Ciudad
del Vaticano, 7 de mayo 2015 (VIS).-Siete mil personas, jugadores,
dirigentes, miembros y simpatizantes de la Sociedad Deportiva del
Lacio, uno de los dos equipos de fútbol de la capital italiana,
acudieron esta mañana al Aula Pablo VI para encontrarse con el Papa.
La Sociedad Deportiva del Lacio nació hace ciento quince años,
cuando un grupo de personas decidió crear un club abierto a los
jóvenes del pueblo que perpetuase los valores morales y éticos del
deporte. ''En aquella época -dijo Francisco- el deporte organizado
era una prerrogativa de la gente rica. La intención del grupo
fundador era difundir el deporte en todos los niveles y en todas las
categorías sociales. Os animo, por tanto, a seguir siendo
hospitalarios, a valorar los diversos talentos y a que vuestro club
deportivo sea siempre una casa abierta, donde se pueda experimentar
la fraternidad y la armonía entre las personas sin
discriminaciones''.
El
lema del club es la frase de Salustio: "Concordia parvae res
crescunt, discordia maximae dilabuntur" (En la armonía las
cosas pequeñas crecen, en la discordia las más grandes decaen) y el
Papa afirmó que la historia de la Sociedad Deportiva la corroboraba
porque a lo largo de los añosse ha enriquecido con diferentes
actividades y se ha articulado en muchas secciones deportivas, unidas
por el espíritu olímpico y la solidaridad mutua. ''Uno de vuestros
méritos -dijo- es haber trabajado para dar igualdad de condiciones a
todos los deportes. En Italia, como en mi país, en Argentina, se
corre el riesgo de hablar solamente de fútbol y dejar en segundo
lugar a los otros deportes. En cambio, cada deporte tiene su valor,
no sólo físico o social, sino también moral, ya que ofrece la
posibilidad a la gente, especialmente a los niños y a los jóvenes
de madurar en el equilibrio, en el autocontrol, en el sacrificio y en
la lealtad a los demás. Y quiero
subrayar esta última: la lealtad. Lealtad hacia los demás porque la
costumbre de traicionar está en aumento: ''Esto no me conviene, lo
dejo de lado''. ¡Lealtad!. El deporte la hace crecer.''
''La
Biblia nos enseña -finalizó el Santo Padre- que el ser humano es
una unidad: espíritu y cuerpo. Por lo tanto, os animo a cultivar
siempre, junto a la actividad deportiva... la dimensión religiosa y
espiritual... Además no hay que descuidar el estudio, las amistades,
el servicio a los pobres. No hay
que dejar todo esto para hacer solamente una cosa. Gracias a
Dios tenemos algunos bellos ejemplos de hombres y mujeres atletas,
incluso de grandes campeones, que nunca dejaron de vivir la fe y el
servicio a los demás. De hecho, el verdadero deporte fomenta la
construcción de un mundo más fraterno y solidario, ayudando a
superar las situaciones de injusticia y de malestar humano y
social''.
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