CIUDAD DEL VATICANO, 9 OCT 2003 (VIS) - El Papa recibió hoy a los obispos filipinos de las provincias de Caceres, Capiz, Cebu, Jaro y Palo, el segundo de los tres grupos que lleva a cabo su tradicional visita "ad limina".
El Papa recordó que hablaría a cada grupo de una de las tres iniciativas pastorales fundamentales surgidas en las reuniones eclesiales de la pasada década en Filipinas. La semana pasada abordó el tema de la Iglesia de los pobres. "Hoy me centraré -dijo- en la segunda prioridad: ser una verdadera comunidad de discípulos del Señor".
"Esto me recuerda -dijo a los obispos- la enseñanza de Jesús en el Evangelio de San Juan, cuando explicaba que ser discípulo del Señor no es una elección caprichosa sino, al contrario, una respuesta seria y amorosa a una invitación personal: 'No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto y vuestro fruto permanezca'. Esto os mando, que os améis los unos a los otros'. (...) De hecho, es solamente a través de esta forma auténtica de ser discípulos, basada en la solidaridad amorosa, como los filipinos pueden empezar a resolverá la preocupante dicotomía entre fe y vida que devasta tantas sociedades modernas".
Refiriéndose después a "Ecclesia in Asia" notó que en la exhortación apostólica hablaba de la "innata sensibilidad espiritual y sabiduría moral del alma asi tica", y subrayó que de "esta sensibilidad espiritual son un claro testimonio los profundos sentimientos religiosos del pueblo filipino, fértil terreno para alimentar la disposición que lleva a todo cristiano a ser un discípulo aún más auténtico". Subrayó los "numerosos ejemplos de la rica herencia cristiana que constituye una parte integral de la vida y la cultura de ese país", pero agregó que "a pesar de estos aspectos positivos, todavía hay algunas contradicciones entre los cristianos y en la sociedad filipina".
Juan Pablo II afirmó que los pastores, a la hora de formar a los cristianos para ser "verdaderos discípulos en el mundo" deben "asegurar que los laicos cuenten con programas de espiritualidad y catequesis que les preparen para su misión". Elogió la forma positiva con que "la Iglesia en Filipinas se esfuerza por cumplir esta responsabilidad" mediante oportunidades educacionales ofrecidas por numerosas diócesis, asociaciones de laicos, movimientos y pequeñas comunidades de fe.
El Papa recalcó la necesidad de que "los seminarios y casas de religiosos preparen a los futuros sacerdotes para que sean discípulos entregados de la Palabra y de los Sacramentos" y que ofrezcan una sólida formación humana, intelectual, doctrinal, espiritual y pastoral. "Todo curso de formación sacerdotal que presente estos elementos producir ministros gozosos de su 'fidelidad al Señor y del incasable servicio a su grey'".
"Como en el caso de la formación de los seminaristas, la formación sacerdotal requiere un enfoque que 'combine armoniosamente' las virtudes sacerdotales de caridad, oración, castidad y celebración fiel de la liturgia, prácticas poco apreciadas e incluso rechazadas por la cultura y los medios de comunicación modernos. (...) Hay que considerar el celibato como parte integral de la vida exterior e interior de un sacerdote. (...) El ser discípulos auténticos exige amor, compasión y a veces estricta disciplina para servir al bien común. Ser siempre justos y ser siempre misericordiosos".
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