Ciudad
del Vaticano, 27 de julio de 2014 (VIS).-Más de doscientas mil
personas asistieron
ayer
tarde a las 18,00 a la misa celebrada por el Santo Padre en la plaza
ante el Palacio Real de Caserta.
El
Papa habló en su homilía del ''reino de los cielos'', partiendo de
las parábolas del tesoro escondido y de la perla preciosa. En la
primera el ''reino'' es similar a un tesoro escondido en un campo
que el labrador que lo encuentra vuelve a esconder y lleno de
alegría, vende todo lo que tiene y compra esa tierra. En la segunda
es semejante a un mercader busca perlas finas, y al encontrar una de
gran valor vende todo lo que tiene y la compra.
El
labrador y el mercader, explicó Francisco, están unidos por un
sentimiento común, la sorpresa y la alegría de haber encontrado el
cumplimiento de todo deseo y, a través de estas dos parábolas,
''con palabras sencillas que todos podían entender'' Jesús enseña
lo que es el reino de los cielos, como se encuentra y qué hay que
hacer para poseerlo.
Ahora
bien, Jesús no se preocupa en explicar que es ''el reino', aunque
lo anuncie desde el comienzo de su Evangelio. Sin embargo, no lo
muestra directamente, sino siempre de reflejo.''Prefiere darlo a
entender, con parábolas y semejanzas -señaló el pontífice-
especialmente mediante la revelación de sus efectos: el reino de los
cielos es capaz de cambiar el mundo, como la levadura escondida en la
masa''. Y ambas parábolas nos hacen entender que ''el reino de Dios
está presente en la persona misma de Jesús, Él es el tesoro
escondido y la perla de gran valor. Se entiende la alegría del
agricultor y la del mercader: ¡han encontrado! Es la alegría de
cada uno de nosotros cuando descubrimos la proximidad y la presencia
de Jesús en nuestras vidas. Una presencia que transforma la
existencia y nos hace sensibles a las necesidades de los hermanos;
una presencia que nos invita a acoger recíprocamente cualquier otra
presencia, incluida la del extranjero y el inmigrante''.
Para
encontrar el reino de Dios cada uno de nosotros tiene un camino
particular. Algunos lo esperan y lo buscan desde hace tiempo, como es
el caso del mercader; otros lo descubren de repente, como el
labrador. ''Esto nos recuerda- subrayó el Papa- que Dios se deja
encontrar siempre, porque es el primero que quiere encontrarnos...
Vino para ser "Dios con nosotros." Es Él quien nos busca y
se deja encontrar también por los que no le buscan... a veces en
lugares insólitos y tiempos inesperados. Cuando se encuentra a
Jesús, nos sentimos fascinados, conquistados, y es una alegría
salir de nuestro modo habitual de vida, a veces árido y apático
para abrazar el Evangelio, para ser guiados por la nueva lógica del
amor''.
Jesús
es muy claro por cuánto se refiere a la posesión del ''reino'', no
bastan el entusiasmo y la alegría del descubrimiento. ''Hay que
anteponer la perla preciosa del reino a todos los demás bienes
terrenales; hay poner a Dios en el primer lugar de nuestras vidas.
Dar primacía a Dios significa tener el coraje de decir no al mal, a
la violencia, a la opresión, para vivir una vida de servicio a los
demás y en favor de la ley y el bien común... El que se hace amigo
de Dios, ama a sus hermanos, se compromete a salvaguardar sus vidas y
su salud respetando también el medio ambiente y la naturaleza.
Esto -recalcó Francisco- es particularmente importante en vuestra
hermosa tierra que necesita ser protegida y preservada, necesita que
tengáis el coraje de decir no a cualquier forma de corrupción y de
ilegalidad - y todos sabemos el
nombre de estas formas de corrupción y de ilegalidad- necesita
que todos sean servidores de la verdad y que asuman en cualquier
situación el estilo de vida evangélico que se manifiesta en el
don de sí mismo y en la atención a los pobres y a los excluidos''.
Al
final, el Papa habló de la festividad de la patrona de Caserta,
santa Ana, que había congregado en la plaza a los diversos
componentes de la comunidad diocesana, con su obispo,a las
autoridades civiles y a los representantes de diversas realidades
sociales. ''Me gustaría animar a todos a vivir la fiesta de la
patrona libres de ideas preconcebidas- dijo- como expresión pura de
la fe de un pueblo que se reconoce familia de Dios y fortalece los
lazos de hermandad y solidaridad. Quizás santa Ana escuchó a su
hija María proclamar las palabras del Magnificat: "Derribó a
los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes, sació de bien
a los hambrientos''. ¡Que ella os ayude a buscar el único tesoro,
Jesús, y os enseñe a descubrir los criterios de la acción de
Dios; Él trastoca los juicios del mundo, viene al rescate de los
pobres y de los pequeños y llena de bienes a los humildes, que le
confían su existencia. Tened
esperanza, la esperanza no defrauda . Y a mi me gusta repetiros: No
os dejéis robar la esperanza''.
Después
de la misa y antes de la bendición final, Francisco dio las gracias
a todos por su calurosa acogida que hizo extensiva al cardenal
arzobispo de Nápoles ,Crescenzio Sepe, ''He oído -dijo- que a lo
mejor los napolitanos están algo celosos de mi visita aquí, pero
quiero decirles que seguramente este año iré a verlos también a
ellos''.
Terminada
la celebración eucarística, el Papa se trasladó al aeropuerto de
la Aeronáutica Militar y desde allí regresó en helicóptero a
Roma.
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