CIUDAD DEL VATICANO, 2 DIC 2002 (VIS) - Esta mañana, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, se presentó el Mensaje del Papa para la celebración de la 89 Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado 2003 cuyo tema es: "Para un empeño en vencer todo racismo, xenofobia y nacionalismo exagerado".
Participaron en la presentación los arzobispos Stephen Fumio Hamao y Agostino Marchetto y padre Michael A. Blume, S.V.D., respectivamente presidente, secretario y subsecretario del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes.
El arzobispo Hamao recordó que "más de 190 millones de personas viven actualmente lejos del Estado en el que han nacido. Se calcula que los emigrantes internacionales, por motivos económicos, son aproximadamente 175 millones. A ellos se añaden cerca de 16 millones de refugiados", y los prófugos dentro del propio país son 50 millones.
Respecto al pasado, dijo, ha habido cambios importantes en el campo de las migraciones: "los movimientos migratorios se caracterizan cada vez más por la presencia de la mujer"; "muchos emigrantes tienden a mantener más contactos con el país de origen gracias a la facilidad de viajar y a los medios de comunicación". Por otra parte, están los cambios clim ticos: "Algunos piensan que dentro de 25 años decenas de millones de personas se verá n obligadas a emigrar a causa de la desertificación o del aumento del nivel de los mares". Tampoco faltan "nuevos problemas políticos": tras el 11 de septiembre de 2001, "gobiernos y partidos políticos están emanando leyes cada vez más estrictas para el mantenimiento del orden y de la seguridad; se ejercen controles más severos que hacen más restrictivas las mismas normas sobre el asilo". Finalmente, añadió, "en muchas regiones se emigra a causa del envejecimiento de la población".
El arzobispo Marchetto puso de relieve que "el racismo, la xenofobia, la intolerancia y el nacionalismo exacerbado siguen estando presentes en nuestro mundo". Es difícil encontrar "países privilegiados en los que no haya ataques brutales a los emigrantes o a los refugiados, expulsiones basadas en la pertenencia étnica, la propaganda contra los extranjeros o incluso el asesinato de forasteros".
"La intolerancia -continuó- también se manifiesta en formas no violentas aunque dolorosas y detestables, como por ejemplo en la exclusión social de los extranjeros o de los no nacionales, en la discriminación contra ellos en el mundo del trabajo, en lo que concierne a las viviendas y o la sanidad y en la interacción con la sociedad civil".
El secretario del dicasterio señaló que en el mensaje, el Papa "vuelve a proponer la fuerte y clara afirmación de que el racismo es un pecado, un concepto deliberadamente inventado para crear división en la humanidad. (...) Como todas las formas de intolerancia -terminó- albergan y tienen su origen en el corazón de las personas, para erradicarlas es necesario por tanto purificar y renovar el corazón".
El padre Michael Blume, S.V.D., subsecretario del pontificio consejo, subrayó que "el término 'acogida' -en el sentido de una 'espiritualidad' de acogida- es ciertamente la clave del mensaje del Santo Padre para la próxima Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado 2003".
"Las migraciones actuales -prosiguió- no son un fenómeno marginal, que exige solo respuestas de emergencia, sino que son un fenómeno estructural que atañe a muchísimas naciones e incide profundamente en la vida social, cultural y religiosa de los estados de partida y de llegada".
El padre Blume recordó que a pesar de los problemas que plantean los emigrantes "el espíritu de acogida auténticamente cristiano dar estilo y valor para afrontar estos problemas". Para acoger a los emigrantes, prosiguió, debemos seguir el Evangelio: "Por tanto, acogeros mutuamente como os acogió Cristo para gloria de Dios". "Aunque sean muchos los problemas que los emigrantes deben afrontar en la sociedad a la que llegan, no queremos olvidar las dificultades que surgen (...) en estas mismas sociedades, incluso entre los creyentes cristianos (que) a menudo se ven profundamente turbados por las nuevas situaciones multiculturales que crean las migraciones. (...) Algunos son víctima de informaciones erróneas o sienten nostalgia del pasado. Otros se sienten amenazados por la pérdida del trabajo o por inseguridades de otro tipo".
Al final, el padre Blume recalcó que personas e instituciones deben afrontar una "transformación" y "enraizarse de nuevo en Cristo", así "las culturas pueden liberarse de la tendencia a pensar solo en sí mismas y discernir en las gentes de otras culturas la mano de Dios".
OP;EMIGRANTES;...;...;VIS;20021202;730;
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