CIUDAD DEL VATICANO, 2 DIC 2002 (VIS) - Se ha publicado hoy el mensaje de Juan Pablo II para la 89 Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, que se celebrará en las diócesis locales en 2003 según las fechas establecidas por las respectivas conferencias episcopales. El mensaje se titula "Para un empeño en vencer todo racismo, xenofobia y nacionalismo exagerado". Su idioma original es el inglés y se ha publicado en italiano, francés, alemán, español y portugués.
Siguen extractos del texto:
"La emigración se ha convertido en un fenómeno global en el mundo actual e implica a todas las naciones, ya sean países de salida, de tránsito o de llegada. Afecta a millones de seres humanos, y plantea desafíos que la Iglesia peregrina, al servicio de toda la familia humana, no puede dejar de asumir y afrontar con el espíritu evangélico de caridad universal. La Jornada mundial de los emigrantes y refugiados de este año debería ser una renovada ocasión de especial oración por las necesidades de todos los que, por cualquier razón, se encuentran lejos de su hogar y de su familia; debería ser una jornada de seria reflexión sobre los deberes de los católicos para estos hermanos y hermanas".
"Entre las personas particularmente afectadas, se encuentran los más vulnerables de los extranjeros: los emigrantes indocumentados, los refugiados, los que buscan asilo, los desplazados a causa de continuos conflictos violentos en muchas partes del mundo, y las víctimas -en su mayoría mujeres y niños- del terrible crimen del tráfico humano. Aún en el pasado reciente hemos sido testigos de trágicos episodios de desplazamientos forzados de personas por motivos étnicos y ambiciones nacionalistas, que han sumado indecibles sufrimientos a la vida de grupos elegidos como blancos. A la raíz de estas situaciones hay intenciones y acciones pecaminosas, que son contrarias al Evangelio y constituyen una llamada a los cristianos en todos los lugares a vencer el mal con el bien".
"La participación en la comunidad católica no se determina por la nacionalidad o por el origen social o étnico, sino fundamentalmente por la fe en Jesucristo y por el bautismo en nombre de la Santísima Trinidad. El car cter 'cosmopolita' del Pueblo de Dios es visible hoy prácticamente en toda Iglesia particular, porque la emigración ha transformado incluso comunidades pequeñas y antes aisladas en realidades pluralistas e interculturales".
"La Iglesia considera que restringir la participación en una comunidad local sobre la base de características étnicas u otras, similares, sería un empobrecimiento para todos. (...) Además, si los recién llegados no se sienten acogidos cuando se acercan a una comunidad parroquial particular porque no hablan la lengua local o no siguen las costumbres locales, fácilmente se convertir n en la 'oveja pérdida'".
"Esto nos lleva a un tema que he mencionado a menudo en mis Mensajes para la Jornada mundial de los emigrantes y refugiados, es decir, el deber cristiano de acoger a cualquier persona que pase necesidad. Esta apertura construye comunidades cristianas fervientes, enriquecidas por el Espíritu con los dones que les aportan los nuevos discípulos procedentes de otras culturas. Esta expresión b sica del amor evangélico es igualmente la inspiración de innumerables programas de solidaridad con los emigrantes y los refugiados en todas las partes del mundo".
"Pero a menudo la solidaridad resulta difícil. Requiere formación y despojarse de actitudes de aislamiento, que en muchas sociedades se han hecho hoy más sutiles y penetrantes. Para afrontar este fenómeno, la Iglesia posee grandes recursos educativos y formativos en todos los ámbitos. Por tanto, exhorto a los padres y a los maestros a combatir el racismo y la xenofobia, inculcando actitudes positivas basadas en la doctrina social católica".
"Los cristianos, cada vez más arraigados en Cristo, deben esforzarse por superar toda tendencia a encerrarse en sí mismos, y aprender a discernir en las personas de otras culturas la obra de Dios".
"Así pues, exhorto a los católicos a sobresalir en este espíritu de solidaridad con los recién llegados a ellos. Invito también a los inmigrantes a reconocer el deber de honrar a los países que los acogen, y respetar las leyes, la cultura y las tradiciones de los habitantes que los han recibido. Sólo de este modo reinar la armonía social".
"Cierto, el camino hacia la verdadera aceptación de los inmigrantes en su diversidad cultural actualmente es difícil y, en algunos casos, se trata de un verdadero vía crucis. A veces este camino requiere una palabra profética que indique lo que es malo y aliente lo que es correcto. Cuando surgen tensiones, la credibilidad de la Iglesia en su doctrina sobre el respeto fundamental debido a toda persona reside en la valentía moral de los pastores y los fieles de 'apostar por la caridad'".
"Huelga decir que las comunidades culturales mixtas ofrecen oportunidades únicas para profundizar el don de la unidad con otras Iglesias cristianas y Comunidades eclesiales. De hecho, muchas de ellas han trabajado en el seno de sus propias comunidades y con la Iglesia católica para formar sociedades donde se aprecien sinceramente las culturas de los emigrantes y sus dones específicos, y con talante profético se haga frente a las manifestaciones de racismo, xenofobia y nacionalismo exagerado".
MESS;JORNADA MUNDIAL EMIGRANTES;...;...;VIS;20021202;870;
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