educación y la formación como elementos en la lucha contra la pobreza, así como en el respeto de los derechos fundamentales, que no pueden ser sacrificados en aras de otros objetivos, pues eso atentaría contra la verdadera dignidad del ser humano".
Juan Pablo II terminó manifestando su cercanía "a todos los afectados por el terremoto del pasado mes de septiembre y las recientes inundaciones. Deseo alabar -dijo- la solidaridad efectiva de las otras regiones de la misma República Dominicana y de otros Países del Caribe. Pido al Señor que conceda a los damnificados fortaleza y capacidad de entrega generosa para hacer frente a las devastaciones sufridas y que no les falte, con prontitud, la ayuda necesaria para poder continuar la vida ordinaria".
CD/CREDENCIALES/MARION VIS 20031215 (460)
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