Ciudad
del Vaticano, 4 de septiembre de 2015 (Vis).-El
Papa Francisco envió ayer un mensaje en vídeo a los participantes
en el II Congreso Internacional de Teología:
''El
Concilio Vaticano II - Memoria, presente y perspectivas'', que se ha
celebrado en Buenos Aires del 1 al 3 de septiembre para conmemorar el
centenario de la Facultad de Teología de la Universidad Católica
Argentina (UCA) y el cincuenta aniversario de la clausura del
Concilio Vaticano II. Reproducimos a continuación extractos del
mensaje.
''Los
años de la Facultad de Teología es celebrar el proceso de
maduración de una Iglesia particular. Es celebrar la vida, la
historia, la fe del Pueblo de Dios que camina en esa tierra y que ha
buscado "entenderse" y "decirse" desde las
propias coordenadas...Me parece de gran importancia y lúcida
acentuación unir este acontecimiento con los 50 años de la Clausura
del Vaticano II. No existe una Iglesia particular aislada, que pueda
decirse sola, como pretendiendo ser dueña y única interprete de la
realidad y de la acción del Espíritu. No existe una comunidad que
tenga el monopolio de la interpretación o de la inculturación. Como
por el contrario, no existe una Iglesia Universal que dé la espalda,
ignore, se desentienda de la realidad local''.
''Y
esto nos lleva a reflexionar que no se es cristiano de la misma
manera...en la India, en Canadá, que en Roma. Por lo que una de las
principales tareas del teólogo es discernir, reflexionar: ¿qué
significa ser cristiano hoy? "en el aquí y ahora"; ¿Cómo
ese río de los orígenes logra regar hoy estas tierras y hacerse
visible y vivible?...Y para encarar este desafío, hemos de superar
dos posibles tentaciones: condenarlo todo. Acuñando la ya conocida
frase "todo pasado fue mejor" refugiándonos en
conservadurismos o fundamentalismos; o por el contrario, consagrarlo
todo, desautorizando todo lo que no tenga "sabor a novedad",
relativizando toda la sabiduría acuñada por el rico patrimonio
eclesial.Para superar estas tentaciones, el camino es la reflexión,
el discernimiento, tomar muy en serio la Tradición Eclesial y muy en
serio la realidad, poniéndolas a dialogar''.
''No
son pocas las veces que se genera una oposición entre teología y
pastoral, como si fuesen dos realidades opuestas, separadas, que nada
tuvieran que ver una con la otra. No son pocas las veces que
identificamos lo doctrinal con conservador, retrogrado; y por el
contrario, pensamos la pastoral desde la adaptación, reducción,
acomodación. Como si nada tuviesen que ver entre sí.. Se genera una
falsa oposición entre la teología y la pastoral; entre la reflexión
creyente y la vida creyente... Buscar superar este divorcio entre
teología y pastoral, entre fe y vida, ha sido precisamente uno de
los principales aportes del Concilio Vaticano II''.
''No
puedo olvidar la palabras de Juan XXIII en el discurso de apertura
del Concilio cuando decía: ''Una cosa es la substancia de la antigua
doctrina, del ''depositum fidei'', y otra la manera de formular su
expresión''. Debemos tomarnos.. el arduo trabajo de distinguir, el
mensaje de Vida de su forma de transmisión, de sus elementos
culturales en los que en un tiempo fue codificado''.
''No
hacer este ejercicio de discernimiento lleva sí o sí a traicionar
el contenido del mensaje... La falta de este ejercicio teológico
eclesial es una mutilación de la misión que estamos invitados a
realizar. La doctrina, no es un sistema cerrado, privada de dinámicas
capaces de generar interrogantes, dudas, cuestionamientos. Por el
contrario, la doctrina cristiana tiene rostro, tiene cuerpo, tiene
carne, se llama Jesucristo y es su Vida la que es ofrecida de
generación en generación a todos los hombres y en todos los
rincones''.
''Las
preguntas de nuestro pueblo, sus angustiar, sus peleas, sus sueños,
sus luchas, sus preocupaciones poseen valor hermenéutico que no
podemos ignorar si queremos tomar en serio el principio de
encarnación... Nuestras formulaciones de fe, han nacido en el
diálogo, en el encuentro, en la confrontación, en el contacto con
las diversas culturas, comunidades, naciones, situaciones que pedían
una mayor reflexión de frente a lo no explicitado antes... En
cristiano algo se vuelve sospechoso cuando deja de admitir la
necesidad de ser criticado por otros interlocutores. Las personas y
sus distintas conflictividades, las periferias, no son opcionales,
sino necesarias para una mayor comprensión de la fe. Por eso es
importante preguntar, ¿para quién estamos pensando cuando hacemos
teología?...No nos olvidemos, el Espíritu Santo en el pueblo orante
es el sujeto de la teología. Una teología que no nazca en su seno,
tiene ese tufillo de una propuesta que puede ser bella, pero no
real''.
''
Al respecto me permito explicitar tres rasgos de la identidad del
teólogo:
1.-El
teólogo es en primera instancia un hijo de su pueblo. No puede y no
quiere desentenderse de los suyos. Conoce su gente, su lengua, sus
raíces, sus historias, su tradición. Es el hombre que aprende a
valorar lo recibido, como signo de la presencia de Dios ya que sabe
que la fe no le pertenece.. Esto lo lleva a reconocer que el Pueblo
creyente en el que ha nacido, tiene un sentido teológico que no
puede ignorar.
2.
El teólogo es un creyente. El teólogo es alguien que ha hecho
experiencia de Jesucristo, y descubrió que sin Él ya no puede
vivir....El teólogo es aquel que sabe que no puede vivir sin el
objeto/sujeto de su amor y consagra su vida para poder compartirlo
con sus hermanos.
3.
El teólogo es un profeta. Uno de los grandes desafíos planteados en
el mundo contemporáneo no es solo la facilidad con que se puede
prescindir de Dios. Sino que socialmente se ha dado un paso más. La
crisis actual se centra en la incapacidad que tienen las personas de
creer en cualquier cosa más allá de sí mismas... Esto genera una
fisura en las identidades personales y sociales. Esta nueva realidad
provoca todo un proceso de alienación debido a la carencia de pasado
y por lo tanto de futuro. Por eso el teólogo es el profeta, porque
mantiene viva la conciencia de pasado y la invitación que viene del
futuro. Es el hombre capaz de denunciar toda forma alienante porque
intuye, reflexiona en el rio de la Tradición que ha recibido de la
Iglesia, la esperanza a la que estamos llamados''.
Por
eso, hay una sola forma de hacer teología: de rodillas. No es
solamente un acto piadoso de oración para luego pensar la teología.
Se trata de una realidad dinámica entre pensamiento y oración. Una
teología de rodillas es animarse a pensar rezando y rezar
pensando''.
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