Ciudad
del Vaticano, 20 de noviembre de 2015 (Vis).-El Papa Francisco ha
recibido esta mañana a los prelados de la Conferencia Episcopal de
Alemania al final de su visita ad limina. Terminada la audiencia el
Santo Padre les entregó un discurso en que agradece el apoyo de la
Iglesia alemana a las numerosas obras de caridad que benefician a
decenas de miles de personas en todo el mundo. También recuerda el
momento excepcional que atraviesa Europa debido a las migraciones
masivas de personas que huyen de la guerra o de las persecuciones y a
quienes las Iglesias cristianas y muchos ciudadanos de ese país
acogen brindándoles su cercanía. Por último se refiere a la
erosión de la fe católica en Alemania que ha llevado en las últimas
décadas a una enorme disminución en la participación en los
sacramentos y en la misa dominical.
Francisco
escribe que las comunidades católicas en Alemania son muy
diferentes en la parte oriental y occidental del país al igual que
en el norte y en el sur pero que en todas partes la Iglesia está
comprometida con profesionalidad en el ámbito social y caritativo,
y es también muy activa en el escolar. Por otra parte salta a la
vista en las regiones de tradición católica una fuerte caída de
la participación en la misa dominical y en la vida sacramental. Si
en los años sesenta, casi en todas partes los fieles iban todos
los domingos a misa, hoy son menos del 10 por ciento y cada vez se
acercan menos a los sacramentos, sobre todo al de la Penitencia, que
a menudo ha desaparecido.
Ante
este estado de cosas el Papa subraya que ante todo hay que superar
''la resignación que paraliza'' y que ciertamente no se puede
reconstruir nada pensando en los buenos viejos tiempos. Sin embargo,
''podemos inspirarnos en la vida de los primeros cristianos'', como
los cónyuges Priscila y Aquila, fieles colaboradores de San Pablo
que fueron testigos, ''con palabras convincentes pero sobre todo con
su vida, de que la verdad, basada en el amor de Cristo por su
Iglesia, es verdaderamente digna de fe y abrieron su casa para la
proclamación del Evangelio''. ''El ejemplo de esos "voluntarios"
– observa - puede hacernos reflexionar, dada la tendencia hacia una
institucionalización creciente. Se inauguran siempre nuevas
estructuras para las que, después, faltan fieles. Es una especie de
nuevo pelagianismo, que nos lleva a depositar la confianza en las
estructuras administrativas, en las organizaciones perfectas. La
centralización excesiva, en lugar de ayudar, complica la vida de la
Iglesia y su dinámica misionera. La Iglesia no es un sistema cerrado
que gira siempre en torno a las mismas preguntas. La Iglesia está
viva, se presenta a los hombres en su realidad, sabe inquietar, sabe
animar''.
''El
imperativo actual -añade- es la conversión pastoral, es decir,
conseguir que todas las estructuras de la Iglesia se hagan más
misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea
más expansiva y abierta, que ponga a los agentes de pastoral en una
actitud constante de "salida''... Tenemos que estar entre la
gente, con el ardor de aquellos que aceptaron por primera vez el
Evangelio. Y "cada vez que tratamos de volver a la fuente y
recuperar la frescura original del Evangelio se abren nuevos caminos,
métodos creativos... palabras llenas de renovada importancia para el
mundo de hoy''.
En
el contexto de la nueva evangelización, es indispensable que el
obispo desempeñe con diligencia su cargo como maestro de la fe -
transmitida y vivida en la comunión viva de la Iglesia universal -
en los muchos campos de su ministerio pastoral. ''La fidelidad a la
Iglesia y el Magisterio -señala el Obispo de Roma- no contradice la
libertad académica, pero requiere una actitud humilde de servicio a
los dones de Dios. El ''sentire cum Ecclesia'' debe distinguir
especialmente aquellos que educan y capacitan a las nuevas
generaciones''.
Las
comunidades parroquiales son las sedes en las que más se experimenta
y se vive la fe, de ahí que la vida sacramental deba ser una de las
preocupacione fundamentales del obispo. Al respecto el Papa hace
hincapie en dos puntos: la Confesión y la Eucaristía. ''La
confesión -afirma- es el lugar donde se recibe el don del perdón
y de la misericordia de Dios. En la confesión comienza la
transformación de cada cristiano y la reforma de la Iglesia. Confío
en que se preste más atención a este sacramento, tan importante
para la renovación espiritual, en los planes pastorales diocesanos y
parroquiales durante el Año Santo y después de él. También es
necesario destacar siempre la estrecha relación entre la
Eucaristía y el sacerdocio. Los planes pastorales que no dan la
importancia adecuada a los sacerdotes en su ministerio de gobernar,
enseñar y santificar sobre la estructura y la vida sacramental de la
Iglesia, sobre la base de la experiencia, están condenados al
fracaso''.
Por
último, ''una tarea del obispo que nunca es lo suficientemente
apreciada es el compromiso con la vida -concluye- La Iglesia no debe
cansarse nunca de ser la abogada de la vida y no debe retroceder en
el anuncio de que la vida humana debe protegerse incondicionalmente
desde la concepción hasta la muerte natural. Aquí no podemos
nunca llegar a compromisos, sin convertirnos nosotros también en
culpables de la cultura del descarte, por desgracia muy extendida''.
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