CIUDAD DEL VATICANO, 6 MAR 2003 (VIS) - Ayer, Miércoles de Ceniza, a las 17,00, tras una breve oración en la iglesia romana de San Anselmo en la colina del Aventino, tuvo lugar la tradicional procesión penitencial a la cercana basílica de Santa Sabina. Allí Juan Pablo II presidió la liturgia de la Palabra, pronunció la homilía y bendijo las cenizas que más tarde fueron impuestas tanto a él como a los participantes en el rito. El cardenal Jozef Tomko, titular de Santa Sabina, presidió la liturgia eucarística.
En su homilía, el Papa habló de la dimensión comunitaria de la penitencia. "Especialmente en los momentos díficiles -dijo- tras una desventura o frente a un peligro, la Palabra de Dios, por boca de los profetas, solía llamar a los creyentes a una movilización penitencial: todos están convocados, sin excluir a nadie, de los viejos a los niños; todos unidos para implorar de Dios compasión y perdón".
Recibir las cenizas podría parecer anacrónico en la época actual, prosiguió el Papa, pero las palabras que escuchamos tras la imposición: "Acuérdate de que eres polvo y en polvo te has de convertir", nos recuerdan que somos carne y espíritu; la carne morir y regresar al polvo pero "el espíritu está hecho para la inmortalidad. El creyente sabe además que Cristo ha resucitado, venciendo a la muerte incluso en su cuerpo".
"Recibir las cenizas significa por lo tanto reconocerse criaturas (...) pero también proclamarse pecadores necesitados del perdón de Dios para poder vivir según el Evangelio. (...) Esta perspectiva de gozo compromete a los creyentes a hacer todo lo posible para anticipar en el tiempo presente algo de la paz futura. (...) Este es el propósito de las oraciones y el ayuno a los que, frente a las amenazas de guerra que se ciernen sobre el mundo, he invitado a los fieles".
"La oración y el ayuno deben acompañarse con obras de justicia; la conversión debe traducirse en acogida y solidaridad -recordó el Papa al final de su homilía-. No habrá paz en la tierra mientras perduren la opresión de los pueblos, las injusticias sociales y los desequilibrios económicos que existen todavía. Pero para los grandes cambios estructurales que auspiciamos no bastan iniciativas e intervenciones externas; hace falta ante todo una conversión coral de los corazones al amor".
HML;MIERCOLES CENIZA;...;...;VIS;20030306;390;
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