CIUDAD DEL VATICANO, 27 ABR 2003 (VIS) - Hoy, II Domingo de Pascua de la Divina Misericordia, Juan Pablo II beatificó en la Plaza de San Pedro a seis Siervos de Dios italianos, en los que, dijo, "la tierna y sorprendente misericordia del Señor se ha manifestado de manera diversa".
El Papa dijo en la homilía que el beato Giacomo Alberione, sacerdote, fundador de la Familia Paulina, "intuyó la necesidad de hacer conocer a Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, 'a los hombres de nuestro tiempo con los medios de nuestro tiempo', como le gustaba decir. (...) Que sus hijos e hijas espirituales mantengan intacto el espíritu de los orígenes, para corresponder adecuadamente a las exigencias de la evangelización en el mundo de hoy".
Hablando del sacerdote de la Orden de los Frailes Menores Capuchinos, el beato Marco d'Aviano, el Santo Padre puso de relieve que "este contemplativo itinerante realizó una vasta renovación espiritual por los caminos de Europa gracias a una valiente predicación acompañada por numerosos prodigios". El nuevo beato, añadió, recuerda al continente europeo "que su unidad será más sólida si se basa en las raíces cristianas comunes".
"Es sorprendente -continuó- lo que Dios ha realizado a través de Maria Cristina Brando", virgen, fundadora de la Congregación de las Religiosas Víctimas de la Expiación de Jesús Sacramentado. "La suya fue una espiritualidad -afirmó- eucarística y expiadora, que se articula en dos líneas como 'dos ramas que parten del mismo tronco': el amor a Dios y al prójimo".
Juan Pablo II dijo que la beata Eugenia Ravasco, virgen, fundadora de la Congregación de las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, "se dedicó por entero a difundir el amor a los corazones de Cristo y de María. Contemplando estos dos corazones, se apasionó al servicio del prójimo y consumó la vida con alegría por los jóvenes y los pobres".
"Extraordinario fue -prosiguió refiriéndose a la beata Maria Domenica Mantovani, virgen, cofundadora del Instituto de las Pequeñas Hermanas de la Sagrada Familia-, su modo de ser siempre fiel hasta el último respiro a la voluntad de Dios, de quien se sentía amada y llamada. ¡Qué bonito ejemplo de santidad para cada creyente!".
El Santo Padre terminó diciendo que la beata Giulia Salzano, virgen, fundadora de la Congregación de las Hermanas Catequistas del Sagrado Corazón, "fue una apóstola de la nueva evangelización, en la que unió la acción apostólica a la oración, ofrecida continuamente de modo especial por la conversión de las personas 'indiferentes'. Esta nueva beata nos anima a perseverar en la fe y a no perder nunca la confianza en Dios".
HML;BEATIFICACIONES;...;...;VIS;20030428;450;
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