Ciudad
del Vaticano, 15 de diciembre de 2015 (Vis).-Esta mañana en la
Oficina de Prensa de la Santa Sede ha tenido lugar la presentación
del Mensaje del Santo Padre para la Jornada Mundial de la Paz (1
enero 2016), cuyo título es ''Vence la indiferencia y conquista la
paz''. Han intervenido el cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson,
Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, Flaminia
Giovanelli y Vittorio V. Alberti, respectivamente, Subsecretario y
Oficial del mismo dicasterio. También estaban presentes en la sala
algunos refugiados procedentes de Siria, Somalia, Kenia y Costa de
Marfil, a los que presta asistencia el Centro Astalli de Roma. El
arzobispo de Monreale (Sicilia) Mons. Michele Pennisi y el sacerdote
Luigi Ciotti, fundador del Grupo Abel y de la Asociación Libera,
contribuyeron a la presentación con un testimonio escrito.
El
cardenal Turkson comenzó explicando que en una época en que la
actitud general de indiferencia está generalizada el Papa trata a
fondo el problema de esta "globalización de la indiferencia",
que partiendo de la indiferencia a Dios se extiende a los seres
humanos y a la creación. El ser humano se siente autosuficiente y
piensa que no debe nada a nadie, excepto a sí mismo y se atribuye
solamente derechos y no deberes.
''Después
de demostrar que la paz se ve amenazada por la indiferencia a todos
los niveles -señaló el purpurado- el Mensaje ofrece una reflexión
bíblica y teológica, que nos permite comprender la necesidad de
superar la indiferencia para abrirnos a la compasión, la
misericordia y al compromiso, y por tanto a la solidaridad''. Esta
última se define como una virtud moral y una actitud que aquellos
que tienen responsabilidades de tipo educativo o de formación, como
las familias, los profesores, los trabajadores de la cultura y los
medios de comunicación social, están llamados a cultivar''.
El
documento reafirma la confianza en la capacidad der ser humano para
vencer el mal con el bien e indica las múltiples formas de
solidaridad presentes en la sociedad en favor de las víctimas de los
conflictos armados, de los pobres y los migrantes y concluye con un
llamamiento del Santo Padre para que cada uno, en el espíritu del
Jubileo de la Misericordia, adopte un compromiso concreto para ayudar
a mejorar la realidad en la que vive, de su familia, del barrio o del
entorno de trabajo. Por eso, no es la indiferencia el centro del
mensaje sino la esperanza en la capacidad del ser humano de no ceder
a la resignación y a la indiferencia y, en este sentido, el Papa
cita algunos acontecimientos claves de 2015, como la COP 21 sobre el
clima, la Cumbre de Addis Abeba para recaudar fondos para el
desarrollo sostenible del mundo, la adopción de la Agenda 2030 para
el Desarrollo Sostenible, y el 50 aniversario de la publicación de
Nostra Aetate y la Gaudium et Spes, dos documentos del Concilio
Vaticano II que abrieron la puerta del diálogo con las religiones no
cristianas y con toda la familia humana.
La
Subsecretaria Flaminia Giovanelli puso en evidencia la continuidad
del magisterio del Papa Francisco con el de sus predecesores
Benedicto XVI y Juan Pablo II, resaltando que el primero había
individuado en la cuestión antropológica la cuestión social
actual, señalando el problema del nihilismo, mientras el vínculo
con san Juan Pablo II era particularmente visible en la indicación
del camino de la misericordia para contrastar la indiferencia.
Por
su parte Vittorio V. Alberti subrayó que si la paz exige una
victoria y una conquista es porque hay un contraste. ''La
indiferencia -dijo- afecta a la esfera pública (política y cultura)
y Francisco escribe solamente una vez una palabra que es capital en
este contraste: corrupción. La llama cáncer social. Cuando era
cardenal la había llamado ''cansancio de la
trascendencia''...resignación, curvarse sobre sí mismo....Esa es la
corrupción. Son tantas las palabras claves del Mensaje: capacidad de
la persona, apatía, desapego y cierre, compromiso concreto para
contribuir a mejorar la realidad. Pero ¿mejorar en nombre de qué?''.
''Si
no creo que haya un futuro- continuó- no creo que las cosas tengan
sentido. Y si no creo ¿dónde puedo encontrar la confianza y la
fuerza para el compromiso, para contrastar la corrupción venciendo
la indiferencia?...Pero ¿ésto es hoy una culpa?. Lo es y no lo es.
Y éste es, quizás, el territorio más dramático del mensaje: la
indiferencia que hay que tratar con misericordia. Si veo Palmira
destruida o la corrupción que se difunde me siento aplastado porque
no creo que todos juntos podamos cambiar este estado de cosas. Ahí
está el nihilismo''.
''La
misericordia no es solamente un hecho moral, sino mental e
intelectual: es libertad de pensamiento y Francisco nos está dando
las claves profundas para combatir la indiferencia. Está dando la
base cultural para combatir la corrupción encuadrándola en el
marco más amplio de la crisis del tiempo actual que es una crisis
cultural. La falta de sentido es el sufrimiento más grande porque
obligándonos a un presente perenne corrompe el pasado, el futuro y
el presente mismo, agotando la trascendencia, debilitando el ir más
allá, hacia un sueño o un ideal. Francisco nos dice que hace falta
una respuesta cultural, una filosofía de la historia en nombre de la
cual combatir la corrupción'', concluyó.
El
arzobispo de Monreale en el texto enviado recuerda que es
determinante para la credibilidad de la Iglesia que testimonie en
primera persona la misericordia con las personas más frágiles de la
sociedad entre las que el Papa cita a los presos y escribe: ''Espero
que en la Iglesia y en la sociedad civil se tenga en cuenta el
artículo de la Constitución Italiana que afirma que las penas no
pueden consistir en tratamientos contrarios al sentido de humanidad y
deben tender a la reeducación del condenado. La pena dentro de la
prisión tiene sentido si, mientras reafirma las exigencias de la
justicia y desalienta el crimen, sirve para la renovación de la
persona, ofreciendo a quien se ha equivocado una posibilidad para
reflexionar y cambiar de vida, para reinsertarse plenamente en la
sociedad. La comunidad cristiana está llamada a educar, ayudar,
rehabilitar, a hacer sentirse a cada persona digna de ser amada y
promovida en la vida social''.
A
su vez don Luigi Ciotti escribe que ''la paz en la perspectiva de
Francisco es lo contrario del quietismo, del quedarse tranquilo. La
verdadera paz comienza con un despertar espiritual que tiene
inmediatas repercusiones prácticas y exige encarnarse en acciones
que llaman en causa sea nuestro ser personas que nuestro ser
ciudadanos...Habitar las ''periferias'' es el primer paso para la
construcción de la paz, la base de una civilización más humana y
de una sociedad de la cercanía, donde las personas no sean
instrumento del provecho, y el bienestar de unos pocos no signifique
la pobreza, la desesperación y la muerte de tantos otros''.
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