Ciudad
del Vaticano, 18 de diciembre de 2015 (Vis).-El Papa Francisco ha
recibido esta mañana en el Aula Pablo VI a setecientas personas
procedentes de los ayuntamientos bávaros de Hirschau, Schnaittenbach
y Freudenberg, que han regalado este año el árbol de Navidad de la
Plaza de San Pedro y a los representantes de la provincia italiana de
Trento que junto con esa arquidiócesis han realizado el Nacimiento.
Los adornos del abeto son de la Fundación Condesa Lene Thun con sede
en Bolzano y, como recordó el Santo Padre representan los sueños de
los niños que lo han decorado con los que se congratuló.
''Esos
deseos que lleváis en el corazón -dijo- están ahora en el lugar
más adecuado porque están cerca del Niño de Belén: están
confiados al que 'vino a habitar entre nosotros'. Jesús no apareció
sencillamente en la tierra, no nos dedicó solamente algo de tiempo,
sino que vino para compartir nuestra vida y acoger nuestros deseos.
Porque quiso y quiere todavía vivir aquí, entre nosotros y para
nosotros. Le importa nuestro mundo que, en Navidad, se convirtió en
su mundo. El Nacimiento nos lo recuerda: Dios, por su gran
misericordia, bajo hacia nosotros para quedarse con nosotros''.
El
Nacimiento nos dice también que el Señor ''nunca se impone con la
fuerza. Para salvarnos no cambió la historia haciendo un milagro
grandioso. En cambio, vino con simplicidad, humildad, mansedumbre. A
Dios no le gustan las imponentes revoluciones de los poderosos de la
historia y no utiliza la varita mágica para cambiar las situaciones.
Al contrario, se hace pequeño para atraernos con amor, para llegar a
nuestros corazones con su bondad humilde, para llamar la atención
con su pobreza a los que se afanan en acumular los falsos tesoros de
este mundo''.
El
Santo Padre recordó que esa era la intención de san Francisco
cuando inventó el Nacimiento porque, como afirman las Fuentes
Franciscanas, quería ''celebrar la memoria del niño que nació en
Belén y contemplar de alguna manera con los ojos del cuerpo lo
que sufrió en su invalidez de niño''. En esa escena ''la
simplicidad recibe honor, la pobreza es ensalzada, se valora la
humildad''. ''Os invito -añadió- a deteneros ante el Nacimiento
porque allí nos habla la ternura de Dios. Allí se contempla la
misericordia divina, que se hizo carne humana y puede enternecer
nuestras miradas. Pero sobre todo quiere mover nuestros corazones''.
Y
en ese sentido Francisco señaló que en el Pesebre hay una figura
que revela el misterio de la Navidad. ''Es un personaje que hace una
obra de bien inclinándose para ayudar a un anciano. No solamente
mira a Dios; lo imita porque, como Dios, se inclina con misericordia
sobre el que lo necesita. ¡Que vuestros dones que esta noche serán
iluminados -finalizó- atraigan muchas miradas y sobre todo reaviven
en la vida la luz verdadera de Navidad!''.
No hay comentarios:
Publicar un comentario