Ciudad
del Vaticano, 24 de octubre de 2015 (Vis).-El obispo de Bilbao
(España), Mario Iceta Gavicagogeascoa pronunció esta mañana la
última meditación ante los Padres Sinodales que participan en la
XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo sobre la Familia que se
clausura mañana domingo con la solemne misa celebrada por el Santo
Padre en la basílica de San Pedro.
''Vamos
concluyendo el trabajo sinodal como una experiencia de gracia, de
comunión, de colegialidad y de servicio -dijo el prelado- Hemos
pedido el don del Espíritu Santo y hemos querido que sea Él quien
guíe nuestra labor. El Santo Padre afirmo al comienzo de este
acontecimiento que "el Sínodo podrá ser un espacio de la
acción del Espíritu Santo sólo si nos revestimos de coraje
apostólico, de humildad evangélica y de oración confiada. Por eso,
ante las decisiones que en el ejercicio del ministerio episcopal
hemos de tomar, viene a mi memoria el pasaje de la elección de
Matías para ser integrado en el colegio apostólico. "Entonces
oraron así: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos,
muéstranos a cuál de estos dos has elegido" . Este es nuestro
método: muéstranos lo que Tu quieres, haznos conocer tu voluntad.
Sumidos en la oración, pedir a Dios que nos muestre sus caminos, que
nos haga ver cuál es su designio y no el mío propio, y cuáles son
los caminos que hemos de recorrer para acompañar a las familias en
la fidelidad a la vocación a la que han sido llamadas''.
''Junto
a la oración se nos recordaba la necesidad de la humildad evangélica
para conocer la voluntad de Dios: "Te doy gracias Padre, Señor
de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y
entendidos y se lo has revelado a la gente sencilla"... Como
afirma el libro de los Proverbios "la arrogancia acarrea la
deshonra; pero por la humildad se accede a la sabiduría" ... Y
Santa Teresa de Ávila, cuyo quinto centenario de nacimiento acabamos
de celebrar nos dirá sabiamente: "Andar en humildad es andar en
verdad".
''Esta
vida orante, esta humildad evangélica, nos permitirá actuar con
coraje apostólico, la parresia de la que nos habla san Pablo,
puestos los ojos en Cristo y por amor a Él sirviendo a las familias
de este mundo, iluminando su caminar con la Palabra de Dios y la
Tradición viva de la Iglesia, sosteniéndola y acompañándola en
sus gozos y tristezas, para que vivan en plenitud la alianza de amor
que disipa la oscuridad, vence la soledad y el individualismo, recrea
la humanidad, genera vida y esperanza, acoge y sana lo que parece
perdido, construye la Iglesia y el mundo.
''Concluyo,
hoy sábado, invocando la intercesión materna de la Virgen María.
Las madres son las que transforman la casa en un hogar. Ella hace que
la Iglesia no sólo sea Templo, sino también hogar, lugar cálido,
familiar, de acogida y misericordia. A Ella acudimos esta mañana. Es
la Esposa del Espíritu Santo, que la hizo concebir de modo virginal.
Bajo su protección nos acogemos esta manana. En Ella aprendemos a
acoger el don de Dios, el Santo Espíritu, la Persona Amor, que nos
ilumine y nos asista en la tarea que hoy se nos ha encomendado''.
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