Ciudad
del Vaticano, 16 de febrero de 2016 (Vis).-El Santo Padre llegó ayer
poco después de las 9 de la mañana (hora local, 16. 10 hora de
Roma) a Tuxtla Gutiérrez, capital del estado de Chiapas. La ciudad,
llamada habitualmente Tuxtla tiene un alto índice de crecimiento que
la convierte en uno de los polos de atracción de la emigración
clandestina sea de la fronteriza Guatemala, como de otros países de
Latinoamérica.
Chiapas
es el estado más meridional de México y, a pesar de sus grandes
riquezas naturales, uno de los más pobres y con el porcentaje de
vida más bajo. El 30% de sus cuatro millones y medio de habitantes
habla exclusivamente su lengua indígena y el pasado de opresión de
esa población fue la causa de la rebelión que en 1868 estuvo a
punto de conquistar la capital. El estado es además la rocafuerte
del movimiento zapatista (Ejército Zapatista de Liberación
Nacional) nacido en 1983 para reivindicar el reconocimiento de la
cultura y el respeto de los derechos de los indígenas así como el
control de sus recursos locales, sobre todo las tierras. Los
zapatistas abandonan las armas en 1994 y pasan a la política a
través de una estrategia de resistencia civil y un recurso a los
medios de comunicación. La base popular del movimiento está
constituida principalmente por los habitantes de las zonas rurales y
de indígenas mayas.
Desde
Tuxtla-Gutiérrez el Santo Padre se trasladó en helicóptero a San
Cristóbal de las Casas, considerada la capital cultural de Chiapas.
La ciudad, fundada en 1528, y llamada ''Villarreal'' y posteriormente
''Ciudad Real'', en el curso de los años adoptó el nombre del santo
patrono del estado, San Cristóbal y añadió de las Casas, en honor
de fray Bartolomé de las Casas, el primer obispo de Ciudad Real y
defensor de los derechos de los indígenas.
El
Papa, que fue recibido por el obispo de San Cristóbal de las Casas,
mons. Felipe Arizmendi Esquivel, celebró la eucaristía en el Centro
Deportivo Municipal que tiene un aforo de cien mil personas. La mayor
parte de los fieles eran indígenas procedentes de todo el estado de
Chiapas y en la celebración se empleó el español y las lenguas
tseltal, ch'ol y tsotsil, siguiendo el decreto aprobado por Francisco
y entregado en esa ocasión, que aprueba el empleo de las lenguas
indígenas en la liturgia.
En
su homilía el Santo Padre recordó la liberación del Pueblo de
Israel del despotismo del Faraón y de su anhelo de vivir en libertad
en una tierra prometida donde la opresión y el maltrato no fueran
moneda corriente y citó el Popol Vuh (El Libro de la Sabiduría) que
recoge el mito de la creación maya donde se lee que el alba
sobrevino sobre todos los pueblos. Francisco subrayó también que de
muchas maneras se ha querido silenciar y callar ese anhelo entre
''los más pobres y abandonados'' y que incluso la misma tierra, que
exige respeto, ha sido maltratada y abandonada hasta el punto de que
nuestra época vive una de las crisis ambientales más graves de la
historia. El Santo Padre elogió la sabiduría de los indígenas,
reafirmando que tienen mucho que enseñar a la humanidad por la
armonía de su relación con la naturaleza y les pidió perdón por
las mucha veces que a lo largo de la historia habían sido
menospreciados, excluidos y despojados de sus tierras y sus valores,
de sus culturas y sus tradiciones.
''Li
smantal Kajvaltike toj lek – la ley del Señor es perfecta del todo
y reconforta el alma, así comenzaba el salmo que hemos escuchado.
-dijo el Papa- La ley del Señor es perfecta; y el salmista se
encarga de enumerar todo lo que esa ley genera al que la escucha y la
sigue: reconforta el alma, hace sabio al sencillo, alegra el corazón,
es luz para alumbrar el camino. Esa es la ley que el Pueblo de Israel
había recibido de mano de Moisés, una ley que ayudaría al Pueblo
de Dios a vivir en la libertad a la que habían sido llamados. Ley
que quería ser luz para sus pasos y acompañar el peregrinar de su
Pueblo. Un Pueblo que había experimentado la esclavitud y el
despotismo del Faraón, que había experimentado el sufrimiento y el
maltrato hasta que Dios dice basta, hasta que Dios dice: ¡No más!
He visto la aflicción, he oído el clamor, he conocido su angustia.
Y ahí se manifiesta el rostro de nuestro Dios, el rostro del Padre
que sufre ante el dolor, el maltrato, la inequidad en la vida de sus
hijos; y su Palabra, su ley, se volvía símbolo de libertad, símbolo
de alegría, de sabiduría y de luz. Experiencia, realidad que
encuentra eco en esa expresión que nace de la sabiduría acunada en
estas tierras desde tiempos lejanos, y que reza en el Popol Vuh de la
siguiente manera: El alba sobrevino sobre todas las tribus juntas. La
faz de la tierra fue enseguida saneada por el sol. El alba sobrevino
para los pueblos que una y otra vez han caminado en las distintas
tinieblas de la historia''
''En
esta expresión -continuó- hay un anhelo de vivir en libertad, hay
un anhelo que tiene sabor a tierra prometida donde la opresión, el
maltrato y la degradación no sean la moneda corriente. En el corazón
del hombre y en la memoria de muchos de nuestros pueblos está
inscrito el anhelo de una tierra, de un tiempo donde la
desvalorización sea superada por la fraternidad, la injusticia sea
vencida por la solidaridad y la violencia sea callada por la paz.
Nuestro Padre no sólo comparte ese anhelo, Él mismo lo ha
estimulado y lo estimula al regalarnos a su hijo Jesucristo. En Él
encontramos la solidaridad del Padre caminando a nuestro lado. En Él
vemos cómo esa ley perfecta toma carne, toma rostro, toma la
historia para acompañar y sostener a su Pueblo; se hace Camino, se
hace Verdad, se hace Vida, para que las tinieblas no tengan la última
palabra y el alba no deje de venir sobre la vida de sus hijos.
''De
muchas maneras y de muchas formas se ha querido silenciar y callar
este anhelo, de muchas maneras han intentado anestesiarnos el alma,
de muchas formas han pretendido aletargar y adormecer la vida de
nuestros niños y jóvenes con la insinuación de que nada puede
cambiar o de que son sueños imposibles -exclamó Francisco- Frente
a estas formas, la creación también sabe levantar su voz; ''esta
hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso
irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella.
Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores,
autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano,
herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de
enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en
los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y
maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que ''gime y
sufre dolores de parto'' . El desafío ambiental que vivimos, y sus
raíces humanas, nos impactan a todos y nos interpelan. Ya no
podemos hacernos los sordos frente a una de las mayores crisis
ambientales de la historia''.
''En
esto ustedes tienen mucho que enseñarnos, que enseñar a la
humanidad -subrayó el Pontífice- Sus pueblos, como han reconocido
los obispos de América Latina, saben relacionarse armónicamente con
la naturaleza, a la que respetan como ''fuente de alimento, casa
común y altar del compartir humano. Sin embargo, muchas veces, de
modo sistemático y estructural, sus pueblos han sido incomprendidos
y excluidos de la sociedad. Algunos han considerado inferiores sus
valores, sus culturas y sus tradiciones. Otros, mareados por el
poder, el dinero y las leyes del mercado, los han despojado de sus
tierras o han realizado acciones que las contaminaban. ¡Qué
tristeza! Qué bien nos haría a todos hacer un examen de conciencia
y aprender a decir: ¡Perdón!, ¡perdón, hermanos! El mundo de hoy,
despojado por la cultura del descarte, los necesita''.
También
los jóvenes de hoy, ''expuestos a una cultura que intenta suprimir
todas las riquezas y características culturales en pos de un mundo
homogéneo, necesitan, estos jóvenes, que no se pierda la sabiduría
de sus ancianos.El mundo de hoy, preso del pragmatismo, necesita
reaprender el valor de la gratuidad.
''Estamos
celebrando la certeza de que ''el Creador no nos abandona, nunca hizo
marcha atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de habernos
creado''. Celebramos que Jesucristo sigue muriendo y resucitando en
cada gesto que tengamos con el más pequeño de nuestros sus
hermanos. Animémonos a seguir siendo testigos de su Pasión, de su
Resurrección haciendo carne Li smantal Kajvaltike toj lek. (La ley
del Señor que es perfecta del todo y reconforta el alma'', concluyó
el Pontífice.
Al
final de la misa un representante de las comunidades indígenas se
dirigió a ''Tatik Francisco'' para agradecerle su visita. ''Gracias
-dijo- por habernos visitado. Aunque muchas personas nos desprecien
tu has querido venir aquí y nos has tomado en consideración, como
la Virgen de Guadalupe hizo con san Juan Dieguito. Llévanos en tu
corazón con nuestra cultura, con nuestras alegrías y nuestros
sufrimientos, con las injusticias que padecemos...Aunque vivas lejos,
en Roma, sentimos que estás muy cerca de nosotros. Sigue
contagiándonos con la alegría del Evangelio y ayudándonos a
custodiar a nuestra hermana y madre tierra, que Dios nos ha dado. Y
muchas gracias -concluyó- por haber autorizado nuevamente el encargo
del diaconado permanente indígena con su propia cultura y por haber
aprobado el uso de nuestras lenguas en la liturgia''.
Después
de la celebración eucarística el Papa se trasladó a la curia
episcopal donde almorzó con ocho representantes de las comunidades
indígenas y después del almuerzo visitó la catedral dedicada a la
Ascensión, construida entre 1500 y 1600 donde le esperaban un grupo
de ancianos y de enfermos con los que conversó largamente. También
se detuvo para rezar ante la tumba de mons. Samuel Ruiz, fallecido en
2011 y durante 40 años obispo de San Cristóbal de las Casas, muy
estimado por las comunidades indígenas de Chiapas.
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