Ciudad
del Vaticano, 10 de enero de 2015 (VIS).- El Papa Francisco recibió
esta mañana a los participantes en la conferencia ''La comunión de
la Iglesia: memoria y esperanza para Haití cinco años después del
terremoto'' organizada por el Consejo Pontificio Cor Unum y la
Comisión Pontificia para América Latina en colaboración con los
obispos de Haíti, y sus primera palabras fueron de agradecimiento
para todos los que ''de tantas maneras han ayudado al pueblo de
Haití después de una tragedia, que dejó tras de si la muerte, la
destrucción y la desesperación''. ''Con la ayuda a nuestros
hermanos y hermanas en Haití- subrayó- manifestamos que la Iglesia
es un gran cuerpo, donde los diversos miembros cuidan unos de otros
En esta comunión animada por el Espíritu Santo encuentra su razón
profunda nuestro servicio de caridad''.
''¡Mucho
se ha hecho en estos años para reconstruir el país!.Sin embargo, no
nos escondemos que queda mucho trabajo por hacer. Y tanto lo hecho
como lo que queda por hacer -siempre con la ayuda de Dios - se
asienta en tres pilares fundamentales: la persona humana, la comunión
eclesial y la Iglesia local'', agregó el Pontífice pasando a
explicar esas bases.
En
primer lugar, ''la persona que constituye el centro de la acción de
la Iglesia Acabamos de celebrar la Navidad, y precisamente la
Encarnación nos dice lo importante que es el hombre para Dios, que
quiso asumir la naturaleza humana''. De ahí que nuestra primera
preocupación deba ser ayudar al ser humano, a cada ser humano, a
vivir plenamente como persona. No hay verdadera reconstrucción de un
país sin reconstrucción de la persona en toda su plenitud. Esto
implica asegurar que cada persona en Haití tenga lo necesaria desde
el punto de vista material, pero, al mismo tiempo que pueda vivir su
libertad, sus responsabilidades y su vida espiritual y religiosa. La
persona humana tiene un horizonte trascendente que es propio de ella
y la Iglesia, en primer lugar, no puede descuidar este horizonte,
cuya meta es el encuentro con Dios. Por eso, también en esta fase
de reconstrucción, la actividad humanitaria y la pastoral no
compiten, se complementan, se necesitan mutuamente: contribuyen
juntas a formar en Haití personas maduras y cristianos que a su vez
podrán dedicarse a sus hermanos''.
Hablando
del segundo pilar, la comunión eclesial, el Papa recordó que en
Haití funciona muy bien la cooperación de diversas instituciones
eclesiales -diócesis, instituciones religiosas, organizaciones de
caridad -, así como la de muchos fieles a título individual y que
cada uno con sus propias peculiaridades ha desempeñado una labor
benéfica. ''Esa pluralidad de los sujetos, y por lo tanto de los
enfoques en las tareas de asistencia y desarrollo -señaló- es un
factor positivo, ya que es un signo de la vitalidad de la Iglesia y
de la generosidad de muchos... Pero la caridad es todavía mas
auténtica y eficaz cuando se vive en comunión. La comunión
testifica que la caridad no es sólo ayudar a los demás, sino una
dimensión que impregna toda la vida y rompe las barreras del
individualismo que impiden el encuentro. La caridad es la vida íntima
de la Iglesia y se manifiesta en la comunión eclesial. La comunión
entre los obispos y con los obispos, que son los primeros
responsables del servicio de la caridad. La comunión entre los
diversos carismas y las instituciones de caridad, porque ninguno de
nosotros trabaja para sí mismo, sino en el nombre de Cristo, que nos
mostró el camino de servicio. ¡Sería una contradicción vivir la
caridad separados! Os invito, por eso, a fortalecer las metodologías
que hacen posible trabajar juntos. La comunión eclesial se refleja
también en la cooperación con las autoridades del Estado y con las
instituciones internacionales, para que todos busquen el auténtico
progreso del pueblo haitiano, en el espíritu del bien común''.
Por
último, Francisco destacó la importancia de la iglesia local,
''porque en ella la experiencia cristiana se hace tangible. Es
necesario que la Iglesia en Haití sea cada vez más viva y fecunda,
para dar testimonio de Cristo y dar su contribución al progreso del
país''. Y, en ese ámbito, llamó a los obispos, sacerdotes y
responsables de la pastoral en la isla a ''suscitar en los fieles un
empeño renovado en la formación cristiana y la evangelización
alegre y fructífera'', recordando que ''el testimonio de caridad
evangélica es eficaz cuando se apoya en una relación personal con
Jesús en la oración, la escucha de la Palabra de Dios y la
asiduidad en los sacramentos. Esta es la "fuerza" de la
Iglesia local''.
El
Papa concluyó renovando su agradecimiento y exhortando a todos a
continuar el camino iniciado asegurándoles siempre sus oraciones y
su bendición.
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