Ciudad
del Vaticano, 4 de noviembre de 2015 (Vis).-Publicamos a continuación
las reflexiones del Padre Federico Lombardi SJ, Director de la
Oficina de Prensa en torno a un nuevo capítulo de las discusiones
sobre los temas económicos de la Santa Sede
''La
publicación de dos libros que tratan de las instituciones y las
actividades económicas y financieras del Vaticano es objeto de
curiosidad y de muchos comentarios. Hacemos algunas observaciones.
Como
es sabido, buena parte de lo que se ha publicado es el resultado de
una divulgación de noticias y documentos, de por sí reservados y
por lo tanto ilegal, que por ese motivo, es perseguida penalmente
según la decisión de las autoridades competentes del Vaticano. Pero
en este momento, no este nuestro argumento, dado que ya es objeto de
tanta atención.
Lo
que ahora nos interesa es más bien reflexionar sobre el contenido
de lo divulgado. Se puede decir que por la mayor parte se trata de
información ya conocida, aunque a menudo con menos amplitud y
detalle, pero sobre todo hay que señalar que la documentación
publicada está relacionada en gran parte con la notable
recopilación de datos e informaciones puesta en marcha por el Santo
Padre en persona para llevar a cabo un análisis y una reflexión
acerca de la reforma y la mejora de la situación administrativa del
Vaticano y la Santa Sede.
La
COSEA (Comisión Referente de Estudio y Guía sobre la Organización
de las Estructuras Económico-administrativas de la Santa Sede) de
cuyo archivo procede gran parte de la información publicada, fue
instituida por el Papa el 18 de julio 2013 para ese fin y disuelta
tras el cumplimiento de su encargo.
Por
lo tanto, no se trata, en su origen de informaciones obtenidas
contra la voluntad del Papa o de los responsables de las distintas
institucione sino, en general, de información obtenida o
suministrada con la colaboración de esas mismas instituciones, con
el fin de cooperar en un objetivo positivo y común.
Naturalmente,
una gran cantidad de información de esta naturaleza debe ser
estudiada, entendida e interpretada con cuidado, equilibrio y
atención. A menudo, partiendo de los mismos datos, son posibles
lecturas diferentes.
Un
ejemplo es la situación de la Caja de Pensiones, que ha merecido, en
tiempos sucesivos, diversas evaluaciones, desde las que hablan con
preocupación de un gran "agujero", a las que proporcionan
una lectura tranquilizadora (como resultaba de los Comunicados
oficiales publicados con autoridad a través de la Oficina de
Prensa de la Santa Sede).
Como
es obvio también nos encontramos con la cuestión de los fines y
el uso de los bienes que pertenecen a la Santa Sede. Bienes que,
analizados en conjunto, parecen ingentes, cuando en realidad tienen
el fin de sostener a lo largo del tiempo amplísimas actividades de
servicio cuya gestión corre a cargo de la Santa Sede o instituciones
con ella relacionadas, tanto en Roma como en las diversas partes del
mundo.
El
origen de la propiedad de estos bienes es diverso y desde hace
tiempo están también disponibles varias herramientas para conocer
su historia y su evolución (por ejemplo, estaría bien informarse
acerca de los acuerdos económicos entre Italia y la Santa Sede en el
marco de los Pactos Lateranenses y de la labor de establecimiento de
una administración eficaz, desarrollada por Pío XI con la ayuda de
óptimos y expertos colaboradores; una labor reconocida comúnmente
como acertada y con visión de futuro, incluso en los aspectos sobre
las inversiones en el extranjero y no sólo en Roma o en Italia).
Con
respecto al Óbolo de San Pedro, es necesario tener en cuenta que sus
usos son diferentes, dependiendo también de las situaciones, a
juicio del Santo Padre, a las que se da la ofrenda, con la confianza
de los fieles que sostienen su ministerio. Las obras de caridad del
Papa para los pobres son indudablemente una de los más importantes,
pero desde luego los fieles no tienen la intención de excluir que
el Papa pueda evaluar por sí mismo las situaciones de emergencia y
el modo de responder a ellas a la luz de su servicio para el bien de
la Iglesia universal . El servicio del Papa incluye también la
Curia Romana - como instrumento de su servicio -, sus iniciativas
fuera de la diócesis de Roma, la comunicación de su magisterio a
los fieles en las diversas partes del mundo, incluidas las más
pobres y distantes, el apoyo a 180 misiones diplomáticas pontificias
en todo el mundo, que sirven a las Iglesias locales e intervienen
como agentes principales para distribuir la caridad del Papa en los
distintos países, además de como representantes del Santo Padre en
los gobiernos locales. La historia del Óbolo demuestra todo ello con
claridad.
En
el curso del tiempo estos temas retornan periódicamente, pero son
siempre motivo de curiosidad o de polémicas. Habria que tener la
seriedad de profundizar en las situaciones y los problemas
específicos, para reconocer lo mucho (más de lo que generalmente
se diga y silenciado sistemáticamente en la clase de publicaciones
de las que estamos hablando) que es completamente justificado y
normal y bien administrado (comprendido el pago de los debidos
impuestos) y distinguir donde hay problemas que deben corregirse,
oscuridades que deben iluminarse, verdaderas irregularidades o
ilegalidades que deben eliminarse.
Precisamente
a esto está encaminado el trabajo fatigoso y complejo comenzado por
impulso del Papa con la institución de COSEA, que ha cumplido
desde hace tiempo su tarea, y con las decisiones e iniciativas que
están todavía en fase de desarrollo e implementación (y que al
menos, por una parte, son fruto de las sugerencias de la COSEA al
final de su labor). La reorganización de los dicasterios económicos,
el nombramiento del Auditor General, el buen funcionamiento de las
instituciones competentes para el control de las actividades
económicas y financieras, etc., son una realidad objetiva e
incontrovertible.
La
publicación a granel de una gran cantidad de información diferente,
en gran parte vinculada a una fase de la tarea ya superada, sin la
posibilidad necesaria de profundización y evaluación objetiva vez
alcanza, en cambio, el resultado - por desgracia en buena parte
deseado - de crear la impresión de lo contrario, de un reinado
permanente de la confusión, de la falta de transparencia, cuando no
de la búsqueda de intereses individuales o incorrectos.
Por
supuesto, así no se reconoce en absoluto el valor y el esfuerzo con
los que el Papa y sus colaboradores han enfrentado y siguen
enfrentando el reto de mejorar el uso de los bienes temporales al
servicio de los espirituales. Sin embargo, esto es lo que debería
ser más apreciado y alentado en un trabajo correcto de información
para responder adecuadamente a las expectativas de la opinión
pública y las exigencias de la verdad. El camino de la buena
administración, de la corrección y la transparencia, continua y
progresa sin incertidumbre. Esta es, evidentemente, la voluntad de
Francisco y desde luego no faltan en el Vaticano los que colaboran
con ella con plena lealtad y con todas sus fuerzas''.
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