Ciudad
del Vaticano, 26 noviembre 2015 (VIS).- Al finalizar el encuentro
ecuménico, el Papa se desplazó a la Universidad de Nairobi donde le
esperaban alrededor de un millón de personas. Francisco celebró la
Santa Misa en el mismo lugar donde la celebró Juan Pablo II en sus
tres viajes a África (1980, 1985 y 1995). En su homilía, el Papa ha
hablado de la promesa enunciada en las lecturas de hoy. ''El Señor
nos dice que hará brotar agua en el desierto, en una tierra
sedienta; hará que los hijos de su pueblo prosperen como la hierba y
los sauces frondosos. Sabemos que esta profecía se cumplió con la
efusión del Espíritu Santo en Pentecostés -ha dicho-. Pero también
la vemos cumplirse dondequiera que el Evangelio es predicado y nuevos
pueblos se convierten en miembros de la familia de Dios, la Iglesia.
Hoy nos regocijamos porque se ha cumplido en esta tierra. Gracias a
la predicación del Evangelio, todos nosotros formamos parte de la
gran familia cristiana''.
Francisco
ha recordado cómo la profecía de Isaías nos invita a mirar a
nuestras propias familias, y a darnos cuenta de su importancia en el
plan de Dios.''La sociedad keniata -ha continuado- ha sido
abundantemente bendecida con una sólida vida familiar, con un
profundo respeto por la sabiduría de los ancianos y con un gran amor
por los niños. La salud de cualquier sociedad depende siempre de la
salud de sus familias. Por su bien, y por el bien de la sociedad,
nuestra fe en la Palabra de Dios nos llama a sostener a las familias
en su misión en la sociedad, a recibir a los niños como una
bendición para nuestro mundo, y a defender la dignidad de cada
hombre y mujer, porque todos somos hermanos y hermanas en la única
familia humana''.
''En
obediencia a la Palabra de Dios, -ha añadido- también estamos
llamados a oponernos a las prácticas que fomentan la arrogancia de
los hombres, que hieren o degradan a las mujeres, no cuidan a los
ancianos, y ponen en peligro la vida de los inocentes aún no
nacidos. Estamos llamados a respetarnos y apoyarnos mutuamente, y a
estar cerca de todos los que pasan necesidad. Las familias cristianas
tienen esta misión especial: irradiar el amor de Dios y difundir las
aguas vivificantes de su Espíritu. Esto tiene hoy una importancia
especial, cuando vemos el avance de nuevos desiertos creados por la
cultura del materialismo y de la indiferencia hacia los demás''.
El
Papa ha hecho un llamado a los jóvenes para que ''los grandes
valores de la tradición africana, la sabiduría y la verdad de la
Palabra de Dios, y el generoso idealismo de su juventud, los guíen
en su esfuerzo por construir una sociedad que sea cada vez más
justa, inclusiva y respetuosa de la dignidad humana. Preocúpense
-les ha pedido- de las necesidades de los pobres, rechacen todo
prejuicio y discriminación, porque, lo sabemos, todas estas cosas no
son de Dios''.
Asimismo
recordó que Jesús quiere ''que todos nosotros construyamos nuestra
vida sobre el cimiento firme de su palabra''....Este es el encargo
que el Señor nos da a cada uno de nosotros. Nos pide que seamos
discípulos misioneros, hombres y mujeres que irradien la verdad, la
belleza y el poder del Evangelio, que transforma la vida. Hombres y
mujeres que sean canales de la gracia de Dios, que permitan que la
misericordia, la bondad y la verdad divinas sean los elementos para
construir una casa sólida. Una casa que sea hogar, en la que los
hermanos y hermanas puedan, por fin, vivir en armonía y respeto
mutuo, en obediencia a la voluntad del verdadero Dios, que nos ha
mostrado en Jesús el camino hacia la libertad y la paz que todo
corazón ansía''.
Al
finalizar se ha despedido de los presentes pidiéndoles que ''estén
firmes en la fe. No tengan miedo''. ''Porque ustedes pertenecen al
Señor''.
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