Ciudad
del Vaticano, 22 noviembre 2014
(VIS).-Conservar la frescura del carisma, respetar la libertad de las
personas y buscar siempre la comunión, fueron las tres indicaciones
que el Papa Francisco dio a los participantes en el Tercer Congreso
Mundial de los Movimientos Eclesiales y las Nuevas Comunidades
promovido por el Pontificio Consejo para los Laicos y cuyo tema ha
sido ''La alegría del Evangelio, una alegría misionera''.
''Los
movimientos y comunidades que representáis -dijo el Santo Padre
recibiéndoles esta mañana en la Sala Clementina- se proyectan ahora
hacia la fase de madurez eclesial, que requiere una actitud
vigilante, de conversión permanente, con el fin de que el impulso
evangelizador sea siempre vivo y fecundo... Conversión y misión
están estrechamente unidas. De hecho, sin una verdadera conversión
del corazón y de la mente no se anuncia el evangelio, pero si no nos
abrimos a la misión... la fe se hace estéril''.
Refiriéndose
a la primera indicación, conservar la frescura del carisma,
Franciscó recordó que con el pasar del tiempo ''crece la tentación
de conformarse, de endurecerse en esquemas tranquilizadores, pero
estériles. Sin embargo, "la realidad es más importante que la
idea" y, si para la supervivencia del carisma es necesaria una
cierta institucionalización del mismo, no debemos engañarnos
creyendo que las estructuras exteriores puedan garantizar la acción
del Espíritu Santo. La novedad de vuestras experiencia no consiste
en los métodos y formas, que también son importantes, sino en la
disposición a responder con renovado entusiasmo a la llamada del
Señor''.
Otra
cuestión es cómo acoger y acompañar a los seres humanos de nuestro
tiempo, en particular a los jóvenes. ''El hombre de hoy -argumentó
el Papa- vive serios problemas de identidad y tiene dificultades
para tomar sus propias decisiones; por lo tanto, tiene una
disposición a ser influido, a delegar en otros las decisiones
importantes de la vida. Debemos resistir la tentación de
sustituirnos a la libertad de las personas, a dirigirlas sin
esperar a que maduren realmente. Un progreso moral o espiritual
logrado gracias a la inmadurez de la gente es un éxito aparente,
condenado al fracaso. La educación cristiana requiere, en cambio,
un acompañamiento paciente que sabe esperar los tiempos de cada uno,
como hace con cada uno de nosotros el Señor; la paciencia es la
única manera para amar de verdad y llevar a las personas a una
relación sincera con El.''
Por
último, los movimientos no deben olvidar nunca que el bien más
precioso, el sello del Espíritu Santo es la comunión. ''Para que el
mundo crea que Jesús es el Señor debe ver la comunión entre los
cristianos, pero si ve divisiones, rivalidades y maledicencias
cualquiera que sea la causa, ¿cómo se puede evangelizar? Recordad
este principio: "La unidad prevalece sobre el conflicto"
porque el hermano vale mucho más que nuestras posiciones
personales: Cristo derramó su sangre por él. Además, la verdadera
comunión, no puede existir en un movimiento o una nueva comunidad,
si no se integra en la comunidad más amplia que es nuestra Santa
Madre Iglesia jerárquica. El todo es mayor que la parte y la parte
tiene sentido en relación con el todo. Y la comunión también
consiste en afrontar juntos y unidos las cuestiones más
importantes, como la vida, la familia, la paz, la lucha contra la
pobreza en todas sus formas, la libertad de religión y de
educación''.
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