Ciudad
del Vaticano, 27 de septiembre 2014 (VIS).-Con motivo de la
beatificación, esta mañana en Madrid (España) del obispo Alvaro
del Portillo (1914-1994) -primer sucesor de San Josemaría Escrivá
de Balaguer en la guía del Opus Dei- el Santo Padre ha enviado un
mensaje al obispo Javier Echevarría, Prelado actual de la Obra que
se ha leído durante la ceremonia, presidida por el cardenal Angelo
Amato S.D.B, Prefecto de la Congregación para las Causas de los
Santos. El mensaje está fechado el 26 de junio, festividad de San
Josemaría Escrivá de Balaguer.
''Me
gusta -escribe el Papa- recordar la jaculatoria que el siervo de Dios
solía repetir con frecuencia, especialmente en las celebraciones y
aniversarios personales: ''¡gracias, perdón, ayúdame más!''. Son
palabras que nos acercan a la realidad de su vida interior y su trato
con el Señor, y que pueden ayudarnos también a nosotros a dar un
nuevo impulso a nuestra propia vida cristiana''.
''En
primer lugar, gracias. Es la reacción inmediata y espontánea que
siente el alma frente a la bondad de Dios.... Él siempre nos
precede. Por mucho que nos esforcemos, su amor siempre llega antes...
Álvaro del Portillo era consciente de los muchos dones que Dios le
había concedido, y daba gracias a Dios por esa manifestación de
amor paterno. Pero no se quedó ahí; el reconocimiento del amor del
Señor despertó en su corazón deseos de seguirlo con mayor entrega
y generosidad, y a vivir una vida de humilde servicio a los demás.
Especialmente destacado era su amor a la Iglesia, esposa de Cristo, a
la que sirvió con un corazón despojado de interés mundano, lejos
de la discordia, acogedor con todos y buscando siempre lo positivo en
los demás, lo que une, lo que construye''.
''Perdón.
A menudo confesaba que se veía delante de Dios con las manos vacías,
incapaz de responder a tanta generosidad. Pero la confesión de la
pobreza humana no es fruto de la desesperanza... Es abrirse a su
misericordia, a su amor... que no humilla, ni hunde en el abismo de
la culpa, sino que... nos levanta de nuestra postración y nos hace
caminar con más determinación y alegría. El siervo de Dios Álvaro
sabía de la necesidad que tenemos de la misericordia divina y dedicó
muchas energías personales para animar a las personas que trataba a
acercarse al sacramento de la confesión, sacramento de la alegría''.
''Ayúdame
más. Sí, el Señor no nos abandona nunca... Su gracia no nos
faltará, y con su ayuda podemos llevar su nombre a todo el mundo. En
el corazón del nuevo beato latía el afán de llevar la Buena Nueva
a todos los corazones. Así recorrió muchos países fomentando
proyectos de evangelización, sin reparar en dificultades, movido por
su amor a Dios y a los hermanos.... La primera condición para
anunciarles a Cristo es amarlos, porque Cristo ya los ama antes. Hay
que salir de nuestros egoísmos y comodidades e ir al encuentro de
nuestros hermanos. Allí nos espera el Señor. No podemos quedarnos
con la fe para nosotros mismos, es un don que hemos recibido para
donarlo y compartirlo con los demás''.
''El
beato Álvaro del Portillo nos envía un mensaje muy claro, nos dice
que nos fiemos del Señor, que él es nuestro hermano, nuestro amigo
que nunca nos defrauda y que siempre está a nuestro lado. Nos anima
a no tener miedo de ir a contracorriente y de sufrir por anunciar el
Evangelio. Nos enseña además que en la sencillez y cotidianidad de
nuestra vida podemos encontrar un camino seguro de santidad''.
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