Ciudad
del Vaticano, 21 de octubre de 2015 (Vis).-Los Padres Sinodales
abordaron en los Círculos Menores del pasado lunes y martes la
tercera parte del Instrumentum Laboris que trata entre otros temas de
la situación de las familias irregulares, de la admisión a la
comunión de los divorciados que se han vuelto a casar, del
acompañamiento de las personas homosexuales y de la paternidad
responsable.
Los
Círculos han analizado las necesidades especiales de las familias
en situación irregular o difícil, reconociendo, -afirma el círculo
de habla inglesa C cuyo relator es el arzobispo australiano Mark
Benedict Coleridge- que las personas que cohabitan se encuentran en
una situación diferente de los divorciados que se han vuelto a casar
civilmente. Si bien afirman que la convivencia -aunque muy extendida
en muchas culturas en nuestra época- no puede ser considerada como
un bien en sí misma, reconocen que puede existir un bien entre los
que conviven, más que en la convivencia de por sí.
''Sabemos
-afirma por su parte el círculo francés cuyo relator es el obispo
Laurent Ulrich- que hay tantas otras familias que se sienten alejadas
de la ideal y otras que no piensan ni siquiera que esté más o
menos hecha para ellas. Familias divididas, familias mixtas,
familias monoparentales, familias sin matrimonio civil: No podemos
descartarlas, no queremos pensar que su camino no las acerca a Dios
que ama y atrae hacia sí a todos los seres humanos. Creemos que en
ellas viva el Espíritu del Señor que inspira muchos
comportamientos de sus vidas; y esto no quita nada de nuestro apoyo y
aliento a las familias cristianas''.
Respecto
a los divorciados y vueltos a casar civilmente hay un acuerdo
general en que se necesita proporcionar un acompañamiento pastoral
más eficaz para estas parejas, y, para sus hijos que también tienen
derechos. En algunos círculos, suscita en cambio perplejidad lo que
el Instrumentum Laboris llama "un camino penitencial". ''No
se ve claro llamar "camino penitencial" -sostiene el
círculo hispanohablante B cuyo relator es el arzobispo venezolano
Baltazar Enrique Porras Cardozo- al itinerario de los divorciados y
vueltos a casar; convendría, quizás hablar de itinerarios de
reconciliacion, pues hay realidades irreversibles que no pueden ser
sometidas a un camino penitencial sin posibilidad de superación''.
''Parece
que, en el tema de la cercanía, estamos todos de acuerdo, pero ¿qué
pasa cuando se plantea el acceso a los sacramentos? -dicen en el
círculo hispanohablante cuyo relator es el cardenal
de Panamá José Luis Lacunza Maestrojuan,
O.A.R.- Sin duda, tenemos que plantear un movimiento generoso
quitando del camino muchas trabas para que los divorciados vueltos a
casar puedan participar más ampliamente en la vida de la Iglesia: no
pueden ser padrinos, no pueden ser catequistas, no pueden dar clases
de religión... Tenemos que dar muestras de que hemos escuchado el
“grito” de tantas gentes que sufren y gritan pidiendo participar
lo más plenamente posible en la vida de la Iglesia''.
''Sobre
la disciplina con respecto a los divorciados vueltos a casar, hasta
la fecha, no es posible establecer requisitos inclusivos de todos los
casos, a veces muy diferentes unos de otros -observa el círculo
italiano B cuyo relator es el cardenal Mauro Piacenza- Hay
divorciados vueltos a casar que se aplican a caminar según el
Evangelio, ofreciendo ejemplos significativos de caridad. Al mismo
tiempo, no se puede negar que, en determinadas circunstancias, se
presentan factores que limitan la capacidad de actuar de forma
diferente. En consecuencia, el juicio de una situación objetiva no
podría convertirse en juicio sobre la "imputabilidad"
subjetiva. Los límites y las limitaciones se convierten entonces en
una llamada al discernimiento, principalmente del obispo, preciso y
respetuoso de la complejidad de estas situaciones''.
En
cambio, el círculo inglés A cuyo relator es el arzobispo
estadounidense Joseph Edward Kurtz opina que la práctica pastoral
en relación con la recepción del sacramento de la Eucaristía por
los divorciados y vueltos a casar civilmente no debe dejarse en manos
de las conferencias episcopales porque se correría el riesgo de
perjudicar la unidad de la Iglesia Católica, la comprensión del
orden sacramental y el testimonio visible de vida de los fieles.
Por
su parte el grupo de habla inglesa cuyo relator es el arzobispo
irlandés Diarmuid Martin pediría que el Santo Padre, teniendo en
cuenta el rico material que ha surgido durante este proceso sinodal,
considere ''el establecimiento durante el año jubilar de la
Misericordia de una Comisión Especial para el estudio en profundidad
las formas en que las disciplinas de la Iglesia que se derivan de la
indisolubilidad del matrimonio se aplican a la situación de las
personas en las uniones irregulares, incluidas las situaciones
derivadas de la práctica de la poligamia''.
En
este argumento son numerosas las referencias a la encíclica de Juan
Pablo II ''Familiaris consortio''.
La
condición de las personas homosexuales se enfocó sobre todo desde
la perspectiva del contexto familiar. El grupo inglés C insistió en
que es un tema que se debe abordar como pastores que buscan
comprender la realidad de la vida de las personas y no las cuestiones
abstractas. También sus miembros pidieron que el documento final
del Sínodo incluyese una afirmación clara de la enseñanza de la
Iglesia de que las uniones del mismo sexo no son en modo alguno
equivalentes al matrimonio.
Sobre
el mismo tema el círculo inglés A reitera que ''la Iglesia como
esposa de Cristo sigue las huellas de su Señor Jesús, cuyo amor
universal se ofrece a todas las personas sin excepción. Los padres y
hermanos de los miembros de la familia con tendencias homosexuales
están llamados a amar y aceptar a estos miembros de su familia con
un corazón indiviso y con comprensión''.
Algunos
Padres Sinodales propusieron que el argumento se eliminase de la
discusión del Sínodo sobre la Familia porque dada su importancia
merecería un sínodo específico en materia.
El
tema de la paternidad responsable y de la responsabilidad generativa
fue objeto de rico intercambio, y se considera en los momentos
actuales, de gran importancia para el respeto a la dignidad de la
persona y de la vida. También trataron los círculos de los
matrimonios mixtos y la disparidad de cultos solicitando enfoques
pastorales que defiendan a las mujeres y a los hijos en condiciones
de fragilidad.
Sobre
la metodología del Sínodo, el grupo de habla francesa cuyo relator
es el arzobispo canadiense Paul-André Durocher comentó : ''Como
agrónomos que discuten diversos métodos de suministro de agua,
discutimos el método de nuestro Sínodo. ¿Está bien ajustado a su
propósito? Derrochamos una enorme cantidad de energía, desde todos
los puntos de vista. Las personas se han agotado a fuerza de trabajo.
¿El resultado valdrá la pena? ¿Tal vez podríamos identificar
algunos temas específicos que se abordarán entre los dos sínodos,
y tendremos más tiempo para estudiar? ¿Se confiará a comisiones
pontificias el trabajo que esperamos llevar a cabo?... El hecho es
que hemos disfrutado del aumento del tiempo que se nos ha dado en los
pequeños grupos. De nuestros intercambios emerge fuertemente el
ministerio de comunión que nos corresponde como obispos''.
''El
tema de la misericordia -concluye el círculo italiano B- ha
atravesado el Sínodo, interpelando nuestro ministerio pastoral,
conscientes de que el misterio de la Encarnación expresa con
plenitud la voluntad salvífica de Dios. Esta determinación divina
ha sido confiada también a nuestra misión y a los medios
sacramentales que encuentran su adecuada hermenéutica en el
significado de ser llamamiento a la conversión, apoyo, fármaco,
socorro para nuestra salvación''.
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