CIUDAD DEL VATICANO, 16 NOV 2002 (VIS) - En su discurso a los prelados de la Región Este II de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil, que acaban de realizar su visita "ad limina", el Papa habló de la necesidad de apoyar especialmente a la familia, resistiendo "a las amenazas disgregadoras de la cultura individualista".
Tras recordar que durante su pontificado ha insistido en la importancia del papel de la familia en la sociedad, Juan Pablo II subrayó que no obstante los valores propios de la tradición brasileña, como el respeto, la solidaridad y la privacidad, existen otros factores sociales que tienden a "desestabilizar el núcleo familiar".
"La falta de valores morales -dijo- abre las puertas a la infidelidad y a la disolución del matrimonio. Las leyes civiles que favorecen el divorcio y amenazan la vida intentando introducir oficialmente el aborto; las campañas de control de natalidad que (...) llevan a la esterilización de miles de mujeres, sobre todo en el nordeste, y propagan el uso de anticonceptivos, tienen consecuencias dramáticas.
Por otra parte, continuó, "no faltan intentos, en la opinión pública y en la legislación civil, de equiparar a la familia con las meras uniones de hecho o de reconocer como tal una unión de personas del mismo sexo. Estas y otras anomalías nos llevan a proclamar con firmeza pastoral la verdad sobre el matrimonio y la familia. Dejar de hacerlo sería una grave omisión pastoral".
"Es necesario dar una respuesta firme a esta situación, sobre todo a través de una acción catequística y educativa más incisiva y constante. (...) En este sentido -añadió-, quiero recordar la necesidad de respetar la dignidad inalienable de la mujer, para fortalecer su importante papel, tanto en el ámbito del hogar como en el de la sociedad en general".
El Santo Padre puso de relieve que no se puede "olvidar que la familia debe testimoniar sus propios valores ante sí misma y ante la sociedad. (...) Los casados deben ser los primeros en dar testimonio de la grandeza de la vida conyugal y familiar, fundada en la fidelidad al compromiso asumido ante Dios. Gracias al sacramento del matrimonio, el amor humano adquiere valor sobrenatural".
A los que se dedican a la pastoral familiar, el Papa les pidió que dieran un "nuevo impulso en la defensa y promoción de la institución familiar" a través de las enseñanzas de la Iglesia, cursos para novios y encuentros con algún matrimonio idóneo o un sacerdote con experiencia.
Juan Pablo II dijo que "las opiniones contrastantes de teólogos, sacerdotes y religiosos divulgadas por medios de comunicación sobre las relaciones prematrimoniales, el control de natalidad, la admisión de los divorciados a los sacramentos, la homosexualidad y el lesbianismo, la fecundación artificial o el uso de prácticas abortivas o la eutanasia, muestran la gran incerteza y la confusión que perturban y llegan a anestesiar la conciencia de muchos fieles".
Al final de su discurso, el Santo Padre se refirió a los procesos de nulidad matrimonial. El juez eclesi stico, afirmó, tiene en cuenta que "al aplicar auténticamente las normas procesales, están también en juego no solo la credibilidad de la fe revelada, sino la paz de las conciencias. (...) Espero que en este delicado proceso interdisciplinar -concluyó-, la fidelidad a la verdad revelada sobre el matrimonio y la familia, interpretada de manera auténtica por el Magisterio de la Iglesia, constituya siempre el punto de referencia y el verdadero estímulo para una profunda renovación de este sector de la vida eclesial".
AL;...;...;BRASIL;VIS;20021118;580;
Tras recordar que durante su pontificado ha insistido en la importancia del papel de la familia en la sociedad, Juan Pablo II subrayó que no obstante los valores propios de la tradición brasileña, como el respeto, la solidaridad y la privacidad, existen otros factores sociales que tienden a "desestabilizar el núcleo familiar".
"La falta de valores morales -dijo- abre las puertas a la infidelidad y a la disolución del matrimonio. Las leyes civiles que favorecen el divorcio y amenazan la vida intentando introducir oficialmente el aborto; las campañas de control de natalidad que (...) llevan a la esterilización de miles de mujeres, sobre todo en el nordeste, y propagan el uso de anticonceptivos, tienen consecuencias dramáticas.
Por otra parte, continuó, "no faltan intentos, en la opinión pública y en la legislación civil, de equiparar a la familia con las meras uniones de hecho o de reconocer como tal una unión de personas del mismo sexo. Estas y otras anomalías nos llevan a proclamar con firmeza pastoral la verdad sobre el matrimonio y la familia. Dejar de hacerlo sería una grave omisión pastoral".
"Es necesario dar una respuesta firme a esta situación, sobre todo a través de una acción catequística y educativa más incisiva y constante. (...) En este sentido -añadió-, quiero recordar la necesidad de respetar la dignidad inalienable de la mujer, para fortalecer su importante papel, tanto en el ámbito del hogar como en el de la sociedad en general".
El Santo Padre puso de relieve que no se puede "olvidar que la familia debe testimoniar sus propios valores ante sí misma y ante la sociedad. (...) Los casados deben ser los primeros en dar testimonio de la grandeza de la vida conyugal y familiar, fundada en la fidelidad al compromiso asumido ante Dios. Gracias al sacramento del matrimonio, el amor humano adquiere valor sobrenatural".
A los que se dedican a la pastoral familiar, el Papa les pidió que dieran un "nuevo impulso en la defensa y promoción de la institución familiar" a través de las enseñanzas de la Iglesia, cursos para novios y encuentros con algún matrimonio idóneo o un sacerdote con experiencia.
Juan Pablo II dijo que "las opiniones contrastantes de teólogos, sacerdotes y religiosos divulgadas por medios de comunicación sobre las relaciones prematrimoniales, el control de natalidad, la admisión de los divorciados a los sacramentos, la homosexualidad y el lesbianismo, la fecundación artificial o el uso de prácticas abortivas o la eutanasia, muestran la gran incerteza y la confusión que perturban y llegan a anestesiar la conciencia de muchos fieles".
Al final de su discurso, el Santo Padre se refirió a los procesos de nulidad matrimonial. El juez eclesi stico, afirmó, tiene en cuenta que "al aplicar auténticamente las normas procesales, están también en juego no solo la credibilidad de la fe revelada, sino la paz de las conciencias. (...) Espero que en este delicado proceso interdisciplinar -concluyó-, la fidelidad a la verdad revelada sobre el matrimonio y la familia, interpretada de manera auténtica por el Magisterio de la Iglesia, constituya siempre el punto de referencia y el verdadero estímulo para una profunda renovación de este sector de la vida eclesial".
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