LA SITUACION DE LOS REFUGIADOS ES UNA GRAVE OFENSA A DIOS

CIUDAD DEL VATICANO, 15 JUN 2003 (VIS) - Juan Pablo II rezó esta mañana el Angelus con los peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro. Antes de la oración mariana, el Papa habló de la solemnidad de hoy, la Santísima Trinidad y de la próxima Jornada Mundial del Refugiado.

"La Unidad y la Trinidad de Dios -dijo- son el primer misterio de la fe católica. Llegamos a él al final de todo el camino de la revelación, que se ha cumplido en Jesús: en su encarnación, pasión, muerte y resurrección. Desde la cima de la 'santa montaña' que es Cristo, se contempla el horizonte primero y último del universo y de la historia: el amor de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo".

"Dios no es soledad sino comunión perfecta. Del ser Dios comunión deriva la vocación de la humanidad entera a formar una única y grande familia, en la que las razas y culturas diversas se encuentran y enriquecen recíprocamente".

Después el Papa se refirió a la celebración, el próximo viernes 20 de junio, de la Jornada Mundial del Refugiado. "A la luz de este horizonte universal de comunión -afirmó- constituye una grave ofensa a Dios y al ser humano toda situación en la que las personas o los grupos humanos se ven obligados a huir de la propia tierra para buscar refugio en otros lugares".

"En el mundo casi la mitad de los refugiados son niños y jóvenes. Muchos de ellos no van a la escuela, carecen de los bienes esenciales, viven en campos de prófugos, o incluso en prisión". El Santo Padre pidió a la comunidad internacional que se comprometiera "a curar no sólo los síntomas, sino antes de nada las causas del problema: es decir, a prevenir los conflictos promoviendo la justicia y la solidaridad en todos los ámbitos de la familia humana".

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